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Fernando J. Pérez
Bilbao
Sábado, 7 de octubre 2023, 08:01
Sebastián Arizpe y Max Álvarez, los dos alpinistas mexicanos que abandonaron al porteador paquistaní Murtaza Sadpara a ochomil metros en el Broad Peak, se han ofrecido ahora a ayudarle en los gastos de su tratamiento en Bilbao. Han tenido que pasar dos meses y medio ... desde lo sucedido y que la noticia se extendiese por todo el mundo alpinístico tras la llegada de Murtaza a la capital vizcaína para que hayan decidido interesarse por su porteador y ofrecerle apoyo económico.
Porque desde que le dejaron en la cresta del Broad Peak a más de ochomil metros, su interés por él no fue más allá de los guantes que le dejaron en el campamento 2 al día siguiente de hacer cima. Allí coincidieron con él cuando bajaban hacia el campo base y Murtaza era ayudado a descender por otros alpinistas y compañeros porteadores. Para cuando el paquistaní llegó el campo base ellos ya se habían ido y tampoco se acercaron al hospital de Skardu a donde fue trasladado en helicóptero para interesarse por su estado.
Hasta entonces, la experiencia con sus dos porteadores -Murtaza y Furman- no había sido demasiado buena, según explicaron semanas después en una charla que mantuvieron con su amigo el famoso himalayista mexicano Hector Ponce de León. En la conversación reconocen que el idioma «fue un problema» -Murtaza apenas habla inglés- y critican la actitud de los paquistaníes por poco profesional. «Ellos traían su propia agenda», censura Sebastián Arizpe. «Quieren hacer cumbre desesperadamente, sin atender a los clientes, sin equipo adecuado y sin aclimatar, porque eso les da más caché para las siguientes expediciones».
Aunque afirman que eligieron Pakistán y el Broad Peak buscando «autenticidad» en contraposición a las expediciones comenciales de Nepal que dan todo el trabajo hecho a sus clientes, el alpinista mexicano se queja de que «nunca hubos unos servicios prestados por su parte. Cargaron con dos carpas y para la cumbre. Nunca nos montaron una tienda ni derritieron agua y cargaban apenas 10 o 15 kilos. Max iba mucho más cargado» apostilla en referencia a su compañero, que es guía profesional en México. Al menos, califica de «tragedia» que «uno de ellos perdiera alguna de sus extremidades», aunque asegura que fue «por ir sin el equipo adecuado y sin aclimatar». Respecto al momento concreto en el que le abandonan en la cresta, explica que «nos dijo 'ya no me siento bien, me voy a bajar' y nosotros le dijimos, 'sí, bájate'».
El pasado martes, Max Álvarez contactó con Alex Txikon para respaldar la creación de un fondo para «ayudarlo y apoyarlo». «Me parece muy bien y cuentas con nosotros para este objetivo», apostilló. Aunque volvió a criticar el comportamiento del porteador: «En la montaña hicimos lo posible porque esta situación no pasará pero Murtaza no nos ayudó mucho cuando le dijimos que no subiera un día antes, e incluso en el collado cuando nos dijo que ya se bajaría por su cuenta porque no se sentía bien y no lo hizo».
También indica que «a raíz de lo qué pasó y para apoyarlo ya habíamos movilizado dinero con ese objetivo a través de la empresa Blue Sky». Asegura que son 1.700 dólares que ahora han desviado a la cuenta de apoyo a Murtaza para el extranjero abierta en gofundme.com.
Ghulam Murtaza Sadpara, que ya ha recibido el alta en el hospital de Cruces, sigue a la espera de la intervención quirúrgica que supondrá la amputacion de las primeras falanges de seis de sus dedos de las manos, tres en la izquierda y otros tres en la derecha. Preocupa especialmente el índice derecho, que tiene una importante infección. El porteador paquistaní ha llegado a Bilbao «con visado sanitario, por lo que hay que pagar todos los gastos médicos y de hospitalización» aclara Alex Txikon. Los médicos que le atienden han decidido que la intervención sea realizada finalmente por cirujanos plásticos en vez de traumatólogos para intentar salvar todo lo posible de los dedos necrosados. Mientras tanto, sigue activa la campaña de ayuda económica a Murtaza por dos vías. Internacionalmente, el alpinista Louis Roseau, amigo de Alex, ha abierto una cuenta en gofundme.com mientra que aquí se pueden hacer los ingresos en la cuenta ES18 2100 4979 8507 0000 0711 de CaixaBank.
El caso de Muhammad Hassan en el K2 este verano llevó a las primeras páginas de todo el mundo este nuevo himalayismo en el que el egoísmo y las ansias de gloria pasan por encima de la propia vida humana. Este porteador de altura paquistaní (conocidos en su país como HAP, por sus siglas en inglés), agonizó durante horas tras sufrir un accidente a más de ochomil metros mientras a su lado pasaba casi un centenar de clientes y sherpas camino de la cima sin hacerle el más mínimo caso.
El de Muhammad Hassan ha sido el más grave, pero no el único. Desde que las expediciones comerciales se han generalizado en los ochomiles de Pakistán, los casos de abandono de porteadores a gran altitud han comenzado a aflorar cada vez con más frecuencia. Es el resultado de unir a unos clientes sin cultura alpinística y ciegos por hacer cima y unas agencias con pocos escrúpulos que dotan a sus porteadores de equipo insuficiente, aunque va incluido en las tarifas que cobran a los clientes.
Esta combinación potencialmente letal la sufrió el 15 de julio en el Broad Peak Murtaza Ghulam Sadpara, un joven HAP de 24 años casado y con dos hijos de 3 y 5 años por cuyas venas corre la alta montaña. Es sobrino de Ali Sadpara, el escalador paquistaní que en 2016 logró junto con Alex Txikon la primera invernal al Nanga Parbat. Empezó a portear en 2021 tras la muerte de su tío y ya suma un ochomil en su palmarés (G-1).
Sus guantes, de una calidad impropia para esas altitudes extremas, se habían mojado y calaron hasta las manos. El frío y el agotamiento hicieron el resto. Sus dedos empezaron a congelarse rápidamente. Cuando sus clientes vieron que en ese estado no podía seguir, cogieron las bombonas de oxígeno y continuaron hacia la cima, dejando al porteador a su suerte.
Lo que sucedió a continuación le salvó la vida. Un 'ángel de la guarda', el austriaco Lukas Wörle, que también intentaba la cima ese día, surgió de la niebla. «Escuché a alguien gemir en voz baja y vi que Murtaza sufría un dolor intenso, su condición mental también era muy mala y había olvidado su nombre, mientras que sus dedos también estaban gravemente afectados» relató Woerle al periódico local 'The News International'.
El austriaco abortó su ataque a cima y ayudó a Murtaza a bajar al campo 3 en medio de la niebla, rescate al que se sumó el estadounidense Dan Buonome. Llegaron a las tiendas anocheciendo gracias al guía Stefan Fritsche, que salió en su busca tras la alerta lanzada por el equipo del campo base del austriaco. «Nadie más nos ayudó», explicó a ExplorerWeb. Ya en el campo base, Murtaza fue trasladado a Skardu en helicóptero. «No habría sobrevivido sin su ayuda. Les debo la vida», explicaría mas tarde.
Pero una vez en el hospital de Skardu, su calvario no hizo más que comenzar. Aparte del sueldo estipulado, Blue Sky, la agencia para la que trabajaba, le pagó 50.000 rupias (150 euros) en concepto de ayuda para los gastos médicos y se desentendió de él. Y en el hospital le dijeron que no tenían medios para curarle las congelaciones y que la única solución era amputar. Él se negó y tras casi dos meses viendo como el estado de sus dedos no hacían más que empeorar, su familia decidió contactar con Alex Txikon en busca de ayuda.
El español, en colaboración con el cocinero paquistaní Isahq Muhammad, afincado en Bizkaia desde hace una década, no lo dudó y tras semanas de gestiones diplomáticas Murtaza aterrizó el pasado domingo en Loiu y el lunes recibió las primeras atenciones en el Hospital de Cruces. Pero el joven paquistaní no podrá evitar sus peores presagios, cuando nada más llegar a Bilbao sollozaba en su baltí natal «como voy a mantener a mis hijos si me cortan los dedos».
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