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Julia Fernández
Jueves, 12 de septiembre 2019, 14:56
No solo se surfea en el mar. También se surfea en la roca. Lo acaban de demostrar los fotógrafos y aventureros estadounidenses Quin Schrock y Jess Dales (más conocida como Jess Wandering). Ambos han hecho de sus viajes una forma de vida y muestran siempre ... imágenes espectaculares. La última (o penúltima, porque lo suyo es un no parar de hacer y deshacer mochilas) la han tomado en Suiza y, además, han grabado un vídeo que deja casi sin respiración.
Juntos han subido el Altenalp Türm, un pico de 2.000 metros situado en el norte del país, acompañados del guía y alpinista Chris Wohlleben. Para hacer cima, hay que sortear una afilada cresta caliza de apenas unos centímetros de ancho y, por supuesto, muy resbaladiza. Cualquier paso en falso se paga con una caída que puede ser mortal. Sin embargo, ambos han demostrado que se encuentran en plena forma al conseguir llegar a lo más alto sin apenas un rasguño.
Lo más espectacular de la grabación es ver cómo poco a poco y muy despacio sortean los precipicios. Con calma y con mucho tiento, eso sí. Les va la vida, literalmente, en ello. El vídeo se ha hecho ya viral en redes sociales. Y no es para menos. Aunque para los protagonistas de esta historia solo sea una aventura más que registrar en sus páginas web y en sus Instagram, Ever Changing Horizon y Jess Wandering.
Como curiosidad, hay que destacar que Quin y Jess forman parte de ese grupo de personas que un día decidieron dejar su vida para dedicarse a su pasión. Él era contable, pero su pasión era conocer mundo. Con la idea de ponerse a prueba «planeé un viaje por carretera de seis meses». Pensaba qeu ello le iba a «sacar del error», pero resulta ser que solo fue el principio. La siguiente pregunta es cómo lo consigue, porque para viajar hace falta dinero. Pues bien, su financiación viene de patrocinios y colaboraciones en su cuenta de Instagram.
El caso de Jess no es muy diferente. En un principio, estudió Ciencias Ambientales y Biología. Era su manera de esta cerca de lo que le gustaba: el aire libre y la conservción del medio ambiente. Sin embargo, cuando acabó no sabía que hacer. Le convencieron para hacer un posgrado y acabó estudiando Derecho y encontró trabajo en un bufete. No estaba convencida, pero se dejaba llevar. Hasta que un día los jefes los reunieron a todos: la cosa no iba bien y había que hacer despidos. Ella fue una de las que acabó en la calle aunque, como ha reconocido en alguno ocasión, casi que le hicieron un favor.
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