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R. Z.
Sábado, 14 de septiembre 2019, 16:44
Alex Txikon anunció recientemente, a través de un comunicado, que descarta volver a intentar una invernal en el K2 (8.611 metros) esta temporada. Sin aclarar si preparará expediciones a otras montañas, el montañero vasco dejó caer que el alpinismo de élite actual no ... tiene nada que ver con el de hace años y declaró: «Viendo la gran expectación generada por los muchos que quieren intentarlo este año, hemos decidido, muy a mi pesar, no volver al K2 este año».
La decisión de Txikon se produce después de haber estado ya en febrero pasado en esa cordillera del Karakorum, en la explosiva región paquistaní de Cachemira. Un ochomil que el de Lemoa ya pretendió coronar en temporada de invierno, sin éxito, a comienzos de este año. Concluida esa expedición, en la que el viento huracanado le obligó a desistir, él y sus colaboradores tuvieron la oportunidad de viajar y escalar por otros sitios y el tiempo se les ha echado encima. «Estamos ya a las puertas del otoño y el invierno lo tenemos encima», zanjó.
No ocultó Txikon que, en los últimos meses, sus miras estaban ciertamente puestas en el K2, en cuyo campo base tiene aún el equipo y donde permanecen sus sueños de ser el primero en culminar una invernal en esa cima. «Me encuentro con mucha fuerza, energía y motivación para volver a intentarlo, más si cabe tras nuestra primera expedición», aseguró el alpinista, que entiende que no haber logrado su gran objetivo de 2019 no significa éste no esté siendo un buen año, y que no haya podido innovar y aportar valor.
El escalador indicó que, a fin de cuentas, la fallida aventura en el K2 le ha enseñado «claves» para lograr ese objetivo en el futuro. Y si ese bagaje se añade a los conocimientos acumulados en proyectos anteriores, incluidas ocho temporadas de expediciones invernales, «estamos convencidos de que realmente tenemos mucho que aportar», declaró.
Txikon se sintió en la obligación de recordar algo que,tal vez no sea tan obvio para los legos en la escalada de élite. Las invernales no significan «ir y besar el santo; hay que estar ahí, apretar los dientes desde que sales de campo base». Indicó el vizcaíno que, cuando se asciende por un ochomil en invierno, lo que importa es la velocidad frente el «viejo estilo soviético de resistencia en campos de altura». Es necesario soportar temperaturas de 40 grados bajo cero y vientos extremadamente violentos. «En invierno, la exposición y el compromiso son altísimos, y creo que solo unos pocos alpinistas cuentan con garantías suficientes de escalar, ahora sí, el K2 invernal».
Otro aspecto al que se refirió Txikon es la cantidad de aspirantes para hollar ochomiles. «En la primavera del 2004, por poner un ejemplo, en el Makalu (8.463 m) estábamos algo menos de 20 personas, hoy día puede llegar a haber 400. Y no es tanto cuestión de cuántos éramos entonces o cuántos seamos ahora, sino de cómo se hacen las cosas».
Según el vasco, la escalada de élite ha evolucionado y no se parece a la de antaño. «Fijaos en un dato», incidió. «Si analizamos las actividades que se realizan por debajo de los ochomil metros –quitando montañas como Muztag-Ata , Lenin, Aconcagua, etc., donde en determinadas épocas del año se concentra muchísima gente–, la mayoría son innovadoras, en estilo alpino y con un criterio alpinístico muy alto».
Alex Txikon resaltó la diferencia respecto a los 'Big 14', los ochomiles, «en los que la foto de cumbre prevalece frente a todo lo realmente importante, y lo de verdad relevante pasa a ser irrelevante».
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