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No deja de hablar de vida quien ha estado siete veces a punto de perderla y se ha despedido antes de tiempo de «33 amigos». No es una incongruencia. Es un grito de «realidad» y de «libertad». Sebastián Álvaro (Madrid, 1950) ha usado su experiencia ... fuera de la zona de confort para ofrecer un asidero -en forma de libro, escrito junto a José Mari Azpiazu-. Hoy, a las 19.00 horas, en el Centro de Estudios Lebaniegos de Potes, desmenuzará lo que se siente cuando se camina siempre al filo.
-Es una llamada a vivir la vida.
-Creo que esa pregunta debería contestarla otra persona. Para mí, una vida exenta de pasión no merece la pena.
-Desde que me fui de TVE he hecho 35 grandes viajes y expediciones. Este año tengo tres o cuatro extraordinarios: en Tierra de Fuego, en Patagonia, en el Tíbet y en el Karakórum. Voy a seguir haciendo lo mismo de siempre. A pesar del coste.
-He perdido 33 amigos en este tiempo. Eso te deja tocado, pero el único fracaso en la vida es no intentar vivir de acuerdo con lo que piensas y deseas.
-Las reflexiones de alpinistas que superaron situaciones extremas pueden servir a todo tipo de personas. El libro le puede ayudar también a gente que lo está pasando mal en la vida.
-Yo muchas veces lo he hecho leyendo. Hay gente que lo consiguió a través de 'Al filo de lo imposible'.
-Es que las montañas no se entienden sin los libros. Todas empiezan y terminan en uno.
-'El hombre y la tierra' y 'Al filo de lo imposible' marcaron la época más gloriosa de la televisión en España. Nosotros comenzamos el año en que murió Félix, con el que solía cruzarme en Prado del Rey. De él nos marcó un aspecto determinante: su forma de contar historias. Daba un plus a la narración. Era una mirada profunda y reflexiva. Nada que ver con la banalidad que impera hoy en día en la tele.
-Libertad y realidad. No alcanzo a ser libre en ningún otro lado como cuando acudo a ellas. Es una sensación de prodigio.
-Porque hay mucha gente que no lee. Es más cómodo lo conocido. La ruta normal del Everest por el lado sur es más asequible que ponerse durante meses a estudiar, ver, viajar, observar y hacer exploraciones a una nueva cima.
-Yo sé dónde están, pero tampoco quiero contarlo para que no se masifiquen. El verdadero alpinismo es el de exploración. Hay muchos lugares ignotos en la Antártida, Patagonia, Tierra de Fuego, Himalaya Karakórum o los Andes.
-El mismo que en la vida. Es una emoción primaria que nos ha permitido sobrevivir, pero también nos atenaza y nos impide avanzar. Hay que dominarlo con cabeza e inteligencia. Hay que tener el miedo justo para no matarte pero también la valentía suficiente para ponerte en marcha.
El lugar con el que soñaba cuando era niño. Al atravesar los desfiladeros y gargantas me vienen a la mente las primeras imágenes idealizadas y fantasmagóricas que tenía de joven. Para mí sigue siendo uno de los lugares más abruptos, agrestes y salvajes que hay en España.
-Por supuesto. Y uno de los paisajes de montaña más sublimes de toda Europa. La gente debería conocerlos para poder amarlos. Cuando te apasiona algo, sientes la necesidad de conservarlo para siempre y pones empeño para poder legarlo a las generaciones venideras.
-Es necesario regular y conservar, pero hay que hacerlo con mucha inteligencia. No hay duda de que los montañeros siempre hemos estado en cabeza de batalla en la salvaguarda de la naturaleza. No se nos puede ni se nos debe excluir. Los clubes, alpinistas, escaladores... debemos participar en la elaboración de ese plan.
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