La bicicleta y la escalada se unen para pedalear de la mano

Ya sea por el llamado efecto contagio (no, no se trata del covid), o por los efectos psicológicos del reciente confinamiento, por la creciente conciencia ecológica o por tratarse de una simple moda pero el caso es que la bicicleta y la escalada parecen empeñadas en pedalear de la mano. Muchos escaladores descubren ahora mismo el universo de las dos ruedas a una edad que puede parecer tardía (más allá de los cuarenta), pero se entregan a su nueva pasión con una ilusión tan obsesiva como la que les ha llevado a escalar durante décadas. Ahora, los días de escalada deportiva no se habla de cantos, regletas, pies de gato o caídas, sino de los fenómenos del Tour, de Strava, de carbono y frenos de disco, del peso de las bicicletas o de los puertos que sueñan con escalar.

También se comenta con cierta aprensión que pasar tantas horas de pie asegurando al compañero supone un perjuicio enorme para el descanso de las piernas: el ciclista profesional solo conoce dos posturas, a saber pedaleando o tumbado. Hay novenogadistas ilustres que han guardado para siempre en un armario sus arneses y demás aparejos de escalada para entregarse con ilusión casi infantil a la exigencia y la diversión del pedaleo, dando fe de que la pasión no se pierde si uno acierta a renovarla, o al menos a refrescarla.

De rebote, el verano ha traído desde los Alpes dos actividades tan interesantes como curiosas, dos viajes de comunión entre el ciclismo y la escalada llevados a cabo por figuras mundiales de la escalada y el alpinismo. No es que hayan inventado nada nuevo, pero su ejemplo trae al menos algo de frescura, la reivindicación de la sencillez, de la incomodidad, de la economía de medios para abrazar un verano lejos de casa porque bastante casa pasaron todos con el confinamiento.

Nico Favresse y Sébastian Berthe, especialmente el primero, forman parte de las grandes referencias de la escalada en pared, cualidad que valió a Nico un Piolet de Oro en 2010 por su impresionante acumulación de aperturas en Groenlandia. Berthe y sus mallas de colores y diseños imposibles, mallas agujeradas por la roca, saltaron a la fama cuando firmó una de las raras repeticiones en libre de The Nose (El Capitán, Yosemite).

La pareja belga, acompañada también en bici por un fotógrafo, ha escalado en apenas dos semanas las vías de pared más emblemáticas de los Alpes austriacos, uniendo en bicicleta sus objetivos: Silbergeier (250 m, 8b/+), Headless children (260 m, 8b), Des kaisers neue kleider (240 m, 8b+) y End of silence (350m, 8b+). De postre, se acercaron a la cara norte del Eiger para escalar en 18 horas su vía más dura: Odyssey (1.400 m, 8 a+). Por el camino, cerca de 500 kms de rodar con alforjas caóticas, y tirando se dendos carritos donde vijaban sus perros Kroux y Bintje. Una estampa tan humorística como estrambótica que contrasta con la seriedad del reto impuesto.

Menos folclóricas pero igualmente comprometidas, la reina alemana del alpinismo, Ines Papert, y la suiza Caro North acaban de cerrar un mes de viaje recorriendo Suiza de un extremo al otro con 'cero emisiones' enlazando itinerarios de escalada en bicicleta, de forma totalmente autónoma, acampando al aire libre cada noche. La aventura puede estar en casa, ahora que viajar parece una mala idea. La idea de ambas escaladoras pasaba por ser autónomas, tirando de un carrito en el que lograron colocar todo su material de escalada y acampada más la comida. No viajaron con mascotas, pero a lo largo del mes de pedaleo y escalada se movieron de este a oeste del país deteniéndose en las zonas de escalada más emblemáticas del país.

Su plan era pedalear hasta el extremo oeste de Suiza cargando todo su material de escalada y de acampada, así como comida, en sendos remolques, para ser lo más autónomas posibles. Por el camino, irían parando en algunas de las zonas de escalada más famosas del país alpino para añadir algo de vertical a su periplo que también pasó por el Eiger.