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Daila Ojeda escala una de las vías más clásicas de Cuenca, la Public Enemy. JAVI PEC
Daila Ojeda: «Me da pena quien solo ve números en la escalada»

Daila Ojeda: «Me da pena quien solo ve números en la escalada»

La canaria participa hoy con su ponencia en la vigésimo primera edición de la Semana Cultural de Montaña de Reinosa

Alberto Aja

Santander

Martes, 19 de noviembre 2024, 01:00

Daila Ojeda (Agüimes, Gran Canaria, 1981) es una de las grandes escaladoras deportivas actuales en el panorama nacional. Grancanaria y originalmente volcada al deporte acuático, se reconvirtió a los 18 años tras ver una competición de bloque. Después de eso la escalada se convirtió en su única pasión hasta hoy. Esta noche estará contando en Reinosa sus experiencias por todo el mundo, de la mano de la vigésimo primera edición de la Semana Cultural de Montaña, que organiza el club Tres Mares La Milana.

–¿Qué significa la escalada para usted?

–Para mí es todo. Recuerdo que en mis comienzos me inspiró mucho ver a alguna chica escalando, y luego, sobre todo, el estilo de vida que conllevaba, el espíritu de libertad, las amistades y camaradería, los viajes, las experiencias. El contexto en que se desarrolla este deporte hace que lo vivas todo con una intensidad especial.

–¿Cómo cree que viven la escalada las nuevas generaciones? ¿Hay diferencias entre la escalada actual y la de hace años?

–Como deporte está claro que ha explotado, se han alcanzado límites impensables hace años. Es un deporte especial que permite eso, explorar los límites, físicos y personales, de una manera increíble. Por otra parte, creo que en educación, en comportamiento y respeto al medio no se ha avanzado tanto. Hay una disociación entre el escalador actual del rocódromo, y como se comenzaba antes. Ahora es un gimnasio urbano y, a veces, el acercamiento de esta gente a escalar en la roca no es todo lo respetuoso que debiera.

–A nivel educativo, formativo, emocional, ¿qué aporta a los escaladores esta práctica?

– A mí escalar me ha salvado la vida; es un deporte que se integra con la propia vida, y todo está ahí, tus miedos e inseguridades, tu trabajo de superación personal. Me da pena a veces quien sólo ve números y entrenamiento en esto, se pierde la esencia.

–¿Conoce el mundo de la escalada clásica, de montaña a la que muchos escaladores trasladan su destreza añadiendo compromiso y dificultad?

–Sí, es un escenario impresionante. Yo he hecho un poco de vías multilargos, semiequipadas o equipadas, con gente con experiencia, en Montserrat y Dolomitas por ejemplo, aunque estoy más centrada en mis proyectos deportivos y laborales, ya que realizo numerosos viajes de escalada con clientes por todo el mundo.

–¿Cómo ve la figura de la mujer en la escalada?

–El ambiente en que empecé era bastante equitativo, pero sí que he vivido situaciones más que incómodas, cómicas. Me ha pasado que muchos chicos quieren 'ayudarme' cuando me ven escalar. Intentan aconsejar sobre qué vías son para mí y cuáles no por dificultad, y luego cuando me ven escalar se tienen que sonrojar. O cuando estoy escalando con mi pareja, a quien le preguntan por la vía es a él, y no a mí que soy la que está escalando o liderando. Es otro micromachismo que se plasma en estos comportamientos. Otra cosa que sucede es que en estos viajes que organizo para escalar, se apuntan mujeres cómo no, y a veces es un grupo exclusivamente femenino, y se nota. Cuando nos ven solas y estamos escalando en una zona nueva, pregunto por las condiciones, y aunque soy guía profesional, el hecho de no ver un hombre hace que no vean un líder. También las dinámicas entre nosotras son menos competitivas, más colaborativas, mientras que cuando he hecho esto mismo con chicos, se nota más la competitividad, todos tratando de demostrar quién hace más. La escalada siempre fue un espacio de libertad, pero es obvio que ciertas cosas aún son difíciles de erradicar.

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