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Sólo manos expertas están autorizadas a realizar el anillado de aves. Una labor de extraordinario valor para hacer seguimientos, evaluar y avanzar en la protección de la riqueza ornitológica que anida en nuestros humedales. El pasado sábado un paraje de la ría de Limpias fue ... el escenario elegido para una demostración práctica de la mano de SEO-Birdlife, en el marco de un programa apoyado con fondos europeos de la Red Natura 2000.
En este caso la clase magistral corrió a cargo de Fernando Pinto, un experimentado naturalista encargado de acometer esta labor crítica en la que, previamente, fueron capturadas una docena de aves en un cautiverio tan breve como exquisito. Los ejemplares, principalmente petirrojos, fueron atrapados por medio de redes desplegadas al borde de la orilla y especialmente diseñadas para este menester, todo ello contando con los preceptivos permisos. También se anillaron currucas capirotadas e incluso algún reyezuelo, que llama la atención por alcanzar apenas los seis gramos de peso.
Atraídos mediante señuelos que imitan el sonido de sus respectivas especies, los pájaros fueron meticulosamente desenredados y depositados en unos sacos individualizados, donde carecen de visibilidad para reducir su estrés. A continuación, y siguiendo una pauta estandarizada, se procedió a la toma de datos relativos a medida, peso, cantidad de grasa, musculatura, extensión de alas, sexo y edad estimada. Acto seguido se procedió propiamente al anillado y a la suelta. La anilla, que en nada interfiere en la vida del ejemplar, lleva un código que es el que permite en caso de localización en otro punto poder acceder a los datos originales y, por tanto, establecer comparativas respecto a su evolución o incluso respecto al alcance de sus travesías.
Esta formación estaba prevista dentro del curso de iniciación a la observación de aves impartido el pasado mes de octubre, del que quedó pendiente esta parte práctica debido a las inclemencias meteorológicas. La actividad estaba coordinada por Óscar Pradas y Javier López Orruela, del grupo local de SEO Castro Urdiales. Las óptimas circunstancias ambientales permitieron disfrutar de una jornada llena de descubrimientos a la veintena de participantes que se sumaron a esta actividad. Entre los perfiles había biólogos, veterinarios, un experto anillador de origen griego así como niños. Todos ellos, junto al concejal César Canales, tomaron buena nota de una operativa tan poco vista como crítica para mantener un efectivo control sobre las especies.
En este caso, el interés de la propia entidad ambientalista se veía reforzado al ubicarse la experiencia en el cierre sur del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel. Una localización donde no hay un sistema de anillamientos permanentes, en comparación a la parte costera de esta Zona de Especial Protección de Aves (Zepa). En el punto elegido se da la transición entre la ría y el río de agua dulce, lo que también influye en el tipo de especies que lo frecuentan. La demanda de este tipo de actividades, que se reeditarán en un futuro, acredita el creciente interés por la puesta en valor de un entorno que aún está pendiente de que se culmine el saneamiento integral de todo el cauce fluvial. Pese al panorama desalentador que ofrece la exasperante lentitud burocrática, se apuntaron pequeñas notas de optimismo. Como el avistamiento de nutrias en un punto próximo al puente. Algo que resulta extraordinario respecto a lo que acontecía años atrás.
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