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¿Qué tienen que ver unas nevadas colosales de principios de 2015 con los berridos de los venados que se oyen estos días por los ... montes cántabros? A primera vista, poco o nada. Pero en la práctica, más de lo que parece. La berrea, la época de celo de los ciervos, entra en sus días señalados. Y la de este 2022 tiene su pequeña historia oculta. En muchos de esos bramidos hay una frase escondida. «Soy un hijo de la 'Berrea 2016'. La mejor que se recuerda de los últimos tiempos». La de este año es la berrea de los hijos de la nieve.
El invierno de 2015 fue especialmente duro en Cantabria. Unas nevadas imponentes sepultaron Cantabria y masacraron a la naturaleza. Eso activó el darwinismo en todo su sentido. Sólo sobreviven los más fuertes. Y eso se plasmó incluso al cabo de mucho tiempo. Año y medio después, la berrea de 2016 -que sigue haciendo, a los frikis del asunto, poner los ojos en blanco al recordar lances completos- se caracterizó por muy pocos animales, pero soberbios. Paseo para un lado, paseo para otro, bramidos todo el día... Era como estar metido de lleno en un documental en el que cada escena era mejor que la anterior. Una gozada.
De aquellos amoríos del otoño de 2016 nacieron, allá por finales de mayo o principios de junio de 2017 esos pequeños 'bambis'. Ellas, siempre más discretas, ya llevan algún tiempo trayendo sus propios bebés al mundo. Pero ellos, las estrellas mediáticas de esta película, ya están preparados para reclamar el trono. Los venados con denominación de origen 'Berrea 2016' ya tienen cinco años -los que hayan llegado hasta aquí, que la vida de un animal salvaje no es fácil- y la edad perfecta para derrocar a los grandes machos que campen por su zona.
«Con cinco años, sí. Ya están en su momento». César Fernández es el guarda mayor en una de las 'oficinas' más impresionantes del mundo, la Reserva del Saja. Y por lo que ha visto a pie de 'prao', «se ven venados guapos. Aunque hay poca densidad de animales, tanto de machos como de hembras. Pero lo que sí hay es calidad».
Preparados para todo Si ya en el monte el tiempo es de lo más cambiante, es otoño en Cantabria. Si la excursión dura algunas horas, no está de más echar ropa de abrigo en la mochila.
Unos prismáticos Casi más importantes que la ropa. Los mejores amigos de un aficionado a la naturaleza. Por una cantidad razonable hay cosas interesantes.
En voz baja Los venados no están 'atontaos' y sin enterarse de nada. Si ellas siempre son un diez sobre diez en atención y recelo, ellos andan en un 7,5. Un ruido de más, una voz más alta que otra y fin de la escena. Se irán con la música a otra parte.
Buenos lugares Desde donde se domine un pequeño valle, o alguna braña. Con unos prismáticos el espectáculo puede ser más que bueno.
Las horas En un día normal de berrea, el 'turno de mañana' suele concluir sobre 10.30 u 11.00 horas. Y el de tarde, empezar sobre las 17.00 hasta el ocaso. Pero en días fuertes, hay berrea todo el día.
La razón para la escasez en los montes viene principalmente de dos factores. «Por un lado la sarna, que ha pegado duro durante el invierno», señala el guarda mayor de la Reserva. Por otro, está el monotema que tiene en jaque a buena parte de los pueblos del interior -aunque ya están cerca de la costa- de Cantabria. «Es que, debido al lobo, la dinámica del monte es absolutamente diferente desde hace unos años», añade Fernández. «Y los venados se están adaptando a este periodo que les ha tocado». Entre finales de mayo y principios de junio, cuando nacen los pequeños de cada año, «hemos visto pocas crías. Nos queda la duda de si las hembras no las enseñan. Intuimos que es por el tema del lobo, que ha entrado en la cadena. Y sus manadas están muy altas en cuanto a número».
Los venados de las zonas más bajas ya empezaron el 1 de septiembre a hacerse notar. Como es usual, de forma más o menos intermitente. Es en esta semana cuando, a priori, en todos los montes más elevados la berrea está en pleno apogeo. La sequía que ha azotado a Cantabria este pasado verano y que ha dejado los montes con una pinta más seca de lo que es usual en estas épocas del año, no tiene por qué ser un factor determinante para que se vean mejores o peores 'bichos'. «Comida hay en el monte, y agua también. Y el pasto seco no es malo para los venados», comenta Fernández. «Cuanto más seco es, más retienen la sustancia en el estómago. Ya se verá cómo ha afectado a la cuerna».
Desde hace varios años, para ir al monte a ver la berrea casi no hay más opción que buscarse la vida, preguntar a alguien de la zona por algún buen lugar y lanzarse a la aventura. Porque desde la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente ya no se ofertan esas excursiones guiadas para presenciar la berrea. Apenas hay una iniciativa similar. «Y solo con grupos especiales. Este año con Ampros, con los que tenemos programas específicos todo el año. O también vamos con asociaciones como Buscando Sonrisas», señalan desde la Red Cántabra de Desarrollo Rural. El motivo para ese paso a un lado del Ejecutivo regional en una actividad que era «muy demandada» es el de dejar el protagonismo a empresas privadas que se quieran meter en el negocio. «Aunque no hay muchas», reconocen desde la Red Cántabra de Desarrollo Rural.
Se vaya como se vaya, el plan es más o menos el mismo para contemplar un espectáculo efímero, que en los primeros días de octubre echará el telón. Si lo que se quiere es pasar un día entero de monte, una 'mochila de todo', desde crema solar hasta ropa de abrigo; unos prismáticos -indispensables- y no armar mucho ruido son tres pilares fundamentales para tener éxito.
Y a nada que acompañe la suerte, llegará la escena. La de un animal habitualmente esquivo el resto del año y que se muestra estos días en todo su esplendor. En este 2022, el bramido de algunos machos, además del consabido «mirad qué guapo y fuerte soy», tendrá también un significado. «Esta tierra de mis padres es querida para mí», dice la primera frase del himno de Gales que bien pueden hacer suya los hijos de aquellos venados de 2016. Los príncipes que ahora quieren ser reyes para así honrar la memoria de sus progenitores. Aquellos venados que desafiaron a la naturaleza en 2015 para sobrevivir y que protagonizaron tiempo después aquella berrea que aún se recuerda. La historia de sus hijos se escribe estos días en los montes de Cantabria.
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Ana del Castillo
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