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Lago de Isoba. I. Santos
El lago que anegó un pueblo de León por no socorrer a un peregrino

El lago que anegó un pueblo de León por no socorrer a un peregrino

Uno de los lagos más conocidos de la provincia es de origen, según la ciencia, glaciar, pero otra teoría, legendaria, explica de una manera diferente cómo se formó

Dani González

León

Lunes, 10 de marzo 2025, 15:13

Casi en la frontera con Asturias, a través del puerto de San Isidro, emerge, a escasos metros de la carretera, el lago de Isoba, también llamado lago Presente. Su origen, a nivel científico, aseguran que es glaciar, como sucede con otro tipo de formaciones acuáticas del estilo cercanas, como el Lago Ausente, a unos kilómetros al oeste. Es un lago pequeño, de apenas cinco metros de profundidad y unos 400 metros de perímetro.

Pero la leyenda recoge otro origen, otro motivo para la formación de este lago en un lugar tan cercano a la población que le da nombre, Isoba, perteneciente al municipio de Puebla de Lillo.

Y es que esta zona era, en la Edad Media, zona de peregrinaje. Decenas de peregrinos atravesaban el macizo del Mampodre para completar el Camino del Salvador, con destino en la ciudad de Oviedo. Muchos de ellos acudían allí para rezar primero al Salvador – Jesucristo – antes de dirigirse a Santiago de Compostela, como rezaba una copla de la época:

Quien va a Santiago

y no al Salvador,

visita al criado

y olvida la Señor

Pero en el siglo X, según cuenta la leyenda, el moro Almanzor, califa de Córdoba y uno de los líderes árabes más temidos en tiempos de la Reconquista, quiso sembrar el pánico entre los peregrinos, por lo que muchos de ellos tuvieron que cambiar sus rutas y caminar por lugares menos habituales.

Uno de ellos era este macizo del Mampodre. Y hasta allí llegó, un buen día, uno de esos peregrinos. El camino había sido duro, las pendientes de esta zona de montaña leonesa y las horas caminando le habían dejado muy fatigado, hambriento y sediento.

Cuando estaba llegando a la cumbre alcanzó Isoba, último pueblo en la provincia de León antes de adentrarse en Asturias. Necesitaba ayuda y llamó puerta por puerta, pero nadie le atendió. Tan sólo pedía un poco de agua.

El lago de Isoba. I. Santos

Sólo una puerta se abrió

Sólo dos personas atendieron a este peregrino: el cura y una mujer que era conocida como la 'pecadora', ya que corría el rumor de que era la madre soltera del propio sacerdote. Tras descansar gracias a la caridad de estas dos personas, el peregrino se levantó para continuar su ruta. Pero estaba realmente molesto con la poca solidaridad y hospitalidad de estos vecinos de Isoba.

Así que, antes de abandonar el pueblo, exclamó: «¡Hundáse Isoba, menos la casa del cura y de la pecadora!». Acto seguido, el agua emanó de las laderas de las montañas que circundaban a este pueblo. Estos torrentes llegaron con una fuerza inusual al pueblo, empezó a subir el nivel del agua y el pueblo quedó anegado bajo la misma. Sólo se salvaron dos casas: la del cura y la de la pecadora.

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