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A nadie le resulta curioso que Cantabria sea una de las comunidades autónomas donde mayor presencia de orquídeas salvajes se pueden encontrar. Pese a todo se producen descubrimientos, con el paso del tiempo, como el ocurrido en la cordillera cántabra de Picos de Europa. Dos especies de las que existen pocas poblaciones como son el Epipactis palustris o heleborina de los pantanos y la Ophrys lutea conocida como orquídeas abeja. Un hallazgo que «es muy buena noticia» como asegura, Jon Palazuelos, ingeniero técnico forestal y gerente de Cantabria Experiencial. Estas plantas suelen ser conocidas por el atractivo de sus flores, pero cuentan con diferentes estratagemas a la hora de atraer a los polinizadores.
En el caso de la heleborina de los pantanos se encuentra en peligro de extinción y aparece en muy pocos lugares. «En las zonas en las que aparecía antiguamente, pues ya cada vez aparecen menos. Entonces que hayan detectado ahí, aunque sean dos ejemplares en Camaleño, pues es una muy buena noticia. Aunque esa sí que es una orquídea realmente rara a nivel de Cantabria», añade Palazuelos. Tal es la dificultad que tienen para reproducirse que en algunos lugares optan por métodos como el cultivo in vitro. «No son fáciles de reproducir precisamente porque tienen una relación muy estrecha con algunos hongos y se asocian a las raíces por lo que hacen que sean muy difíciles de reproducir. Que a nadie se le ocurra trasplantar una orquídea silvestre, porque es raro que vuelva a florecer o que vuelva a salir, porque el hongo que tiene asociado a las raíces también tiene que prosperar en el sitio en el que lo pongas».
Jesús García, naturalista y exdirector de Centro de Investigación del Medio Ambiente (CIMA), cree que se necesita una revisión del catálogo de especies protegidas en Cantabria. «Desde 2008 no se tiene absolutamente una ampliación y ninguna actualización. Alguna de las orquídeas debería estar ahí», concreta. «Las orquídeas son una familia que es tremendamente voluble en función de las circunstancias ambientales y climatológicas. Son un auténtico laboratorio, pruebas de cómo repercuten los cambios climatológicos o climáticos, de tal manera que son especies que a veces tienen unas poblaciones tremendas y luego otros años pues prácticamente no florecen o no aparecen y son muy volubles, aunque también son indicadores en ciclos muy cortos de cuál es la tendencia climatológica».
La heleborina de los pantanos destaca por sus hojas lanceoladas y alternas, además de unas flores simétricas bilaterales que cuentan con un atrayente colorido. El otro hallazgo, la orquídea abeja, posee un tallo floral erecto, sencillo y con unas flores de un color amarillo canario intenso.
Una de las cualidades que caracterizan a las flores de las orquídeas son las imitaciones que realizan de las formas hembras de los insectos polinizadores. «Han creado órganos falsos, tubos, espolones o en otros casos, dispositivos muy peculiares, donde parece que ahí no hay nada, lo que provoca es que el insecto vaya allí a buscar el polen», puntualiza García. «Han diseñado mecanismos de reproducción a través de las formas de sus flores sorprendentes, como ninguna otra familia del mundo vegetal ha logrado».
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