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RAFAEL FRANCÉS
Santander
Lunes, 21 de noviembre 2022, 14:44
La Cordillera Cantábrica, en su parte leonesa, empieza a tener una población estable de oso cantábrico. Es la conclusión a la que ha llegado el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), tras analizar el comportamiento de los plantígrados que se dejan ... ver en las zonas de Babia, Luna y Omaña. De hecho, este equipo experto da por hecho que el animal ya está asentado en la provincia e incrementa al territorio leonés el área reproductora de la especie.
La llegada se está produciendo desde Asturias y aquí empiezan a asentarse familias enteras de la especie, tal y como recogen en su informe sobre el seguimiento de la población osera y su apego a de las hembras reproductoras a las áreas de nacimiento.
El territorio en el que se asientan las hembras de oso pardo acaba llevando a un lento incremento de población osera, algo que ya se está constatando en Omaña, donde hay serios indicios de la presencia de juveniles en dispersión corriendo por las montañas leonesas. Y es que el valor biológico de estas zonas, enclavadas en plenas reservas de la biosfera, permite al oso contar con refugios y alimentos para el desarrollo de su vida.
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El trabajo de Fapas también ha permitido localizar la presencia de osos machos procedentes de áreas más orientales, hasta la localización de hembras y crías. Por todo ello se atreven a afirmar que la presencia osera es ya muy estable tras localizar conductas reproductoras.
Además, la lenta expansión del oso pardo por Asturias ha dado un paso más al entrar en el municipio de Oviedo, desde Santo Adriano hacia el valle del río Trubia. Lo avanza el director de la Fundación Oso Pardo, José Tuñón: «Los osos están saliendo poco a poco de su área natural de los últimos años como son los concejos de Quirós, Proaza o Santo Adriano para cruzar las crestas de las montañas y alcanzar nuevos valles para conseguir comida». De momento, no hay poblaciones asentadas. «Las zonas altas de Trubia y San Andrés ya cuentan con osos desde hace tiempo que se alimentan y merodean por la zona aunque aún sin ofrecer una población estable», añade.
Osos en Liébana
Elena Tresgallo
Elena Tresgallo
Esta lenta expansión osera tiene mucho que ver con el incremento del número en la especie gracias a la importante protección y también a la reducción de la actividad humana en la zona rural que despeja el camino para que los plantígrados campen más a sus anchas por nuevos territorios antes prohibidos para ellos.
Aparte de varios avistamientos lejanos, las pruebas de la presencia de los osos en el valle del Trubia o en el concejo de Grado hay que encontrarlas en diversos indicios. «La Guardería del Principado ha encontrado huellas de osos, vestigios y algún que otro ataque a colmenas, son muy golosos. Utilizan periódicamente estas zonas para alimentarse y también para refugiarse», explica José Tuñón.
El oso pardo es el animal terrestre en estado salvaje más grande de la fauna ibérica. Su esperanza de vida supera los veinte años. La población occidental mantiene un censo estimado que supera los 260 ejemplares y se extiende por un área aproximada de 2.800 kilómetros cuadrados, desde los Ancares (Castilla y León) hasta la zona central de la Cordillera Cantábrica.
Somiedo es, junto con el Parque Natural de Fuentes de Narcea, Degaña e Ibias, Proaza, Quirós y Santo Adriano, los sitios donde es más fácil ver osos. El pardo cantábrico es una de las subespecies de oso pardo más pequeña del mundo. Los machos pueden llegar a sobrepasar los 180 kilogramos, mientras que las hembras rondan los 100 o 140 kilogramos, si bien sufren enormes variaciones de peso a lo largo año. Renuevan su pelaje una vez al año, en verano, y su tonalidad varía entre el pardo amarillento y el marrón oscuro. El olfato, su sentido más desarrollado, es extremadamente agudo. Gracias a él pueden detectar a larga distancia muchas de sus fuentes de alimento, amenazas y hasta el estado sexual de otros ejemplares.
Al igual que los humanos, el oso pardo es plantígrado; es decir, que al caminar apoya completamente la planta de sus pies. Está bien capacitado para escalar, subir a los árboles y erguirse sobre las patas traseras para acceder a determinados alimentos. Y ahora, desde no hace tanto, ya no es un imposible avisar uno en los valles de Trubia.
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