«Que no se quede nadie sin ver una cueva porque tenga algún tipo de limitación»

Lo harán de la mano del grupo Alto Relevo Clube de Montanhismo, de Portugal, con quienes están desarrollando un proyecto de cooperación 'Erasmus +', para lo que han recibido una ayuda europea de 60.000 euros. La propuesta de las cuevas inclusivas es solo uno de los apartados del programa, que se basa en la colaboración y el intercambio de conocimientos entre estos colectivos.

Una interacción que, curiosamente, nació de un rescate en la cueva de Coventosa (Arredondo) en 2019, cuando integrantes de Espeleosocorro Cántabro participaron para ayudar a salir a cuatro espeleólogos del grupo portugués y, a partir de ahí, mantuvieron posteriormente el contacto y la cooperación.

La propuesta de la escuela de espeleología de la Fundación Esocán y Alto Relevo se desarrollará a lo largo de dos años y se fundamenta en dos apartados. La movilidad y el intercambio de conocimientos, por un lado, y la espeleología adaptada, por otro.

En el apartado de intercambio de sinergias del proyecto, ambas agrupaciones compartirán conocimientos y trabajarán en el intercambio de personal técnico en programas formativos y de deportistas en acciones formativas conjuntas. Y en relación con la promoción de la inclusión y la diversidad, el proyecto se propone como objetivo prioritario avanzar en el acercamiento de la práctica de la espeleología a las personas con discapacidad.

Un campo este último en el que ya han tenido una aproximación gracias a su contacto con asociaciones como Amica o las jornadas que han organizado este mismo año sobre barranquismo y espeleología inclusivos. Sin embargo, desarrollar actuaciones en este ámbito es complejo. «Hemos estado buscando y es que no hay nada. Ni en literatura, ni en bibliografía, ni en experiencias... Así que dijimos: o lo hacemos nosotros o no nos lo va a hacer nadie», relata González Hierro.

Los primeros pasos se basarán en conocer qué es lo que se está haciendo en montaña «y cuando sepamos cómo hacerlo fuera, lo trasladaremos al interior de la cueva». A la pregunta de si hay demanda, González Hierro responde que «no hay demanda porque no hay oferta». Esocán ha trabajado en la medida de lo que ha podido con Amica, «pero siempre nos hemos quedado con ganas de más y en esquí hay mucho, baloncesto, fútbol, natación, en escalada hay algo, en senderismo también, pero en espeleología y barrancos no hay nada y en la comarca y en Cantabria menos todavía, y alguien tiene que romper por ahí».

La finalidad es, en palabras del presidente de la fundación, «aprender y desarrollar técnicas, estrategias y rutas para gente que presente algún tipo de discapacidad». Para ello van a empezar con la movilidad reducida y visual, «porque lo que hagas para un tipo de discapacidad no te sirve para las demás». Y después se abrirán a otras realidades como el síndrome de Down o los problemas auditivos.

Un proyecto, eso sí, a largo plazo. De momento serán dos años con idea de ampliarlo en una etapa posterior a otros tres o cinco más, en función del apoyo que consigan de la Unión Europea y que proyecta el desarrollo de rutas, ferratas inclusivas, cuevas inclusivas y un largo etcétera. Ni Esocán ni y Alto Relevo se ponen barreras. «Muchas veces las barreras son mentales y las ponemos nosotros, que no nos atrevemos a trabajar con este tipo de deportistas y no hay hambre en ellos porque tampoco encuentran a quien pedirle que les lleve», analiza.