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Con las primeras nevadas despiertan también las ganas de muchos por visitar la montaña para disfrutar del frío invernal. Además de regalar preciosas postales, los mantos blancos ocultan, en muchas ocasiones, los riesgos que entraña la montaña, sobre todo para aquellos que de manera despreocupada ... ascienden hasta estas zonas.
En este aspecto, el equipo técnico y el profesorado de la Escuela de Espeleología, Media Montaña y Barrancos de la Fundación Espeleosocorro Cántabro (Esocan), ubicada en Ramales de la Victoria, están desarrollando un proyecto con la metodología ATES (Avalanche Terrain Exposure Scale) en el macizo del Castro Valnera y Alto Asón para prevenir riesgos en las actividades invernales.
La técnica ATES, desarrollada en 2010, es un sistema de clasificación que diferencia entre distintos tipos de terreno en función de su grado de exposición a aludes. Como resultado se obtiene una cartografía en la que se representan mediante colores estas distintas superficies. La herramienta se ha implementado en el Pirineo, donde ya hay varias zonas cartografiadas disponibles para el público.
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El técnico de alta montaña de la escuela con experiencia en más de cuatro ochomiles, Roberto Rojo, ha detallado que en las montañas del Alto Asón «no hay riesgo de grietas en glaciar, sin embargo al ser un terreno kárstico, el peligro se presenta por la existencia de grandes torcas y simas que pueden quedar parcialmente tapadas por la nieve». Por su parte, el técnico de media montaña, guía en las Merindades y docente, Fran Somoza, ha explicado que «el riesgo de aludes, en general es bajo y de pequeña entidad, sin embargo la existencia de trampas en el terreno eleva considerablemente los daños que éstos pueden ocasionar a montañeros que no sepan evaluar la zona por el que discurre su excursión».
De este modo, la Escuela de Espeleología está añadiendo otras variables a la cartografía oficial, obtenida a través de los webs maps services de la Infraestructura de Datos Espaciales del Instituto Geográfico Nacional. Pendientes, orientación, altitud, trampas del terreno, grandes torcas o vegetación se toman en cuenta para poder evaluar el riesgo de la ruta a seguir por los montañeros.
El director del centro, Martín González, indica que «esta información pretende ser útil para la planificación de los itinerarios y convertirse en una herramienta de prevención de incidentes en un macizo en el que cada vez es más frecuente ver a los grupos de rescate». González ha añadido que tanto el GREIM de Ezcaray como el de Potes se encuentran alejados por lo que «aquí la prevención es el mejor rescate».
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