Taramundi, la cuna del turismo rural forjada con hierro y agua

Se ha dicho de él que es un pueblo de cuento; también, que es un pueblo mágico. Seguramente porque su naturaleza, su historia, su patrimonio y su cultura hacen de Taramundi «un gran parte temático al aire libre». De la descripción que hace Turismo Asturias de este territorio de la comarca Oscos-Eo, en el extremo más occidental del Principado, se puede deducir que cada visitante vivirá y disfrutará de su propia experiencia.

Quienes busquen tranquilidad y descanso en plena naturaleza encontrarán un gran destino en este territorio incluido en la Reserva de la Biosfera Río Eo, Oscos y Terras de Burón. No en vano, aquí nació, hace ya cuarenta años, el turismo rural de España, con La Rectoral como mascarón de proa.

El hotel que se creó en la antigua casa rectoral de Taramundi (de ahí su nombre) para revitalizar la economía de un concejo que agonizaba a finales de la década de 1970 es en sí mismo uno de los atractivos turísticos de un pueblo no exento de recursos que se descubren paseando entre los edificios de piedra y pizarra.

Transitar por las calles de la villa de Taramundi permite descubrir gran parte de la historia del concejo, que es también la de Asturias. A las afueras del núcleo urbano se encuentra el yacimiento arqueológico de Os Castros, de la Edad del Bronce, considerado uno de los más importantes del Principado. Una exposición permanente sobre el castro puede verse en la Oficina de Turismo.

En el centro del pueblo, frente al Ayuntamiento, se encuentra el Carbayo do Poyo, una escultura tallada con la madera de un roble que se plantó en 1584 para conmemorar la concesión del título de villa a Taramundi, hasta entonces parte del hoy vecino concejo de Castropol. Y un poco más arriba de esta pieza, otro de los elementos más queridos por los vecinos: el monumento al maestro Manuel Lombardero, un conjunto escultórico financiado por emigrantes para homenajear a quien fue su querido profesor.

En el pueblo de Ouria, subiendo a Taramundi desde Vegadeo por la carretera AS-21, se puede ver uno de los elementos patrimoniales más cuidados de Taramundi: un caleiro.

A principios del siglo XX, en este pueblo existían dos de estas construcciones dedicadas a la producción de cal que utilizaban coque como combustible. Este caleiro, testimonio de esa actividad, fue rehabilitado en el año 2008.

A divulgar esta artesanía tradicional, que sigue siendo una de las actividades económicas principales del concejo, contribuyen también algunos artesanos, que muestran su fragua a quienes se interesan por la manufactura del hierro. Es una forma de dar a conocer la actividad de un sector que trabaja por conseguir la IGP de las navajas de Taramundi, un sello de garantía de su origen y autenticidad.

Pocos de quienes visitan estos talleres evitan adquirir como recuerdo uno de estos filos con mango tallado también de forma artesanal. Si usted es uno de ellos, no olvide que, según dicta la tradición, no lo puede regalar. Pida a cambio, al menos, un céntimo.

La cuchillería de Taramundi enraíza directamente en su naturaleza: la abundancia de mineral de hierro, agua y madera favorecieron el florecimiento de mazos.

El influjo de esta naturaleza en el concejo y en quienes lo han habitado desde tiempo inmemorial se palpa hoy en conjuntos etnográficos de visita obligada como son el Museo de los Molinos de Mazonovo, el Museo Etnográfico de Esquíos, Os Teixóis y As Veigas.

Uno de los recursos más atractivos de Taramundi y de toda la comarca de Oscos-Eo es el Museo de los Molinos de Mazonovo, donde se puede conocer la evolución de la tecnología que ha hecho funcionar los molinos a lo largo de la historia. Con 19 molinos, está considerado el mayor museo de molinos de España y varios de ellos siguen en funcionamiento.

Visitable solo con cita previa, este concejo etnográfico, Bien de Interés Cultural desde 2005, constituye un gran ejemplo de arquitectura tradicional (viviendas, hórreos, cabazos) definida por el aprovechamiento energético del agua. Aquí se pueden conocer ingenios hidraúlicos como el molino, la rueda de afilar, un batán e, incluso, una pequeña central eléctrica.

Con un fragua en la que aún pueden fabricarse navajas y cuchillos, este museo etnográfico, ubicado a unos kilómetros del pueblo de Taramundi, atesora tanto utensilios de los antiguos ferreiros, como herramientas propias de otros artesanos y los enseres de las casas de antaño. En total, más de un millar piezas distribuidas en las dependencias de una vivienda tradicional de la zona.

A unos ocho kilómetros de Taramundi, rodeado de una frondosa vegetación, está la aldea de As Veigas, una joya patrimonial que parece congelada en el tiempo y que bien merece el desvío de quien quiere conocer las raíces de esta tierra.

Los atractivos de Taramundi no terminan aquí. Su paisaje es un gran valor y un gran recurso para el turismo activo. Las masas forestales y los recursos hídricos abrigan y acompañan a quienes se animan a recorrer sus bosques a pie. Entre las rutas senderistas más destacadas del municipio se encuentra la Ruta del Agua, que se puede comenzar en el pueblo de Bres.

En cuanto a la oferta gastronómica, los restaurantes del concejo ofrecen menús y cartas de cocina tradicional asturiana y, en el capítulo de producción agroalimentaria, Taramundi es conocido por su pan y sus quesos, que protagonizan una feria anual que suele celebrarse en Semana Santa.

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