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Ainhoa de las Heras
Santander
Sábado, 3 de febrero 2024, 07:51
Natalia Lartitegui, de 23 años, lleva 5 meses viajando por el mundo. No se considera una turista al uso, sino una «viajera». «Busco una experiencia más profunda y enriquecedora. Contactar con la gente local, meterme en su cultura». En este casi medio año de aventura ... por países tan poco masificados como Kazajistán, Irán o Azerbayán, se ha cruzado con otros viajeros, pero ninguno tan joven como ella. «Nunca habían conocido a una vasca». La han recibido con mucha «hospitalidad», especialmente en Irán.
Estudiante de Psicología, estuvo trabajando durante ocho meses y ahorró para ahora poder cumplir su sueño: saltar de un país a otro. Para ella, cada día es una lección. Le gustaría poder aprovechar toda la experiencia y conocimientos que está acumulando para una posible salida laboral en el futuro relacionada con los viajes. De momento, se plantea seguir como trotamundos «uno o dos años. Quiero hacerme todo Asia».
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«Gasto menos que mis amigas en Bilbao saliendo de discotecas cuatro fines de semana», asegura. Utiliza una página web en la que una comunidad de viajeros comparte alojamientos por todo el mundo. «Te quedas en sus casas. Es un intercambio cultura en el que las dos partes ganan. No me imagino en un hotel».
Esta pasada semana, en plena ola de frío polar, ha recalado en Yakutsk, capital de la República de Sajá, en Siberia, la ciudad más fría del mundo, con una temperatura media en invierno de entre -45º y -50º. La mínima registrada en esta ciudad rusa, situada a 450 kilómetros del Círculo Polar Ártico, es de -64,4º. «Es como un congelador, que suele estar a -18º, pero multiplicado por veinte». La ciudad está cubierta de nieve y tiene unos 330.000 habitantes, «como Bilbao». Sus padres le repiten: «No te podías haber ido más lejos», sonríe. «Una madre es una madre y se preocupa. Me recuerda todos los peligros que hay y me pide que tenga cuidado, pero a la vez me anima a cumplir mi sueño».
Aterrizó el pasado día 16 de enero y se aloja con una familia «con cuatro niños», a los que se escucha de fondo en el teléfono. Aunque parezca mentira, «la vida aquí continúa. Hay colegio, discotecas, museos, ópera, exhibiciones...». Pero deben adoptar un montón de «precauciones que en otras latitudes ni nos planteamos». Por ejemplo, «no puedes usar gafas porque se congelan y se quedan pegadas a la piel. Lo primero que te advierten es que no toques barandillas, farolas, pomos de puertas exteriores o cualquier superficie metálica porque te quedas pegado, como cuando sacas algo del congelador».
Su próximo destino es Mongolia, donde le espera su padre, el otro gran viajero de la familia
Cuando salen a la calle, «tienen que andar ligero. Si salieras desnudo, morirías en un minuto». Los autobuses de línea «pasan cada pocos minutos para que la gente no esté esperando en la calle». Natalia asegura que «el frío no se siente, directamente te duele». «Cuando sacas la mano para hacer un vídeo ves cómo los dedos se empiezan a poner blancos». Los teléfonos móviles se congelan y se apagan, aunque una vez en el interior vuelven a encenderse. Lo mismo que cualquier otro dispositivo electrónico, «sólo funcionan con el calor». Natalia ha hecho una prueba. Ha salido a la puerta de casa con un vaso de agua. Al lanzarlo al aire, se convierte al instante en lluvia de nieve.
Se ha tenido que comprar unas botas de la talla 42 para poder calzárselas con los cuatro pares de calcetines gordos que se pone. También lleva cuatro pantalones y seis capas de arriba, desde dos camisetas térmicas, un jersey, dos chaquetas de borreguito y abrigo, además de gorro, «dos o tres bufandas» y guantes. Pese a todo, «se te congelan las pestañas en cuestión de minutos».
Una de las aficiones de los yakutanos es el 'icefishing', que consiste en hacer un agujero en los ríos congelados y pescar. «Cuando sacan el pez se congela en el momento, le echan sal y se lo comen así, crudo». También consumen carne de caballo helada.
No ha tenido muchas experiencias negativas, «algún chico me ha dicho algo, pero eso me puede pasar también en Bilbao». Su hermana mayor, sus amigas la consideran una «valiente». «La mayoría no lo entiende y a otras las animas a viajar». Cuelga sus experiencia en Instagram (natalialartiteguii). Su próximo destino es Mongolia, donde tiene planeado encontrarse con su padre, otro gran viajero. Después. seguirá hacia China, Corea, Japón, Vietnam, India y Nepal, evitando Myanmar, en plena guerra civil.
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