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Los apenas 5,6 kilómetros de recorrido la convierten en poco más que un paseo para estirar las piernas. Pero suponen un camino diferente para conocer uno de los monumentos más visitados de la costa cántabra al que, dada la cercanía de una carretera, la mayoría de sus visitantes se acerca en coche. Una sencilla ruta lleva desde la playa de Cuberris hasta el faro del Cabo de Ajo. Mucho más conocido por ser el faro que el artista cántabro Okuda decoró con mil colores.
Un amplio aparcamiento junto a la misma playa de Cuberris, en este pueblo del municipio de Bareyo, sirve de lugar perfecto para dejar el coche y comenzar la ruta. Junto a ese espacio, parte una estrecha carretera. El recorrido es de apenas un kilómetro, y poco antes de que termine ese vial hay la única bifurcación del recorrido. Hay que seguir de frente y no coger el desvío hacia la derecha.
El sonido del mar anticipa lo que está por venir. A los pocos metros, la carretera finaliza y se entra en una pista. Y a los pocos metros, hay que dejar la pista para desviarse otra vez, en este caso hacia la izquierda. Un paso entre las alambradas tiene un sencillo cartel con la palabra 'faro'. No hay pérdida.
Localización: Ajo (Bareyo).
Duración total: 1 horas y 45 minutos.
Longitud total: 5,6 kilómetros.
Nivel: Fácil.
A partir de ahí empieza una senda que supone un pequeño reto para el caminante. Con el mar a muy pocos metros, se va siempre protegido por una 'muralla' de rocas. El camino, estrecho, en las más de las ocasiones está bien marcado. Pero a veces, entre las rocas, el sendero se pierde en lo que parece una propuesta de juego al caminante para encontrarlo. Aunque las abundantes señales hacen que de un golpe de vista, se vuelva a recuperar el camino correcto.
Ese andar a veces entre rocas, en ocasiones un pequeño salto... Aunque unas cuantas ayudas en forma de pasarelas hacen más fácil salvar algún pequeño desnivel, no está de más llevar algún bastón –además de buen calzado– para evitar algún resbalón. A cambio de esa mínima precaución, el camino ofrece el tener la costa y las olas que rompen contra las rocas bastante cerca, en una imagen de lo más curiosa e impresionante. El mar rugiendo a muy poca distancia y con la protección de un 'muro' hecho de piedras, algunas con formas de lo más extravagante.
*Consulta la ruta en Wikiloc:
Muy poco a poco, el camino va ganando algo de altura. Para los avezados en la montaña, casi inapreciable al tratarse de un sendero que transita paralelo a la costa. Al punto, al fondo ya se divisa la parte más alta del faro del Cabo de Ajo. La referencia de que se está en el camino correcto. El sendero transita cerca de un acantilado y otra parte lo hace sobre una roca. Esa cuesta hacia abajo desemboca en el mar e invita a tener algo más de prudencia, aunque siempre hay un alambrado que ofrece algo de seguridad. Si el tiempo acompaña en un día soleado, las vistas de muchos kilómetros de costa, con Santander al fondo, son espectaculares.
Tras salvar un pequeño muro de piedra, los últimos metros son los más empinados. Pero apenas es una mínima cuesta. Tras ella, ya se puede contemplar todo el paraje presidido por el faro y su paleta de colores dibujada por Okuda. Tras franquear la delimitación que marca una cuerda, varias pistas, perfectamente acondicionadas, permiten moverse por la zona en busca de la postal perfecta que llevarse en forma de foto en el móvil, aunque a veces hay que esperar turno porque es complicado encontrar un rato en el que no haya nadie por la zona en uno de los parajes más visitados de la costa de Cantabria. Pero también hay muchos bancos que permiten descansar un rato y contemplar el paisaje, con las olas rompiendo en los acantilados.
El sendero de vuelta ofrece las mismas –escasas– dificultades. Un poco de precaución para no dar algún resbalón es casi la única preocupación en una ruta costera de lo más cómoda en la que visitar el faro del Cabo de Ajo, el faro de Okuda, y sus colores frente a la costa de Bareyo de un modo distinto al usual, que es llegando en coche hasta muy cerca de lo que ya se ha convertido en un monumento y un emblema de este municipio de la costa cántabra.
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