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«Caminar por los campos y los mismos caminos/ que antaño recorrieron nuestros antepasados,/ oír el canto alegre del viento entre los árboles,/ y soñar que es eterno aquello que soñamos». (Antonio Casares)
La propuesta de esta semana combina como ninguna dos atractivos, el histórico ... y el paisajístico, con el mismo valor. Y es que además de las excelentes vistas que podemos contemplar a lo largo del trayecto, tanto hacia el este (cuenca del Pas y montañas que la rodean), como hacia el oeste (cuenca del Besaya y sus montes, así como, más a lo lejos, Picos de Europa, Peña Sagra, Peña Labra, Sierra del Cordel, Castro Valnera, Porracolina...) tenemos dos puntos de gran interés arqueológico: el castro prerromano de Espina del Gallego y el castro cántabro-romano de Cildá. En el primero, durante las guerras cántabras del 29 al 19 antes de Cristo, los nativos ofrecieron seria resistencia a los invasores en el año 25 a. C.
Partimos desde el Portillón, cerquita de Castillo Pedroso, en dirección sur por una buena pista que nos llevará hasta Cruza Caminos, un collado en el que a nuestra izquierda observamos una pequeñita choza de pastores, bastante antigua, con el techo de tierra y ya lleno de zarzas. Poquito más adelante ignoramos un camino que sale a nuestra izquierda y ascendemos por una pista hormigonada y en bastante pendiente hasta un gran depósito, que dejaremos a nuestra izquierda y de frente unas verjas. A pocos metros giramos a nuestra izquierda y seguidamente emprendemos el camino-senda a la derecha dejando el deposito a nuestra izquierda.
A partir del depósito seguimos por una senda, en algunos tramos aún bien empedrada de antaño, y más pendiente que lo recorrido, hasta alcanzar, a nuestra izquierda cuando el camino empieza a llanear y bajar un poco, el cueto Espina del Gallego, antiguo castro prerromano.
Estamos a 968 metros de altitud. Ya tenemos a la vista, un poco más al sureste Cildá, que reconoceremos por las antenas de la cima y un vértice geodésico de primer grado. A un kilómetro y pico de Espina del Gallego pasamos junto a un chozo de pastores ya en ruinas. Estamos en La Riva.
A un centenar de metros de dejar atrás el chozo comenzamos una cuestas que en unos diez minutos nos lleva a la cima del Cildá. En esta cima plantaron los romanos un campamento para atacar el cercano castro indígena de Espina del Gallego.
Tras reponer fuerzas, maravillarnos de las vistas que tenemos desde aquí, sacar alguna foto... emprendemos el descenso por el mismo itinerario. Si disponemos de vehículos y queremos dejar uno en Sel de la Carrera, o en Esponzués, o en Silió, hay otras alternativas: hacer travesía por el collado del Pombo a Sel de la Carrera, en la cuenca del Pas, o a Silió, en la cuenca del Besaya.
También podemos descender por el mismo itinerario hasta el collado de Cruza Caminos (donde decíamos que había una cabaña de pastores con el techo de césped), y desde aquí, en dirección noreste, bajar a Esponzués. Si vamos con niños, aconsejo de ida y vuelta; si se cansan podemos darnos la vuelta cuando queramos.
Otros datos. En primer lugar apreciar el paisaje que se nos ofrece a lo largo de todo el recorrido, a caballo de las cuencas del Pas y del Besaya. Al pasar por las chozas de pastores de Cruza Caminos y, poco después, en la que está cerca de Espina del Gallego, dejar volar la memoria hacia un pasado, no demasiado lejano en que la vida de los pastores no era nada fácil.
En Espina del Gallego hubo un asentamiento prerromano, conquistado por los romanos en el año 25 antes de Cristo. En el monte Cildá se situó un campamento romano en las guerras cántabras del 29 al 19 a. C. y desde la cima del monte Cildá podemos contemplar una extensa panorámica en todas direcciones; estamos en el límite de los valles del Pas y del Besaya, de ahí que abarquemos, además de los valles de Toranzo e Iguña, la inmensa mayoría de montes y montañas de Cantabria: Picos de Europa, Peña Sagra, Peña Labra, Sierra del Cordel, La Concilla, Castro Valnera, Porracolina, Enguinzas, Peña de Herrera, Pico Jano, Ureño, Toral, Mozagro, Navajos, Obios, Navajos, Ibio...
Cuando descendemos desde Espina del Gallego al Portillón vamos dejando a nuestra izquierda todo el vallecito de Anievas con sus cuatro pueblecitos: Barriopalacio, Calga, Cotillo y Villasuso.
Cómo llegar La autovía A-67 nos acerca hasta la salida de Las Fraguas, Anievas y Arenas de Iguña. En esta última localidad tomamos la CA-271, hacia el alto de Castillo Pedroso. Una vez en el cambio rasante hacia la cuenca del Pas, poco antes del kilómetro 10, a la derecha hay una cruz y un pequeño aparcamiento. Ahí se puede dejar el coche. Quienes prefieran acercarse por la cuenca del Pas, desde Vargas se toma la N-623 por Puente Viesgo hasta San Vicente de Toranzo, donde giramos a la derecha para subir hasta Castillo Pedroso; poco después encontramos la cruz a la izquierda.
Horario Entre 4 y 4,30 horas, ida y vuelta
Desnivel Alrededor de 615 metros acumulados.
Recorrido aproximado 13,8 kms.
Punto de partida Alto del Portillón, 579 msnm.
Cota más elevada Monte Cildá, 1.065 msnm.
Dificultad Ninguna.
Grado de dureza Moderada, tirando a suave.
Cartografía Hojas nº 58-IV y 83-II a 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional (MTN)
Época recomendable Todo el año.
Ubicación A caballo de los municipios de Corvera de Toranzo, Anievas y Arenas de Iguña.
Tipo de ruta De ida y vuelta.
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