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Los Picos de Rucandio o Busampiro, Cotillamón (400 m) y Marimón (425 m), más conocidos como Las Tetas de Liérganes (o de la Pasiega), debido a su parecido con la anatomía femenina, son dos cimas de similar tamaño y altitud separadas por un collado ... herboso, que forman parte del macizo kárstico situado al O del valle del río Miera y separado por éste del macizo de Las Enguinzas (968 m).
En estos Picos de Busampiro se encuentran multitud de elevaciones, aparte de las cimas citadas Cotillamón (al N) y Marimón, aunque menos visitadas. Más al S hay una tercera cima, invisible desde Liérganes, coronada por una cruz (402 m). Otras alturas de este macizo son Peña Coba (453 m), la más agreste y destacada; Peña Levante (415 m), un espolón escarpado y atractivo, de fácil subida, y detrás, Peña Redonda (434 m), rodeada por el karst.
Desniveles: Subida acumulada: 515 m. Bajada acumulada: 515 m.
Distancia estimada: 9,4 km, con las siguientes distancias parciales: Liérganes a La Peluda, 1,6 km; a Cotillamón, 0,9 km; a Marimón, 0,3 km; al Pico Levante, 1,0 km; a Peña Coba, 1,3 km; a Rucandio, 2,2 km; a Liérganes, 2,1 km.
Duración previsible: 4,5 h.
Dificultad: De fácil a mediana, cuya la única dificultad es caminar por terreno kárstico, por el que no hay caminos definidos, por lo que se recomienda usar el GPS, a la vez que se van buscando los caminos que mejor parezcan a cada caminante.
En la marcha que se describe se recorrerán todas estas cimas, pero, aunque la distancia es corta, la marcha tiene cierta dificultad, dado lo escabroso del terreno kárstico de casi la mitad del recorrido.
La marcha comienza en el aparcamiento de Liérganes, junto a la estación del ferrocarril, en dirección (S) opuesta al centro de la localidad. Inmediatamente se dejará esta carretera, para tomar la que sale a la izquierda, que se dirige a las fincas que se encuentran en las faldas de estos Picos de Busampiro. La carretera describe una amplia curva a la derecha y enseguida se llega a una bifurcación, donde se irá a la derecha.
El camino pasa junto a una instalación ganadera y aumenta sensiblemente su pendiente, hasta pasar junto a otra cuadra, donde se llanea un trecho. Enseguida se alcanza una cerrada curva a la derecha, aquí, aunque se seguirá por el camino asfaltado, sale a la izquierda un camino que es por el que se volverá. Siguiendo la carretera, se llega a una casa pasiega con un silo. Frente a éste sale (izquierda) un camino hormigonado (sólo el primer tramo, con mayor pendiente) que sube por los caseríos de La Peluda, después de los cuales el camino describe un zigzag y llega a otros dos caseríos. Por el camino que discurre entre los dos, se pasa a otra cambera que va por la parte arriba de los mismos.
Se sigue hacia la derecha por este camino, pero inmediatamente y antes de sobrepasar el edificio de la derecha, se deja el mismo para tomar una senda que se dirige directamente a la cima de Cotillamón (400 m), que está de frente y encima. Al principio el camino está bien marcado, pero al llegar a la parte alta de unas fincas se pierde y a partir de aquí se subirá el pico por donde mejor se vea. Este último tramo es kárstico y es necesario trepar un poco hasta la cima, pero se escoge el mejor camino y no es ningún problema.
A continuación, se baja al collado (387 m), se pasa junto a un caserío y se asciende directamente a la cima de Marimón (425 m), la más alta de las tetas de Liérganes, que también es terreno kárstico, por lo que se sube por el mejor camino que se vea. Desde este pico, al igual que desde Cotillamón, se tienen unas vistas espectaculares. Al NO y abajo Liérganes, un poco más allá Peña Cabarga y el cónico Pico de El Castillo, entre los cuales se ve parte de Santander y su bahía. Al S y SE, entre otros, se pueden ver picos como San Piro, Pico Levante, Peña Pelada, Los Castros, Porracolina, Peña Coba, Peñas Rocías, Mortillano, etc. Al SO se ven los Picos de Europa, Peña Sagra, Cueto de la Concilia, etc.
Se baja (SE) hasta el siguiente collado (395 m). Desde este collado, que es herboso, todo el camino durante los siguientes 3,1 km es kárstico, dificultoso de andar, por las salientes piedras y la falta de camino definido. Continuando por las siguientes cimas, se sube a una de 414 m, a continuación, se alcanza la más importantes de esta cuerda, la de San Piro (429 m), terminando por otra de 409 m, desde la cual se baja a un collado (389 m), para cambiar el rumbo hacia el S, por el que después de pasar dos colladas herbosas se alcanza la base del Pico Levante. Se buscará el mejor recorrido y, al llegar arriba, se encontrarán unas marcas para ascender a la cima (435 m). Hay que tener cuidado justo antes de dicha cima ya que el terreno se estrecha mucho y existe un paso bastante aéreo. Desde este pico se tienen unas vistas inmejorables al valle del Río Miera y, en la lejanía, los Picos Mortillano y Colina.
Para continuar, se desciende de nuevo al collado y se empieza a ascender a la cota que queda enfrente, Picón Largo (444 m), sin embargo, a mitad de ladera hay que desviarse a la derecha (E) para no perder demasiada altitud y progresar por el terreno kárstico más favorable. Después de este tramo se llega a otro collado, desde el que se asciende a Peña Redonda (443 m), aunque sin llegar a la cima, para descender por la vertiente SE.
Al alcanzar el siguiente collado se encuentra un terreno herboso, por el que se caminará un trecho, aprovechando el descanso de caminar entre rocas. Caminando por la ladera N del Pico de la Hoya Primera, se llega a otro collado y se vira al NE, hasta llegar a la falda NO de Peña Coba, por la cual se ascenderá (SE), por los caminos más adecuados, aunque al final habrá que efectuar unas sencillas trepadas que permitirán alcanzar la cima (463 m) más alta de los Picos de Busampiro. En ésta hay un hito de grandes dimensiones. Desde esta cumbre se tienen unas magníficas vistas, pero que no difieren demasiado de las descritas en cotas anteriores.
Para el descenso, lo mejor es llegar al fondo de la hoya (284 m, en su punto más bajo), que se encuentra al norte de la cima, por las zonas menos pedregosas, para salir de ella por el collado (297 m) al final de este vallecillo. Desde este collado se baja a una collada, para dejar a la derecha una cota de 278 m, y dejar el terreno kárstico y pisar zonas herbosas, lo que dará un descanso a las piernas. Yendo al NE se alcanza otro collado (247 m), formado por la última cota descrita y un cónico y rocoso pico (297 m).
Aunque hay opciones para continuar por la derecha de este alto, es desaconsejable elegirla, dado que se entrará en un eucaliptal muy agreste y difícil de andar. Además, el camino que aquí se describe es más corto. Por ello, desde el collado se bajará a un antiguo prado continuando hasta un cerrado de arbustos, que se seguirá hasta tomar un camino que comienza a la entrada de un hayedo, después del cual se pasa por unas instalaciones ganaderas y enseguida se entra en Rucandio.
Rucandio, que pertenece al municipio de Riotuerto, tiene bonitas casas de estilo montañés, pero la joya de este pueblo es su iglesia parroquial de Santa María Magdalena (s. XVIII), que fue declarada en el año 1988 Bien de Interés Cultural al ser uno de los ejemplos más característicos de la arquitectura barroca en Cantabria. Está situada en un altozano en el centro del pueblo, su construcción fue ordenada por D. Tomás de Crespo Agüero, en aquel tiempo Arzobispo de Zaragoza y natural de Rucandio, en 1740.
En la iglesia de Rucandio llama poderosamente la atención su planta central octogonal, marcada tanto al interior como al exterior del templo. Una gran bóveda, que abarca toda la nave, cubre el cuerpo de la iglesia. A los pies del edificio se sitúa una gran torre, también octogonal, de cuatro alturas y remate en balaustrada de recuerdo herreriano, en magnífica fábrica de sillería con impostas y sin vanos. A través de la torre se abre la entrada a la iglesia, con una sencilla puerta entre pilastras y frontón partido con cruz volante. En todo el exterior del edificio destaca la austeridad decorativa, propia de la tradición montañesa, y prueba de que el edificio fue realizado por canteros autóctonos.
El interior posee una decoración típicamente barroca. La parte alta de los muros, antes del friso que los separa del arranque de la bóveda, lleva grandes relieves de estuco policromado, propios de la época. La ornamentación, al igual que la construcción del templo, se deben al mecenazgo de D. Tomás de Crespo Agüero, como aparece reflejado en la inscripción que corre a lo largo de todo el interior, previa al arranque de la cúpula. Destacan también dentro del templo, el retablo churrigueresco ubicado en el presbiterio, varios lienzos, copias de obras conocidas, así como un retrato del Arzobispo.
Al llegar a la carretera de acceso al pueblo, se seguirá de frente y en la siguiente bifurcación se irá por la izquierda. En las últimas casas del núcleo urbano la calle da un brusco quiebro a la izquierda, para librar una casa, y toma dirección O. Poco después de desechar un camino que sube a la izquierda se termina el asfalto y el piso se convierte en tierra. Medio kilómetro después de esto, se llega a la curva de la carretera de subida, por lo que sólo queda ir a la derecha durante un poco menos de 1 km, para llegar al aparcamiento de Liérganes.
http://canales.eldiariomontanes.es/patrimonio/bics/bic28.htm
http://www.rutasytracks.com/foros/index.php?topic=1116.0
https://www.turismodecantabria.com/descubrela/municipios/13-destino
El conjunto urbano de Liérganes, declarado de interés histórico-artístico nacional en 1978, concentra una valiosa arquitectura clasicista de los siglos XVII y XVIII, fruto del auge económico que la fábrica de artillería propició en la comarca en ese período.
Liérganes y su historia están ligados a la leyenda del Hombre-Pez, que como todas las leyendas tiene algo de real (su protagonista, Francisco de la Vega) y algo de ficción (su variado final). Francisco de la Vega nació en la localidad en 1660 y, tras arrojarse al río Miera, desapareció en el Cantábrico. Cuentan que fue localizado años después, perdida la razón y el habla, en la bahía de Cádiz.
La parte vieja de Liérganes (El Mercadillo) es conjunto histórico-artístico e incluye, además de las casonas populares, el Palacio de Rañada o Cuesta-Mercadillo, la iglesia de San Sebastián, la parroquial de San Pedro Ad Víncula, las casas de los Setién y los Cañones, las capillas del Humilladero y el Carmen y el Puente Mayor (también llamado puente romano).
A pesar de la indudable relevancia de este conjunto, el monumento más importante del municipio es el museo-palacio de Elsedo, en Pámanes, es una de las joyas arquitectónicas de la geografía regional. Declarado monumento histórico-artístico, el palacio data del siglo XVIII y su promotor fue Francisco de Hermosa y Revilla, primer conde de Torre Hermosa. Se asienta en varios cuerpos independientes entre los que destaca la capilla de severa ornamentación barroca y la torre octogonal, muestra única en Cantabria tanto por su finalidad no defensiva, como por tu tipología.
El palacio, fue adquirido por un matrimonio austríaco que dedicó gran parte de su fortuna a restaurarlo. En la actualidad, es propiedad de la familia de empresarios cántabros Santos Díez y alberga el museo de arte contemporáneo en el que pueden admirarse esculturas de Eduardo Chillida, Jorge de Oteiza, Pablo Serrano, Miguel Berrocal, Ramón Muriedas, José Clará… Además, Elsedo reúne una importante muestra de la pintura de nuestro siglo, entre la que se distinguen los valores más sobresalientes de la región: Pancho Cossío, Gutiérrez Solana, María Blanchard, Casimiro Sainz, Quirós, Raba, y otros como Sunyer, Redondela, Zabaleta…
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