Por el Pico Jeniro, junto al corazón de la pasieguería

«Mirad a la montaña/ que alegra el sol cuando a sus cumbres dora/ en la apacible aurora./ ¿Gozáis, sentís una impresión extraña/ admirando las verdes espesuras/ que pueblan sus alturas?». (Félix Colongues)

La escapada de esta semana nos lleva hasta el corazón mismo de la pasieguería, a una comarca donde se entrevera la naturaleza con la actividad humana de tal manera que surge un paisaje natural y característico como pocas veces puede verse. Llegaremos hasta el alto del Caracol y desde allí recorreremos unas lomas sobre la divisoria del Pisueña y del Miera hasta Picojeniro mientras contemplamos un sinfín de pueblecitos y prados salpicados de cabañas.

Cerquita de la cima del puerto del Caracol o Mojón sale una pista en dirección noreste (a la derecha si subimos desde San Roque; a la izquierda su accedemos desde Selaya). Enseguida desechamos la desviación de la izquierda con la indicación del GR-74 hacia la Sutía y Selaya para seguir de frente durante unos ocho minutos, hasta una cabaña y una curva a la izquierda, al oeste, que es la que seguimos; tras otros siete minutos, junto a un gran prado a nuestra derecha termina la pista y sigue camino por las brañas hacia el oeste; lo seguimos unos minutos y pronto comienza a descender un poco.

Cuando gira en una curva abierta hacia el norte y con mayor descenso, aconsejo continuar de frente y bordear por la derecha los picachos que tenemos de frente, seguir un camino-senda un ratito, para girar por una valleja ancha hacia los mismos. El más alto y más al noroeste es el alto de las Mazas; desde éste descendemos un poco hacia el norte, hacia un collado y ascendemos al siguiente y más alto de todos: estamos en el coto o collado La Horna. Desde allí descendemos al noroeste hasta el camino que viene del este; lo seguimos hacia la izquierda, hacia el noroeste hasta descender a un amplio collado y continuamos el camino que asciende un poquito dejando un pequeño cueto a nuestra izquierda: nos hallamos en Ribotapara.

En aquel punto volvemos a descender un poco hasta un extenso prado cercado de pared de piedra, que dejaremos a nuestra derecha; al final de dicha pared, en su esquina tenemos dos caminos que salen hacia el norte y otro hacia el noroeste, pero los desecharemos ambos para seguir hacia el oeste por encima (casi paralelos al camino del suroeste), e iremos caminando por una sendita de ganado poco marcada. Pronto llegamos al amplio sierro que baja del cueto del noreste, cueto Alcor, y ya vemos el Picojeniro al oeste. Descendemos un poco y nos encontramos con un cierro de alambrada; lo cruzamos y en pocos minutos alcanzamos el vértice geodésico de su aplanada cima.

El regreso lo hacemos por el mismo itinerario hasta que vamos ascendiendo dirección al cueto La Horna; pero ahora, en vez de ascenderlo de nuevo, seguiremos el camino hacia el sureste para ya no dejarlo, desechando cualquier sendero o camino que se desvíe a izquierda o derecha, hasta que volvemos a nuestro punto de partida.

Otros datos. A lo largo de toda la ruta se contemplan unas maravillosas vistas; como transitamos a caballo entre las cuencas del Miera, valle pasiego por excelencia, y Pisueña observamos ambos valles salpicados de pueblecitos y cabañas por doquier.

A la ida hacia Picojeniro vamos dejando a nuestra espalda las cimas del Porracolina, Pizarras, Veinte, Picón del Fraile, Pico la Miel, Castro Valnera, Picones de los Lastreros, Picones de Sopeñas... Ya en Picojeniro, a nuestros pies, al oeste tenemos Selaya, Villacarriedo, Abionzo...; más al oeste, Peñas Tablao y cerrando por el norte, sierra Caballar.

Poco antes de llegar a Picojeniro, a nuestra izquierda se aprecia un pequeño vallecito que parte desde Selaya y en medio del mismo se halla el santuario de Nuestra Señora de Valvanuz, patrona del valle de Carriedo y de gran devoción entre todos los pasiegos.