
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Marco G. Vidart
Somo
Jueves, 27 de junio 2024, 18:07
En apenas unos metros, el bullicio de Somo, uno de los pueblos de Cantabria que más visitantes recibe en días de buen tiempo, se atenúa. Y un paraje de árboles, con unas espectaculares vistas de toda esa playa, la costa y Santander al fondo, hace estar más tranquilo. El monte de Arna marca esa divisoria entre un turismo más de playa y la naturaleza. Y por él se empieza un camino que, sin mayor complicación, lleva hasta el pueblo más oriental de Ribamontán al Mar. Una ruta entre Somo y Galizano recorre todo el frente marítimo del municipio para tener una vista privilegiada de esa parte de la costa. A la vez, como mucho de su trayecto está justo al lado o muy cerca de carreteras, puede ser tan larga o corta como uno quiera.
El monte de Arna, con su variedad de árboles –eucaliptos, laureles, pinos– y sus tramos de tierra y arena lleva al colegio de Latas a través de una ruta que no está indicada, pero que la sola intuición hace muy fácil seguirla.
Tras dejar a un lado el colegio de Latas, hay que seguir de frente en dirección a Loredo. Una pasarela de madera bordea las dunas y lleva a las inmediaciones del camping, por el que hay que transitar a su izquierda. Ese sendero de gravilla suelta ya muestra a la vista el siguiente hito: la isla de Santa Marina. Al seguir de frente, un camino primero de arena y luego, entre el bosque y bajo los pinos, conduce a una carretera que muere justo frente a ella. La zona ha sido recientemente acondicionada, con una gran rotonda y bancos para contemplar una impagable puesta de sol. En verano, no cabe un alma.
Localización: Ribamontán al Mar.
Duración total: 5.30 horas.
Longitud total: 18,6 kilómetros.
Nivel: Fácil.
Desde ahí se ve un pequeño sendero por el que seguir. Ahí comienza la denominada ruta de los acantilados. La parte más 'salvaje' de esta senda. El camino, aunque nunca con indicaciones, está bien marcado y no hay ningún problema en seguirlo. Siempre de tierra, la lógica precaución será tras días de lluvia en los que estará embarrado. Ypronto se da uno cuenta de la precaución que hay que tener en este paraje. Aunque no hay ningún paso complicado, en ocasiones el sendero transita cerca, muy cerca, de los acantilados. El paisaje es imponente. Pero también da bastante respeto. Como siempre, un poco de precaución nunca está de más.
*Consulta el punto de partida de la ruta. Inicio desde el aparcamiento donde puedes dejar el coche:
El rumor de las olas batiendo contra las rocas se entremezcla con saludos en voz baja. Muchos en un español que denota otra procedencia. Porque son centenares los peregrinos del Camino de Santiago, en su versión norteña, que en la etapa entre Güemes y Santander se dirigen por este paraje hacia Somo para coger el barco que les transporte a la capital cántabra.
Con los acantilados siempre a la izquierda, enseguida aparece a la vista, de frente y por la derecha, el paisaje de Langre. Un pequeño descenso lleva a la carretera que muere sobre la playa pequeña, cuyo acceso está cerrado. El sendero continúa para volar sobre el acantilado y sobre la playa grande. Metida entre esas moles de roca, merece la pena hacer esta ruta solo para contemplar esa postal. Un día soleado y las olas rompiendo mansamente sobre la arena invitan a bajar y darse un chapuzón.
Lo cómodo del paseo y las vistas espectaculares hacen que los kilómetros vayan pasando casi sin darse cuenta. Por el camino que ya deja atrás los arenales de Langre, enseguida aparecen las primeras estribaciones de Galizano. El último pueblo de un frente costero de Ribamontán al Mar que comienza en Somo, sigue en Loredo y continúa en Langre. En esos prados, cabras, ovejas y sobre todo vacas advierten aún de la importancia de la ganadería en uno de los pueblos que desde hace muchos años es de los más importantes en este sector en Cantabria.
Un pequeño tramo de asfalto conduce a la última parte del recorrido. Justo a la entrada de la playa de Galizano, en el aparcamiento un cartel informa de la posibilidad de realizar esa ruta de los acantilados. Hasta ahí, desde Somo son unos respetables 9,3 kilómetros de recorrido. Pero esta es una ruta de lo más adaptable en longitud a todos los estados de forma posibles. Recorrerla en su totalidad, además de una buena caminata, es una inmejorable forma de disfrutar de toda la costa y de combinar el turismo de playa en uno de los municipios más en boga de toda Cantabria con una actividad de lo más tranquila en un entorno natural diferente.
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Álvaro Machín | Santander
Guillermo Balbona | Santander
Sócrates Sánchez y Clara Privé (Diseño) | Santander
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