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Vista de la 'ballena' de Sonabia desde el mirador. E. C.
Los Ojos del Diablo, la puerta de acceso a un rincón mágico en Liendo

Los Ojos del Diablo, la puerta de acceso a un rincón mágico en Liendo

La ascensión a los Arcos de Llanegro permite disfrutar de uno de los miradores al mar Cantábrico más espectaculares

David S. Olabarri

Santander

Lunes, 27 de marzo 2023

Muchos conocen este paraje como los Ojos del Diablo por los enormes orificios que se abren en lo alto del monte Candina. En realidad, los Arcos de Llanegro son dos grandes ventanas, un capricho de la naturaleza, que configuran uno de los miradores al Mar Cantábrico más espectaculares que se pueden encontrar.

Un rincón de ensueño, a tres cuartos de hora en coche desde Santander, en el que se pueden ver buitres leonados y alimoches volando sobre la conocida 'ballena' de la playa de Sonabia. Un paisaje kárstico en el que abundan las encinas y las cabras montesas.

Al monte

Al monte
  • Distancia: 6 kilómetros

  • Desnivel positivo: 500 metros

  • Duración: 2 horas y 40 minutos

Quizá por eso, para los que amamos la naturaleza y la montaña, este rincón tiene poco que ver con el infierno. Con buenas condiciones –y no demasiada gente–, se parece más a una puerta que da acceso a un lugar mágico y lleno de encantos.

Para llegar al inicio de la ruta hay que dejar la A-8 en la salida número 160, cerca de Liendo y Oriñón. A apenas un kilómetro de allí, en la N-634, hay un pequeño aparcamiento que será el inicio de esta ruta, la más sencilla de las posibles para ascender al monte Candina. En el parking se puede encontrar un cartel que indica las características del camino (distancia, desnivel, itinerario) y un pequeño sendero que comienza rápidamente a ganar altura. Entre la ida y la vuelta (por el mismo camino) son unos 6 kilómetros en los que habrá que ascender unos 500 metros y descender otros tantos.

El inicio de la ruta está junto a la carretera. No hay tiendas ni fuentes en las inmediaciones. Pronto nos adentramos en un paraje de helechos y encinas en el que de pronto desaparece el ruido de los coches. Con marcas rojas y blancas que aparecen cada cierto tiempo, el sendero es relativamente fácil de seguir. Eso sí, el camino es bastante escarpado y hay que tener cuidado con no torcerse un tobillo.

El camino supera un par de collados y restos de una antigua explotación minera antes de llegar a los Ojos del Diablo, también conocidos como los Ojos de Solpico, que se elevan a 470 metros de altura.

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