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Las Merindades, la comarca de Burgos que se encuentra a tiro desde Cantabria, esconde gratos tesoros para el ciclista. Puertos de carretera solitarios y bonitos, rutas de montaña variadas y recursos naturales casi vírgenes. La ruta de hoy se adentra en uno de esos ... parajes no demasiado frecuentados ni conocidos pero que dejan una grata impresión. Hablamos del hayedo de Las Pisas, un bosque que alcanza el cenit de su belleza precisamente ahora, durante el otoño.
Es en esta estación cuando sus senderos y caminos se llenan de hojarasca y muestran una amalgama de marrones y ocres digna de la paleta de un pintor impresionista. La excursión de hoy es modulable en su dureza. Podemos elegir un sencillo paseo o hacerla un poco más complicada. Si elegimos la primera opción, saldremos de Soncillo por la carretera que se dirige hacia Incinillas (también hacia Villarcayo) para coger un desvío que nos llevará por una zona rural. Serpentearemos por una pista de asfalto y grijo entre explotaciones ganaderas.
El camino desemboca en una explanada cerca de San Cibrián y no muy lejos de allí tendremos que coger un escondido desvío para acceder a un descenso que nos llevará directos al corazón de Las Pisas. Cuidado aquí porque es el único paso técnico y comprometido que afrontaremos. En el pasado había algún tronco caído, pero, a este verano, el sendero quedó afortunadamente, expedito. A partir de aquí solo nos resta perdernos por el hayedo y seguir las diferentes indicaciones que nos llevarán a la fabulosa cascada. Regresaremos por el mismo camino. En total, haremos unos 6-7 kilómetros, con algún punto en el que habrá que bajarse de la bici.
La opción más dura para conocer Las Pisas, pero quizás la más clásica, nos pone en el punto de partida del pequeño pueblo de Quintanabaldo. Por su núcleo urbano pasaba la Línea de tren Santander-Mediterráneo, hoy convertida en una coqueta vía verde. El camino hacia el hayedo comienza precisamente tras atravesar un paso bajo la desaparecida infraestructura ferroviaria. Nos quedan unos tres kilómetros de subida hasta Las Pisas. Pedaleamos junto al arroyo de La Gándara, que, en varias ocasiones, atraviesa la senda. Pronto empiezan a verse los árboles de hoja caduca. Huele a hierba cortada y humedad. Finalmente, Las Pisas nos abrazan tras salir del aguerrido pueblo de Villabáscones de Bezana.
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