Borrar
De paseo entre castillos, iglesias, menhires y montañas por Campoo

De paseo entre castillos, iglesias, menhires y montañas por Campoo

De orígenes medievales fue zona paso entre costa y la Meseta, y hoy en DMontaña recorremos algunos de sus lugares más emblemáticos

Iratxe Pañeda

Sábado, 4 de septiembre 2021

Reinosa es una de las cuatro localidades cántabras con título de ciudad, capital de la comarca Campoo y, seguramente, su municipio más popular. De orígenes medievales, fue zona paso entre costa y la Meseta. La iglesia de San Sebastián (barroca) y los edificios de la plaza del Ayuntamiento, construidos en los siglos XVI y XVII, bien merecen una visita, y hoy en DMontaña recorremos algunos de los lugares de esta comarca, una gran desconocida para muchos.

Castillo y Poblado Cántabro de Argüeso

Desde Reinosa tomaremos la CA-183, dirección hacia Nestares. Las indicaciones nos marcan la estación de esquí Alto Campoo, el nacimiento del Ebro y el poblado cántabro de Argüeso. Nuestra primera parada será precisamente Argüeso. Encaramada en un cerro, rodeada de prados verdes, surge su fortaleza de declarada Bien de Interés desde 1983.

El castillo de Argüeso se construyó en la zona sur de Cantabria entre los siglos XIII y XV con el fin de custodiar el camino que comunicaba la costa y Castilla a través del valle de Saja. Nació como emblema de señorío de la Casa Mendoza y estuvo habitado brevemente por doña Leonor de la Vega, la Leona de Castilla, que lo defendió de los Manrique de Lara.

Muy cerquita, el Poblado Cántabro nos hará viajar en el tiempo para conocer cómo era la vida cotidiana de los pueblos de la Edad del Hierro; una recreación de gran detalle en la que incluso se han construido réplicas de antiguas cabañas.

Nacimiento del Ebro

Segunda parada. No podemos adentrarnos en Campoo sin dejar de visitar el lugar donde nace oficialmente el río Ebro, a las afueras de Fontibre. Un caminito de piedra nos lleva hasta la Fuentona. Chopos y fresnos rodean el manantial de cuyas aguas surge una columna de piedra –con los escudos de las provincias por las que pasa el río– sobre la que hallamos la imagen de la Virgen del Pilar. Si quieres saber todo lo relacionado con el Ebro, en el Centro de Interpretación colmarás todas tus ansias de conocimiento.

Pico Tres Mares

i. p. rubín de celis

Continuamos nuestra ruta hasta la estación de esquí y dejamos el coche en el Collado de la Fuente del Chivo, un mirador estupendo para disfrutar de las vistas de los valles de Polaciones y el puerto de Piedrasluegas, puerta de acceso a Liébana. En una hora aproximadamente cubriremos el kilómetro y medio que nos lleva desde el refugio del collado hasta el Pico Tres Mares, nombre que recibe ya que de sus nieves nacen los ríos Híjar (afluente del Ebro), el Pisuerga y el Nansa cuyas aguas desembocan en el Mediterráneo, Atlántico y Cantábrico, respectivamente. Si eliges un día despejado no solo divisarás los Picos de Europa y las montañas palentinas, sino que llegarás a ver el mar.

Julióbriga

ANDRéS FERNáNDEZ

Cambiamos de rumbo: dirección sureste, hacia el embalse del Ebro para después alejarnos de él y alcanzar el monasterio que guarda la imagen de la patrona de la merindad de Campoo. Pero vamos por partes. Nos acercamos al embalse, concretamente, al municipio de Retortillo. La iglesia de Santa María (s. XII) se alza sobre una necrópolis medieval y los restos de la antigua ciudad romana de Julióbriga. La «ciudad fortificada de Julio» fue el único de los nueve poblados cántabros digno de ser recordado por su desarrollo urbanístico, según palabras de Plinio el Viejo. Por allí pasaban las mercancías llegadas desde el Cantábrico camino de la Meseta y las que regresaban de la costa hacia el interior. Juliobriga brilló entre los siglos I y II. Después comenzó su declive hasta quedar abandonada en la segunda mitad del siglo III.

Iglesia de Villanueva de Las Rozas

Ya que estamos a orillas del embalse del Ebro, vale la pena desviarnos un poquito hasta Villanueva de Las Rozas. La construcción del embalse tuvo drásticas consecuencias para los cientos de vecinos que fueron obligados a abandonar sus casas y vieron cómo sus hogares, enclavados en una zona muy fértil, se desvanecían sin opción a oponerse, a cambio de irrisorias compensaciones que llegaron 20 años tarde. Desaparecieron cuatro pueblos y parte de otras localidades, y con ellos las minas y la próspera fábrica de vidrio de Arija. La esbelta torre de la iglesia de Villanueva de las Rozas, a la que se accede por una pasarela, es el mayor testimonio del patrimonio que quedó sepultado bajo millones de metros cúbicos de agua.

Santuario de Nuestra Señora de Montesclaros

JAVIEROSENDO

Y tras conducir hacia el sur, llegamos a Valdeprado del Río, al hogar de la Virgen de Montesclaros, patrona de Campoo. El monasterio–también hospedería– alberga una cueva de eremitas sobre la que se alza una iglesia románica con restos de pinturas y, frente al altar, un cubículo donde veremos las tumbas de dos caballeros templarios. Sobre esta construcción se encuentra el santuario, de estilo neoclásico, y que ciertamente se halla en desventaja respecto a tantas pequeñas iglesias románicas como las que se encuentran en la comarca y en las vecinas Burgos y Palencia.

El conjunto estuvo al borde de la desaparición tras la desamortización de Mendizabal (mediados del siglo XVIII), pero sobrevivió gracias a la decisión de los alcaldes, que compraron el complejo y lo cedieron a los frailes dominicos por un céntimo de euro y una misa. Este singular acuerdo permite disfrutar hoy día de un centro de fe que, visto desde la carretera que desciende de Alto Campoo, ofrece una visión poderosa, encaramada en un alto y defendida por profundos valles.

Valle de Valderredible

Iglesia de Santiago en Santa María de Hito.

El Ebro sale de Cantabria para dirigirse a Burgos a través del bello valle de Valderredible en el que hay que visitar sus iglesias rupestres y románicas o las torres de Ruerrero y Cadalso. Antes de la Edad Media ya hubo pobladores en el valle, como lo atestiguan las pinturas esquemáticas del abrigo rocoso de El Cogular datadas en la Edad del Bronce. Por aquí también pasaron los romanos. El yacimiento de Santa María de Hito –sobre cuyos vestigios se asentó una necrópolis medieval– da buena fe de ello.

Capítulo aparte merece la colegiata de San Martín de Elines, una edificación sorprendente, con esa torre circular tan alta, poco común en estas tierras, su único ábside con una cubierta decorada por una rica colección de canecillos y el claustro renacentista por el que se entra a la iglesia y que expone piezas de la colegiata y de algunas iglesias de los alrededores. Según los estudios, fue construida a principios del siglo XII sobre los restos de una iglesia anterior de estilo mozárabe.

Ruta de los menhires de Valdeolea

I. P. RUBÍN DE CELIS

Son 12 kilómetros de un recorrido lineal que se cubren en unas 3 horas y media. Aunque siempre puedes hacerlo en dos etapas: Mataporquera-La Cuadra y Reinosilla-La Cuadra. La ruta comienza en Mataporquera, capital de Valdeolea y termina en Reinosilla. Junto a la iglesia de Santa Eulalia y el cementerio encontramos el panel de inicio con toda información necesaria de la ruta en la que visitar 8 menhires. El Cañón, El Peñuco, El Cabezudo, La Llaneda, La Puentecilla, La Matorra I, La Matorra II y Peñahincada, también conocido como Peña de Sansón debido a la leyenda que cuenta que aquel forzudo de los relatos bíblicos lo lanzó desde un cerro cercano y quedó clavado en este lugar.

De roca arenisca ubicados en un entorno calizo, cuesta imaginar cómo sus habitantes, grupos de agricultores y ganaderos, los trajeron hace unos 5.000 años a estas zonas altas de Cantabria, máxime cuando aún la rueda no se había inventado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes De paseo entre castillos, iglesias, menhires y montañas por Campoo