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Mara Llamedo
Miércoles, 8 de enero 2025, 14:38
Esta es una excursión muy de bosque; muy de senderos largos y empinados que van ascendiendo lento, dando vueltas y revueltas por sombras de hayedos y robledales. Una excursión muy de andar, de buenas vistas, de caminos marcados... muy para los que gustan de deleitarse admirando la belleza afilada y pedregosa que luce, perenne, en las más altas cumbres del Parque Nacional de los Picos de Europa. Una ruta en Asturias, en definitiva, muy bella y recomendable, publicada por El Comercio.
Tipo de ruta: Lineal (ida y vuelta por mismo trayecto)
Dificultad: Moderada (mucho desnivel)
Distancia aproximada: 14,27 km
Tiempo aproximado: 7 horas
Desnivel aproximado: 1.231 m
Eso sí: hay que decir que no lo pone completamente fácil, porque aunque no transita por sitios peliagudos y no tiene pérdida en su traza, lo que sí requiere es afrontar 15 kilómetros totales de caminata, superando un total de 1200 metros de desnivel positivo que alternan la frondosidad del bosque con colladas de aires telúricos hasta encontrar la cima del Pozalón, prendida a 1700 metros sobre el valle de Sajambre y con enormes vistas, inolvidables, hacia un océano de montañas que lucen espectaculares vestidas de largos bosques y silencio.
Y aunque es una ruta larga y –sin duda- requiere de cierto esfuerzo y voluntad para superar sus largos repechos boscosos, también es de justicia decir que es una ruta inolvidable, asequible, fácil de seguir, tranquila y llena de bellezas. Un remanso de caminata intensa para una jornada completa que, a través de túneles boscosos, conduce hasta un mirador de los buenos, de los que dejan huella.
La ruta parte de Ribota de Abajo, una población perteneciente al Parque Nacional de los Picos de Europa que recibe rodeada de bosques y montes calizos. Sobre ella, Peña Niajo (montaña hermana siamesa del Pozalón) luce imponente. Para comenzar a caminar hay que buscar la zona de la Central Hidráulica y localizar una pista con un cartel indicativo que reza lo siguiente: «Niajo-Llaete-Arcenoriu». Es por ahí
La pista inicial, bien ancha y bien cómoda, se adentra rápidamente en los profundos bosques que rodean el pueblo, perdiéndose mientras sube dibujando curvas. En los claros, como pequeños balcones, se van vislumbrando montañas conocidas: como postales colgadas del horizonte cercano que adelantan las visiones que esperan en las alturas.
De esta forma, entre castaños y robles, con paz y estupendas visiones, en constante subida moderada trazando curvas, se avanza por este primer tramo de ruta hasta encontrar un primer cruce: hay que ir hacia la izquierda. La nueva traza a seguir no se desprende del bosque y sigue perdida a su sombra. Lo que sí que hace es empinarse mucho más, tupiéndose entre los árboles y ralentizando el avance con una fuerte subida que sigue, hasta el final, el recorrido de una enorme tubería que atraviesa la sosegada espesura.
Este segundo tramo termina en una pradera: un amplio recodo verde y mullido que hay que cruzar buscando, de nuevo, otro tramo más de túnel boscoso. El camino es sencillo de encontrar y fácil de ir siguiendo: sin abandonar la sombra de las hayas y los robles pasa a los pies de una antena y avanza, sin descanso, hasta toparse un nuevo cruce. No tiene complicación: hay que escoger el camino más ancho y continuar subiendo sin tregua. El final de la ascensión está en la Collada Llaete, amplio patio de aires limpios y gran calma ideal para un descanso.
Esta preciosa collada se alza ya a más de 1400 metros y tiene ese punto mágico, telúrico, que sólo se encuentra en los aposentos de altura montañosos. Desde ella, asoma el sombrero del pico Pozalón, ya cercano, marcando el rumbo de los pasos.
Para continuar avanzando, se abandona ya la ancha pista y se gira a mano derecha, tomando un sendero más estrecho -aunque bien visible sobre la hierba- que asciende a media ladera hasta un nuevo collado de altura: el Porru Llagu. Ya queda muy poco.
Siguiendo ahora una estela de jitos, se deja atrás Porru Llagu y se avanza por un sendero bien marcado, casi una cresta entre la vegetación que sube directa, sin dificultad ninguna, a la cumbre del Pozalón, a 1743 metros de altura y bien identificable por la caseta de antena que la corona.
Al frente, dibujándose con maestría, el largo apéndice de piedra y tierra que une el Pozalón con el Niajo, hermano siamés de esta cumbre al que se puede acceder desde aquí trazando un cresteo interesante. Eso sí, no se recomienda cruzar esta cresta si no se tiene experiencia, si se padece de vértigo, si hay niebla o días húmedos, si se da el caso de que hay aire… Aunque puede ser un paso interesante, de los que no se olvidan, conviene sólo hacerlo si las condiciones son óptimas. De lo contrario, mejor reposar en el Pozalón disfrutando las buenas vistas que alcanzan las agujas afiladas de Picos pero también míticos montes como el Tiatordos, el Pierzu, el Pienzu o el Maciedome, entre otros muchos.
Para regresar, volvemos a bajar por los mismos caminos: primero hasta la Collada Llaete y luego por bosques, en un descenso tranquilo repleto de contrastes lumínicos y buenas visiones que concluye en Ribota de Abajo, concluyendo también una ruta preciosa bien aliñada de bosques y grandes vistas.
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