Un pequeño aparcamiento permite dejar el coche justo al inicio de la ruta. Un cartel informa del recorrido, en especial sobre las aves que se concentran en la zona El camino, al principio, está envuelto en vegetación. El trazado no es imposible, pero sí que obliga a tener cuidado en muchos puntos del recorrido. El camino no está señalizado, pero no hay ninguna dificultad para seguirlo hasta el final. Unas pequeñas marcas de pintura roja y blanca en algunas rocas ayudan a confirmar que se va en la buena dirección. Las vistas de las moles de roca, una vez que la vegetación ya mengua en altura, son espectaculares. Los buitres, en lo alto de un roquedo, con el mar al fondo. La imagen es única en toda Europa. Las cabras se desenvuelven a las mil maravillas en este terreno. Varios senderistas, a los pies de un árbol que crece junto al camino. La senda es de lo más transitada.
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