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Muchos tramos de escalera y pasarelas de madera hacen más cómoda la senda fluvial del Nansa.
La senda transcurre todo el rato paralela al río, con lo cual no hay pérdida posible.
Algunas escaleras ayudan a salvar el mínimo desnivel que hay en el recorrido.
El bosque, cerrado en muchos tramos, hace que haya que tener cierta precaución en algunas escaleras y pasarelas, para no resbalar con la hojarasca o la humedad en la madera.
El río Nansa acompaña todo el rato en el camino, con tramos en los que va más tranquilo y otros con aguas un poco más rápidas.
La senda, además de estar perfectamente señalizada, es de lo más agradable para andar.
Un árbol forma un pórtico bajo el que pasar en el recorrido.
No es raro ver aves acuáticas en el río, que está en un estado de conservación óptimo.
Una pasarela da paso a un paisaje más abierto, con invernaderos en prados junto al recorrido.
Un árbol se inclina sobre el río para casi tocar el agua con sus hojas.
Los juegos de imagen que forman los árboles con el río son de lo más sugerentes.
Una pasarela, bajo un manto de avellanos.
Una pequeña isla en medio de Nansa.
La central de Trascudia es el punto intermedio, del recorrido. La senda fluvial del Nansa seguiría hasta Cades para añadir otros 7 kilómetros al recorrido.
Dos pequeñas cascadas, en la zona de la central de Trascudia.
La luz, el río y los árboles dibujan en muchos tramos unos paisajes de cuento.
Por varios puntos de la senda se puede bajar a pie de río.
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