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«En la embriaguez de aquella hora, pasada allá arriba aislado del mundo, en la gloria de las alturas, es suficiente para justificar cualquier locura». (Giusto Gervasutti).
Cómo llegar: La A-8 permite el acceso al valle del Asón desde Colindres, donde se toma la N-629 hasta Ramales de la Victoria, nuestro punto de partida.
Horario: Entre 5 y 5,30 horas
Recorrido aproximado: 13 kilómetros.
Punto de partida: Ramales, 84 msnm.
Cota más elevada: Pico San Vicente, 913 msnm
Desnivel: Alrededor de 850 metros acumulados.
Dificultad: En los últimos 300 metros se debe ir con mucho cuidado. Hay que echar las manos en algunos pasos pues la presencia de lapiaz hace inestable la senda.
Grado de dureza: Moderada.
Cartografía: Hojas 60-I y 60-III a 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional (MTN)
Época recomendable: Todo el año
Tipo de ruta: De ida y vuelta.
Municipios: Ramales de la Victoria y Soba.
En cualquier excursión o viaje por la parte media del valle del Asón nunca deja de llamar la ... atención una montaña con una pared casi vertical, un pico que apenas sobrepasa los 900 metros de altitud, pero que se ve imponente, con Ramales de la Victoria a sus pies. Se trata del pico San Vicente. Y por su situación, además de vigía de Ramales, lo es del valle de Ruesga y controla el paso del Gándara, que se precipita a su vera desde el valle del Soba. Pero ese picacho es accesible, y a él vamos a encaminar los pasos.
Comenzamos la marcha en Ramales junto a la carretera N-629 en dirección al puerto de Los Tornos. Al pasar la gasolinera, a unos cien metros, dejamos esa carretera para desviarnos a la derecha por una carreterita que desciende al río Gándara y lo cruza. Tras el puente giramos a la izquierda -estamos en el llamado Salto del Oso- y seguimos por la margen izquierda del Gándara; a unos 200 metros desechamos un desvío a la derecha y seguimos de frente llaneando.
Al poco pasamos entre unas casas y cuadras, el barrio Bolay; continuamos a la derecha de un pequeño eucaliptal y a unos 150 metros tenemos que dejar el camino que sube en cuesta para desviarnos, a la izquierda, por una senda que nos llevará casi paralela al Gándara durante un rato. Descendemos un poco y seguimos a la izquierda de un prado ya perdido; cruzamos una portilla de madera y vamos casi a la par del río. Unos 50 metros más adelante dejamos un prado llano entre la senda y el río, continuamos hacia el sur, ignoramos una senda que vuelve hacia el noreste y nosotros seguimos de frente.
Cuando llevamos algo más de cuatro kilómetros andados nos encontraremos con el cruce y la indicación a Incedo y Manzaneda. Nos vamos a la derecha, al oeste, hacia Manzaneda en subida bastante empinada, primero noroeste, para pronto en una curva a la izquierda, al suroeste. Enseguida llegamos a una cueva a la derecha, seguimos y unos 300 metros más adelante llegamos a la pared de un prado, la bordeamos dejándola a la izquierda hasta llegar a un camino que va a un prado y lo seguimos a la derecha hasta la aldea de Manzaneda.
Al llegar a las casas, junto a la primera, cogemos la senda de la derecha. Al poco de iniciarla junto a la primera casa ignoremos la senda que va a la izquierda, sigamos de frente y muy atentos para no perderla hasta que nos saque a la ladera sin encinas y arbustos y totalmente dirección norte. Hacia media ladera giramos un poco al noroeste y sin perder la senda llegamos a un pequeño canchal. A partir de aquí hay que andar con mucho cuidado (para ir más ligeros, se suele dejar aquí la mochila, pues hay que volver de nuevo a este lugar); enseguida tenemos un pasuco en el que hay que echar las manos e ir con cuidado. Una vez superado entramos en un canalizo entre avellanos; al final ya sólo tenemos roca, vamos casi al norte y atentos a los jitos para ir trepando hasta la cima; ojo con irse muy a la derecha pues tenemos un vacío casi vertical de más de 400 metros. Por fin en la cima. Si no hace viento y está buen día no tengamos prisa para descender, se agradece la contemplación
El descenso lo haremos por el mismo itinerario. Este último tramo que hemos subido, descendámoslo despacio y con muchísimo cuidado; no olvidemos que los descensos y, sobre todo, los destrepes son peores que la ascensión.
Desde la cima del pico San Vicente tenemos a nuestros pies, ochocientos y pico metros más abajo, Ramales y un poco más alejados Rasines, Gibaja... Más al norte todo el valle de Ruesga y al suroeste gran parte del valle de Soba. En cuanto a montañas circundantes, empezando hacia el norte y siguiendo hacia la izquierda, en primer término la sierra de la Alcomba, más allá la sierra Mullir; más a la izquierda, Peñas Rocías. A nuestra izquierda, al oeste, la Peña Rozas, sierra del Hornijo, Picón del Fraile...; más al sur, Peña Lusa, la Imunia, La Rasa, Copete de Tramasquera...; al este peña el Moro, el Mazo, Peñas de Ranero...
En la primera parte de la ruta tenemos gran variedad de flora de ribera: sauces, fresnos, avellanos, alisos...; cuando dejamos la vera del Gándara y nos introducimos en el encinar vamos a caminar unos tres kilómetros envueltos en uno de los mejores encinares de Cantabria, salpicado de aladiernas, labiérnagos, algún acebo... A partir de Manzaneda siguen los carrascos salpicados entre la caliza, y ya en las inmediaciones de la cima encontramos alguna encina colgada en la caliza y avellanos.
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