Todo lo que debes saber sobre la Barkley Marathons, la carrera entre bosques más dura del mundo

La Barkley Marathons es una de las carreras de ultradistancia más duras del mundo y, sin duda, la más peculiar. ¿Por qué? El sistema de inscripción es secreto, solo se admiten a 40 participantes, el que se estrena tiene que llevar una matrícula de coche de su país, no se conoce la hora de salida y hay que estar atentos al sonido de una caracola, los controles de paso se hacen arrancando hojas de libros repartidos por los bosques porque no hay ni mapas ni GPS y, desde 1986, solo la han completado 17 deportistas... Pero todo ello hace de la Barkley Marathons una competición con todos los atractivos para que ultrafondistas de todo el mundo quieran abordar el reto. Entre ellos un español que este año ha estado entre los protagonistas. Albert Herrero se ha empeñado en hacer historia y en su segunda participación logró un 'fun run' –tres de los cinco giros– y sólo un problema de garganta le impidió completar una hazaña que está convencido de que estaba a su alcance. «Tenía buenas sensaciones, margen de tiempo y me salían los números», admite el catalán.

Herrero formó parte del grupo de deportistas que miró de frente al Barkley Marathons y que la pasada semana vivió una edición muy especial con tres finalistas, algo que no sucedía desde 2012. John Kelly, que ya finalizó el recorrido en ese 2017, el francés Aurelian Sánchez y el belga Karel Sabbe completaron la hazaña. «Yo creo que tanto aquel 2012 como este año el tiempo ha sido relativamente bueno en el sentido de que no llovió, lo cual se traduce en que el terreno está menos embarrado y eso ayuda. Pero la primera noche hizo bastante frío y eso creo que me fastidió. El agua de las garrafas que nos dejan para beber se congeló y eso jugó en mi contra».

Hasta ese contratiempo, Herrero estuvo siempre en condiciones de completar la prueba que se inspira en un hecho real, la fuga de James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King, en 1977. Ray escapó de la prisión de alta seguridad de Brushy Mountain, situada en el parque de Frozen Head, en las montañas de Tennessee. Un terreno complicadísimo donde el fugitivo fue atrapado por la Policía 60 horas después. Solo se había alejado 13 kilómetros.

La historia caló en la mente de Gary Cantrell, más conocido como Lazarus Lake, que ideó una prueba de resistencia totalmente diferente a las demás. Cien millas, cinco vueltas donde solo vale la orientación y 60 horas de tiempo para los 40 valientes que se atrevieran con el reto. El primero en concluir fue Ed Furtaw en 1989 y desde entonces, y hasta este año, solo 14 más superaron el reto. Ahora ya son 17.

Para Herrero era el reclamo ideal. «Me atrajo porque creo que se adapta bastante a lo que yo hago, carreras de montaña de larga distancia y orientación. En la mayoría de las carreras tu objetivo es un tiempo o una posición. Aquí es una respuesta: 'soy o no capaz de hacerla'».

Herrero aporta más datos sobre lo que tuvo que afrontar en los bosques y montañas de Tennessee. «Tiene bastante desnivel, unos 20.000 metros acumulados. Históricamente son 100 millas, pero ahora se calcula que esté más del orden de 137, aunque no las podemos medir. Casi todo es campo a través, lo que añade más dificultad». Y ese terreno hace que «al haber humedad, las plantas de los pies sufran mucho más. Además es muy fácil sufrir golpes porque hay muchísimas ramas».

Esta es la parte técnica. La parte de excentricidad añade dificultad porque los atletas no se pueden orientar por GPS ni mapas, y por ejemplo Herrero tuvo que abandonar el pasado año «porque en el segundo giro perdí la brújula. Era de noche, había niebla y no pude orientarme», lamenta. Este año las cosas han ido bien y fue capaz de encontrar los libros para arrancar las páginas «correspondientes a mi dorsal. Son 13 que tienes que entregar a Lazarus tras cada vuelta. Si es correcto, te da otro dorsal y tienes que arrancar las correspondientes». Y así hasta cinco veces.

Lejos de la aureola de 'crueldad' con los competidores que se le asigna al organizador, para el catalán se trata de «una persona peculiar pero bastante empática y lúcida». Eso no quita para que en esta edición le haya pedido como 'prenda' de la inscripción «una camiseta donde hubiera algo escrito en el idioma del país del participante». O que mantenga la tradición de 'esconder' la hora de la salida. «Sabes que empieza entre medianoche y mediodía, pero debes estar pendiente del sonido de la caracola que avisa de que queda una hora». Tras el aviso, los 40 valientes se dirigen a la salida y tienen que esperar a que Lazarus se encienda su cigarro. Es entonces cuando arranca la Barkley Maratóns, una competición única a la que Albert Herrero piensa volver. «Tengo que digerir lo de este año pero la espinilla se ha quedado ahí al quedar tan cerca. Supongo que lo volveremos a intentar».