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'Firekid' (Infarto Producciones / BMG) es el disco debut de Alice Wonder, una auténtica supernova que está poniendo voz a toda una generación que aún en el mar de dudas acorde con su edad, posee un talento innato dispuesto a abrasar el mundo. No deja ... de asombrar la madurez con la que Alice ha encarado su puesta de largo, la claridad del mensaje que ha querido transmitir, así como el cruce de caminos musicales por el que transcurren las once canciones que componen este álbum. Con un título además muy cercano a Alice Wonder, pues nace de la infuencia de sus amigos y de sus experiencias, Firekid habla sobre ese talento que explosiona dentro de alguien, que le incendia, para salir de su crisálida adolescente con la majestuosidad del aquel al que le pueden las ganas de comerse el mundo. Y lo demostrará este viernes en la Sala Niágara (22.30 horas).
Criada en el castizo barrio de Chamberí con el colegio enfrente de su casa, convierte la habitación de su casa en un lugar de recreo para evadirse con sus juguetes, los instrumentos de sus padres músicos, convirtiendo así su refugio en una pequeña isla dentro de su bullicioso barrio. Armada con su piano y su guitarra, aprende en un entorno donde la música siempre está presente (su padre es batería profesional, su madre canta) los entresijos de los sonidos de raíz que aparecerán más adelante en sus canciones, esa infuencia está centrada en el jazz, el blues, y sobre todo el soul en el que su voz profunda se enfunda como un guante.
Con los discos de su hermana mayor llegó el amor por esa nueva hornada de indie rock de fnal de los noventa, y es en esa fusión sonora donde encuadra lo que ella denomina lo que hace, una música emocional, la única que le interesa, la que llega directa al corazón.
El año pasado fue la presentación seria de Alice Wonder en sociedad. Con tres composiciones propias, 'Take Of' dejó un excelente sabor de boca hasta el punto que plataformas como Spotify contabilizan en varios millones la reproducción del single que dio título al EP. Anteriormente, ya nos había cautivado con sus apariciones en Instagram bajo la etiqueta #15secondcover, en la que agrupaba interpretaciones variopintas de artistas actuales a quienes aplicaba un mismo fltro, el suyo, para hacer esas canciones prácticamente irreconocibles y de ese modo, como a ella misma le ha gustado siempre comentar, darles una vuelta imposible, y así decir aquellas cosas que sus compositores no habían dicho.
Le han llamado «artista de redes» haciendo hincapié en el contexto en el que ha empezado a darse a conocer, pero ella sabe que las redes sociales son una herramienta y no un fin en sí mismo. Alice Wonder no rechaza las comparaciones ni las definiciones hechas hasta la fecha, le «honran» como dice, aunque tampoco se detiene mucho en ellas. Sabe que es previsible que con el nuevo disco aparezcan más comparaciones y que la gente se empiece a fijar en otras referencias, y a veces, afirma, «en la música de eso se trata, de ir tirando de los hilos».
Con una producción muy cuidada, un sonido que tiende a lo internacional, con un concepto muy abierto y evocador de diferentes pasajes, el disco muestra a Alice contemporánea pero a la vez también eterna. Porque junto a su productor el maestro Ángel Luján (Vetusta Morla, Xoel López), con el siempre presente y cósmico Martí Perarnau (Mucho, The Sunday Drivers) y el ecléctico y experimental productor de rap y electrónica David Unison a las baterías (The Cabriolets...) ha formado un equipo que transita entre el indie, la electrónica, el folk, el soul y la música de raíz con una madurez y eclecticismo brillantes. La primera parte del disco, gracias a canciones como Clean Up The Mess, Strategy, Washover o Playgame, podemos ver a una cantante multifacética y muy actual.
Composiciones que aparecen hacia el fnal como 'The World is Changing (Me)', 'Fire on My Hands', 'Who Dou You Think I Am' o 'Bajo la piel' desnudan a la letrista haciéndola atemporal, capaz de sostener una canción con su voz y muy pocos arreglos. Otras como 'I Don't Know How', 'High Tree City' o 'Too Mad' tienen ese punto de intensidad contenida que hacen de Alice Wonder una artista con estilo propio.
Dos ideas nos acercan a su concepción de artista y autora. La primera, que se acabaron los tiempos en los que un disco era un ente cerrado, estirado por el éxito de su promoción en las radiofórmulas. Cree sinceramente que «una artista debe estar en constante evolución y enseñar de manera frecuente su trabajo». La segunda, que Alice posee ese impulso dylaniano que hace de ella portavoz de un sentimiento generacional, aunque en este momento sea de duda. Defensora de que la vida artística «no tiene por qué ir necesariamente ligada a la vida privada propia sino que lo que importan son los sentimientos de la gente», piensa que en este país se necesitan «cosas nuevas», y que la cultura «se ha degradado en exceso aunque los propios artistas hayan tenido que tirar demasiado de ella en sus horas más bajas». Es por eso mismo por lo que cree que ahora es un buen momento para «no tener miedo a crear procesos artísticos nuevos».
Alice Wonder no es una profeta de nada. En realidad, ella misma asegura que solo es «una persona que ha tenido la suerte de colaborar con otra gente que ha sabido potenciar su talento y eso creo que el público lo va a agradecer. En muy poco se va a crear una generación nueva, y creo que mi proyecto puede entrar en esa corriente porque es un proceso real, las canciones son reales y yo estoy cantando algo sincero».
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