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«Cuando nos abandonan, la vida parece un tango. Entonces buscamos consuelo en el oro o en el fango, conocemos las alturas; también el abismo: es el precio que se paga por poder ser uno mismo». Paradójicamente, la noche de ayer en el Faro de ... Ajo podría describirse con parte de la letra de una canción no incluida en el setlist de la jornada: 'Hoja de Ruta'. La firma Ariel Rot desde el 2003, y tiene todo lo necesario para hacer síntesis de lo vivido hace apenas unas horas: un poco de abismo —por el recinto habilitado en pleno Cabo con vistas privilegiadas al Cantábrico—, y un mucho de personalidad, de ser uno mismo.
A Ariel Rot (1960) y Kiko Veneno (1952) les sobra personalidad. Llevan siendo ellos mismos desde que el primero huyó del gobierno militar de Videla en su Argentina natal y el segundo tuviera la afortunada desfachatez de hacer canción las historias de aquellos guardias civiles que aquí, en España, iban al teatro cuando no estaba bien visto. Ambos han sido testigos de una historia reciente y ahora, en gira conjunta, lo cuentan sobre el escenario a través de sus canciones.
Esa gira conjunta recaló ayer en el Faro de Ajo, el segundo de los cuatro faros cántabros en los que el ciclo 'Luz de Música' ha programado conciertos durante este mes de septiembre con motivo del 150 Aniversario del Puerto de Santander, y lo hizo bajo un formato especial, el del programa de televisión 'Un País Para Escucharlo' y su banda, con la pequeña diferencia de poder presenciar las actuaciones en persona —con sus veinte minutos de retraso de rigor— y no tras una pantalla cada martes a las 23.00.
Ayer no fue martes sino sábado, y ese formato televisivo llevado al directo fue fiel a su característica estrella: la interpretación de distintos temas con artistas de la zona en la que te encuentras grabando —tocando—. Para la ocasión, tres nombres: Quique González, Los Estanques y Anni B Sweet; todos ellos desfilaron por las tablas anoche en Ajo, y todos ellos agradecieron poder tocar en directo con Rot y Veneno: «es un privilegio cantar con quienes forman parte de la historia de este país. Gracias».
El primero de esos nombres encontró hace años su lugar en el mundo; lo hizo en Villacarriedo y anoche, 60 km por la A8 después, apareció en el escenario para interpretar junto a Ariel y Kiko temas propios como 'Vidas Cruzadas', temas de Los Rodríguez como 'Me estás atrapando otra vez', y uno de esos temas que, como dijimos unas líneas más arriba, llevan el sello de Kiko Veneno por lo que cuentan y por cómo lo cuentan. Esa canción fue 'La Casa Cuartel', y anoche dio lugar al diálogo especial que se da cuando tienes la oportunidad de interpretar con uno de tus artistas de cabecera una de tus canciones de cabecera: «Kiko, estoy nervioso por cantar esta canción contigo», dijo Quique; «si estás nervioso es porque tienes vergüenza», sentenció Veneno. Y allí sonó ese tema que habla de guardias civiles en épocas pasadas, de la Transición, de Dalí y de Lorca. Todo en menos de cuatro minutos.
Así, entre la vergüenza justa y la euforia de un público que cuando llegó al recinto no sabía que iba a presenciar tres conciertos por el precio de uno, fue transitando la noche, previo atardecer: «yo me quiero venir a ensayar aquí todas las tardes. Estáis todos invitados». Con camerinos con vistas al mar, la pregunta sería quién rechazaría semejante invitación.
Sobre el escenario también desfiló el espíritu de quien solo busca un sitio donde cantar, como escribe Veneno en 'Joselito', y sobre esa idea salieron a escena los segundos invitados de la noche: Los Estanques y Anni B Sweet, aprovechando el escaparate que les ofrecía ese escenario y accediendo a un público que quizá de otra manera jamás habría llegado a ellos. Cántabros y malagueña están inmersos en gira presentando su álbum debut, 'Burbuja Cómoda y Elefante Inesperado', y anoche en Ajo dieron alguna pincelada del sonido que puede descubrir quien aterrice en su universo, en su música, por primera vez.
Y tras todo lo contado, turno para los clásicos entre los clásicos: 'Milonga del marinero y el capitán', 'Salta', y 'Volando', subiendo de nuevo al escenario todos los invitados para ejecutar el tan afamado como denostado 'bis' final. Bajar del escenario, esperar diez segundos de rigor, volver a subir, y dejarte la piel en los dos últimos temas. Pensándolo bien, eso también es un clásico, aunque quizá —y por pedir que no quede— hubiera quedado mejor si todos los que estaban sobre el escenario conocieran la letra de la canción final.
Anoche fue una noche para el Tequila y el Veneno, que una vez más volvieron a hacer de las suyas encima de un escenario. Sin duda, un concierto para escucharlo, y ya van tantos este verano que servidora ha dejado de llevar la cuenta. En su lugar, que trascienda una idea: «quien no baile, está muerto».
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