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Stivel, de 65 años, es productor, músico y cantante José Ramón Ladra
«Soy un artesano de cancioncillas, acumulo inexperiencia y cada vez sé menos»

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«Soy un artesano de cancioncillas, acumulo inexperiencia y cada vez sé menos»

El fundador, compositor y cantante de Tequila, Alejo Stivel, presenta sus memorias, 'Yo debería estar muerto', el próximo lunes en Librería Gil

Sábado, 7 de septiembre 2024, 07:43

«A mí me fascinaba mirar la tapa del disco, abrir el sobre, mirar las letras, leer los créditos minuciosamente para ver quiénes habían tocado y encontrar cualquier pequeño detalle por pequeño que fuera». Eso mismo podrán hacer los lectores de 'Yo debería estar muerto', la biografía de Alejo Stivel escrita por sí mismo. El productor, músico y cantante la presentará el lunes en la Librería Gil (19.00 horas), acompañado por Jesús Ruiz Mantilla. Y no, no hay un lector tipo, porque Stivel no quiere entrar en diatribas «marketinianas, esas que preguntan de entrada los publicistas, editores o productores. «Cualquier humano» puede adentrarse en las peripecias vitales y profesionales de uno de los pioneros del rock con ñ.

Pionero en una época en la que, como señala «hacer rock en español era difícil, pero también ser uno de quienes iban a escucharnos». Como todo lo que trata de abrirse paso, fueron muchos los detractores de una música que representaba una revolución. «Ahora poner un nombre en el teléfono y escuchas lo que quieres cuando quieres». Antes, ser fan «era mucho más trabajoso y requería una pasión y un esfuerzo ilimitado. Ahora incluso de desvaloriza».

Tras sobrevivir a un principio de tuberculosis con cuatro años, a la dictadura argentina en la que desaparecieron «decenas de personas de mi entorno familiar», incluido su padrastro, que fue aseisnado, a los ochenta en España en «un cóctel explosivo de éxito furibundo y popularidad adolescente», accidentes de moto, un puñetazo de Mike Tyson y un cáncer reciente, Stivel se considera un 'Sobreviviente serial', título del primer capítulo del libro. «Estar vivo esuna carambola», afirma.

Dice que goza de una notable mala memoria, por lo que el año y pico que le ha llevado escribir este volumen ha sido un ejercicio de recuperación «intenso». Llega en este momento «porque lo decidieron los astros, ciertas coincidencias y la insistencia de gente a mi alrededor para que lo hiciera». Sin premeditación.

Stivel es un buscador de la palabra exacta cuando habla. Repite «no sé si es exacto» cuando un término no le encaja, hasta encontrar la pieza que coincide con lo que piensa. Sin embargo, se quita mérito al llevarlo a un relato por escrito. «Ejercicio literario complejo viniendo de un compositor de canciones pop es una exageración; no soy escritor ni lo pretendo», afirma. «Mi oficio es ser artesano de cancioncillas de tres minutos y este es un libro pop, como una canción larga».

«Fui tirando del hilo y encontrando cosas que no recordaba», explica. Un recorrido por su familia, desde los orígenes de sus abuelos, un gaucho judío, Alberto Katz y Sofía Slaposnik, llegada desde Kiev, a sus padres, Zulema y David, que se conocen en un grupo de teatro en los años 50, se enamoran, se desenamoran y el 22 de marzo de 1959 nace en San Telmo su único hijo, Alejandro Stivelberg Katz. Con tres años protagonizó un cortometraje –que se puede ver a través de un código QR presente en el libro–, con cinco leía el periódico y charlaba con Julio Cortázar «que era un amigo más que iba por casa», como podían aparecer Juan Gelman, Federico Luppi o Emilio Alfaro. Con diez conoció a Ariel Rot, «que ya tocaba la guitarra como Eric Clapton» y con el que se reencontraría en España, a donde ambos llegaron con sus familias por fuerza mayor. El libro también aborda la política, los movimientos sociales, los principios que le guían en algunos aspectos. El golpe de estado en Argentina, el exilio a España, son los preámbulos al inicio del salto de su vida, la formación de Tequila. Todo contado en capítulos rápidos, directos, divididos en tres partes. Al inicio de cada uno, una canción, «como si te invitara a mi casa y te pusiera las que más me gustan y que tienen que ver con lo que cuenta cada capítulo».

Stivel, que también aborda abiertamente su extensa (por cantidad y variedad) relación con las drogas, se reconoce fan de innumerables artistas de todos los estilos. Desde los Stones a Miles David, Mozart o Marvin Gay y Les Luthiers. En todos estos años vividos dice haber acumulado «mucha inexperiencia; creo que cada vez sé menos». Compara la banda con una estrella fugaz y reconoce que no vive más despacio que entonces. «Hay que mantenerse en forma» a pesar de que «todos somos estrellas incandescentes y dentro de cincuenta años nadie se va a acordar de nosotros».

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