Raquel Andueza reconoce que le gusta más cantar en un espacio pequeño e íntimo que en un gran auditorio y por eso está encantada de ... que su participación el FIS, con La Galanía, haya sido anoche en los jardines del Palacio de Albaicín en Noja y hoy en la iglesia Santa María de la Asunción en Miera, a las 20.00 horas. Un recital al que anima a asistir para acabar con los prejuicios con la música antigua. «Que no es tan compleja como muchos piensan».
-No es la primera vez que actúa en Cantabria con La Galanía. ¿Qué espectáculo traen esta vez?
-Venimos con un programa de música española e italiana del siglo XVII que, de verdad, está compuesto de lo más bonito de nuestro repertorio. La directora del Festival, Valentina Granados, nos pidió que trajéramos música preciosa para amenizar al público, con un programa fresco, apropiado para el verano y para este momento que estamos sufriendo con la crisis sanitaria y nosotros hemos traído canciones de amor, desamor, pasiones... un poco de todo, incluida la picaresca. Y estamos encantados.
-La Galanía fue un grupo que fundó usted misma con Jesús Fernández Baena. ¿Cómo surgió el proyecto?
-Cuando empiezas a trabajar y estás con diferentes grupos y orquestas vas asimilando conceptos y aprendiendo mucho de los directores y otros compañeros hasta que al final te forjas y te creas tu propio criterio y quieres empezar a hacer las cosas a tu manera y también a empezar a trabajar con la gente que quieres. Conoces compañeros a los que quieres mucho además de trabajar bien con ellos y, de esta forma, formamos esta pequeña familia musical que es La Galanía.
-Su repertorio se centra en música antigua. ¿Se podría decir que la música barroca era el pop de la época?
-Sí y nosotros lo que hacemos es buscar música popular y bailes instrumentales porque sí nos parece que era la música pop del siglo XVII. De hecho nuestro último trabajo discográfico 'El baile perdido' son bailes que hemos rescatado porque estaban ya perdidos muchas veces por la censura y en ese proyecto también recuperamos la música popular de las tabernas y las calles del siglo XVII.
«Cuando trabajas con gente a la que quieres se forma una pequeña familia musical»
-Sin embargo, mucha gente, sigue pensando que es densa y tediosa. ¿Qué se puede hacer para convencerles de lo contrario?
-Es cierto que hay veces que hay cierto prejuicio porque la gente asocia música antigua a música medieval muy compleja. A lo mejor el concepto no está muy bien definido, pero sin embargo, cuando vienen a vernos se dan cuenta de que es todo lo contrario. De hecho hay mucha gente a la que la música clásica no le gusta, pero le encanta la música antigua. Lo mejor es venir a un concierto.
-Empezó a cantar a los seis años y de bien joven salió de Pamplona para irse a formar a Inglaterra. Si echa la vista atrás, ¿se arrepiente de algo?
-Es un respuesta complicada. Supongo que no, porque se aprendes mucho de los aciertos y los errores. Pero si que me hubiera gustado tener con 16 años a las profesoras de canto que tengo ahora. Pero de mi andadura profesional no cambiaría un ápice. Tal vez podría haber hecho más audiciones. Nunca me gustó el hecho de pasar exámenes. Me defiendo mejor en un escenario y un directo que en una audición. Pero, en general, creo que he tenido mucha suerte porque antes de acabar los estudios ya estaba trabajando.
«Gema nació para dignificar la profesión y velar por el trabajo de los músicos»
-La última vez que estuvo en Cantabria fue en el Palacio de Festivales en una gran sala. Ayer cantó en unos jardines y hoy lo hará en una iglesia. ¿El escenario influye a la hora de cantar?
-El escenario inspira mucho. La actuación en una iglesia recogida con el público cerca, dentro de lo que ahora se puede, y que te permite incluso controlar con la mirada al público que tienes delante, a mí me gusta mucha más que en los grandes auditorios en lo que todo es más impersonal.
-Es, desde hace unos meses, presidenta de la asociación de Grupos Españoles de Música Antigua, GEMA, ¿qué fines persigue esa asociación?
-Los objetivos principales son dignificar este sector en el que algunas veces las condiciones laborales no son las justas. No somos un sindicato, pero pretendemos velar y cuidar a los músicos que lo necesitan.
-¿Qué aporta la música antigua en estos tiempos tan convulsos?
-Sentir la música, en directo o en formato acústico sin amplificación electrónica, esa que llega directamente sin ningún tipo de filtro, es algo sanador. Es muy reconfortante y sentir el contacto entre el público y los músicos nos hace volver a una cierta normalidad. Pero también escuchar música en casa hace bien. Nos va a tranquilizar. Nos va a abstraer de esta realidad tan extraña que estamos viviendo.
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