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¿Quién no ha cantado nunca 'Bulería, Bulería'? ¿Quién no ha escuchado en la última semana alguna canción suya en la radio? Son preguntas que inevitablemente alguien que acudiera anoche a la tercera jornada del 'Magdalena en Vivo' podría hacerse en lo que dura el ... recorrido desde su aparcamiento hasta la campa. Y darían rápido con la respuesta: nadie. David Bisbal es uno de los mayores exponentes del pop y sus derivadas; pop-latino, rumba y quizá también, por qué no, flamenco (en su versión light); es el gorgorito que sabes cuándo empieza pero no cuándo acaba; la capacidad vocal y, al mismo tiempo, la capacidad de transmitir al público cómo él mismo está disfrutando encima de un escenario. Y eso, traducido al poder de convocatoria, tiene sus resultados. Anoche unas 10.000 personas pisaron la Campa para ver al extriunfito.
A falta de llegar ese momento, primero llegó el de otra artista que también salió del formato de 'Operación Triunfo', aunque en su versión renovada del 2018: «Me llamo Julia Medina y vengo a cantaros canciones de amor, porque hay que quererse mucho a uno mismo y levantarse cada mañana queriendo comerse el mundo». A las 21.30 horas la de San Fernando se convirtió en el 'Epicentro' de una noche que acababa de comenzar y en la que, con las primeras canciones, la gente aprovechó para cenar, entrar en ambiente y encontrar su sitio de cara a lo que estaba por venir.
«Los que habéis venido en pareja no hace falta que reconozcáis esto, pero amigos, amigas, siempre hay cuartas partes y siempre llegan personas dispuestas a poner nuestro mundo patas arriba. Esto se llama 'La Cuarta Parte'». Lo íntimo de la propuesta de Julia Medina tuvo anoche la atención de las primeras filas y la conversación de ambiente de los del fondo; una de cal, y una de arena para recibir un R&B lento con una voz potente que, como comentaron algunos asistentes en la Campa, «comenzó cantando en los bares». Afortunadamente. Aunque visiblemente estuviera algo nerviosa, la gaditana fue manejando la situación a medida que avanzó en su actuación. «El año pasado Malú, una de mis referentes, cantó una de mis canciones, 'Se Busca'; me gustaría que la cantarais conmigo«.
Durante su repertorio Medina también aprovechó para mencionar a Ainoa Buitrago, quien ya estuvo el año pasado en el festival santanderino 'La Plaza', artista con quien compuso 'Cara B'; seguido, 'Qué será de mi', 'Mesa para 2' y 'Dime' cerraron una actuación en la que el personal del staff tuvo que salir a escena a recolocar el micro de la artista.
Tras su despedida, noche cerrada y aplausos de recibimiento. A las 23:00 horas David Bisbal, o mejor dicho su holograma, salió a escena progresivamente a través de las pantallas instaladas en todo el escenario; salió por el techo, de frente, por los laterales y, finalmente, ya en persona, ante el público, con una característica patada que rompió un cristal ficticio en las pantallas laterales. Ese gesto fue la antesala de lo que el artista tenía preparado para el público de Santander: una clase intensiva de zumba.
«¡Muy buenas noches mi gente de Santander!. Qué espectáculo de público tenemos aquí, por dios. Prometo ser breve —risas—. He venido aquí a disfrutar, a pasarlo bien, a cantar, a desear a la gente que ha elegido Santander como destino turístico que lo disfrute y a deciros que, como andaluz, siempre es un placer venir aquí».
Bajando por la 'Torre de Babel' y saludando previamente a «los máquinas» de Santander, quien empezara en esto de la música en las sacrificadas orquestas con apenas veinte años transmitió anoche, más de veinte años después, ese ánimo de fiesta, de esfuerzo, de carretera y tablas en la capital cántabra. Todo cual Mesías, ataviado en un traje blanco impoluto que cambió por el negro en el ecuador del concierto y acompañando a su espectáculo de unos audiovisuales elogiados por el público, móvil en mano, que a medida que las canciones fueron desfilando, recrearon desiertos, playas y bosques.
Con momentos más sosegados, el artista también encontró el hueco para alejarse del 'boom boom boom' y traer al escenario el recuerdo de «mi princesa», tema que hizo de la Campa de la Magdalena una explanada llena de linternas y parejas abrazadas.
«¿Qué hay más bonito que sentirse acompañado en estos veinte años de carrera?» —preguntó Bisbal—. Acto seguido, el público le lanzó al artista desde las primeras filas una bufanda con las iniciales 'DB' y el logo oficial de la gira del artista, así como una bandera autonómica. Todo en una estampa muy cántabra que, si uno tiene ganas de buscar dobles sentidos, lleva directamente a San Vicente de la Barquera.
Guitarra flamenca mediante, 'Ay, ay, ay' fue la bachata flamenca que puso a bailar a todo el mundo y que anticipó un cambio de vestuario apostando por el negro para interpretar 'Quiero Perderme en tu cuerpo' y 'En tu ausencia'. «Yo recuerdo que al principio de mi carrera musical se llevaba la rumba, lo tropical; ahora, hace cinco años que hemos vuelto a ese mercado, volvemos a lo mismo. Así que nosotros le hemos añadido nuestra guitarra flamenca, ¡y no sabéis cómo lo disfrutamos! Ahí va nuestro mejor medley para cerrar el concierto». Y allí fueron 'A Contracorriente', 'Bésame' o 'A partir de hoy' seguidas, claro, de la traca final: 'Corazón Latino', 'Bulería' y un más que esperado 'Ave María'. Ocasión para la que el artista lució camiseta negra con esa frase que le ha hecho, si cabe, más viral.
Al final del espectáculo, el protagonismo fue para la banda: «Quiero que esta gira sea un homenaje a toda la gente que hay en ella y también para toda la gente que trabaja de noche para que la gente se lo pase bien. Gracias a todos ellos y, en especial, a Gabriel Peso (teclados), Sergio Gallardo (guitarra eléctrica), Jordi Portá (bajo), David Simón (batería) y Ludovico Baniore (director musical)».
David Bisbal es la persona que más vueltas por minuto es capaz de dar, alguien que un buen día cogió todo el aprendizaje de las orquestas y lo transformó en una propuesta para todos los públicos. Y también, como decían los más mayores cuando el almeriense alcanzó la fama con Operación Triunfo, «un titiritero» —o como diríamos ahora, un máquina—. Sea como fuere, siga siendo. Y vivan los máquinas que son ovacionados a la salida del recinto donde han actuado.
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