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paula díaz
Santander
Martes, 3 de agosto 2021, 10:18
«Nunca te agradeceré lo suficiente que me descubrieras a un artista». Estas son las palabras que un padre le profesó a su hija al ... finalizar el concierto que Andrés Suárez ofreció ayer junto a su violinista de cabecera, Marino Saiz, en la Campa de la Magdalena. Como no hay mejor cronista que aquel que repara en los detalles, empecemos por ahí.
La fórmula con la que el músico llegó al escenario de Santander —ciudad en la que lleva cantando quince años— pasa por un repertorio en el que hay espacio para temas de sus ocho discos; por acordarse de aquellos locales que le dieron su primera oportunidad -especial recuerdo a Nieves y la casa del abuelo-, y por intentar que la hora y media de espectáculo sirva para desconectar y abrazar, física o mentalmente, a quien queramos. Todo a través de la canción.
Así las cosas, sonaron 'Números Cardinales' (2013), 'Voy a volver a quererte' (2015), 'El Corazón me Arde' (2017), '6 de la mañana' y 'Nina' (2020). Canciones con las que darse un paseo por la discografía del artista, que en su cita con los cántabros presentó su trabajo más reciente: 'Andrés Suárez', sin olvidarse del disco del que siempre hablará con un orgullo especial, 'Moraima'.
De él decidió incluir «una canción que no iba a entrar» pero «tuvo que hacerlo» al ser su abuelo un apasionado de Cantabria y de las canciones que se cantaban en los bares. Esa canción fue 'Rosa y Manuel', un homenaje a quienes su alzheimer no les permite recordar y con la que ni siquiera pudo el motor de una avioneta poco acertada en la hora de trazar ruta.
Es inevitable pensar en alguien cercano -o que fue cercano y ya no lo es- con las canciones de Suárez. En directo, y en base a esos vínculos que solo las canciones pueden alimentar, el gallego habló de su amistad con Rulo, de Rulo y la Contrabanda, motivo que le llevó a cantar 'Imagínanos' (2012): «Imagínanos sin mar pero mojados, dos acantilados y un barco de vela; un abrazo largo de sonido celta, recoger lo que ha dejado una marea llena». Qué tendrá el norte -donde el público es tan cálido- que une tanto.
Fue un concierto peculiar que dentro de un tiempo, cuando podamos mirar atrás para recordar lo que vivimos con la pandemia y sus nefastas consecuencias, veremos como esa luz del faro que mantuvo viva la llama de la normalidad que 2020 nos arrebató.
Un concierto posible gracias a Vicente Cano, sonido; a los técnicos de luces; a la organización del festival; a Toni Gil, backline; a Irene Piña al frente de la banda y a Noemí, que estuvo en la venta del merchandising. A todos ellos, gracias.
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