Y al cantar Rozalén, la Plaza de Toros se puso a bailar

Valeria Castro aún no ha ganado tantos premios, pero, a sus 25 años, se ha posicionado como una artista única y ha conseguido estar nominada a los Grammy Latinos y a los Premios Goya. Iba para biotecnóloga, pero acabó cambiando los laboratorios por los escenarios y, de momento, parece que tomó la decisión acertada: este año, sin ir más lejos, ha dado más de veinticinco conciertos.

En Santander, eso sí, su 'show' estuvo lleno de altibajos: hubo momentos de magia, pero también se percibió que la Plaza de Toros de Santander se le quedaba grande y que aún le falta crecer mucho como artista. La he visto un par de veces en recintos más pequeños, más íntimos, y creo que en esos espacios brilla más.

Con sus primeras canciones, no logró más que unos tímidos aplausos, con 'La Raíz', uno de los temas más destacados de su primer disco, 'Con cariño y con cuidado', logró poner por primera vez a la gente en pie y con 'Abril y mayo' recibió la ovación de la gente. «Qué bonito ha sido esto», se le oyó decir a una chica del público.

La artista canaria no dejó de emocionarse en ningún momento del concierto y, de hecho, la pudimos ver divertirse mientras aporreaba un pandero cuadrado, sonreír mientras interpretaba 'Con cariño y con cuidado' sola al piano y emocionarse cuando le dedicó 'Guerrera' a su madre, a su abuela y a todas las «mujeres valientes» que han sido fundamentales para que ella estuviera ayer tocando en el festival La Plaza.

Valeria salió del escenario bajo una sonada ovación, como si hubiera cortado una oreja, como si uno de los grandes toreros del momento hubiera hecho una corrida triunfal. Eso sí, anoche no hubo sangre, sólo algunas muestras de talento bajo una voz muy bonita.

Valeria Castro hizo que el público cantara 'quítame, quítame, quítame la pena' casi al final de su concierto, mientras que Rozalén cantó eso de 'sácame la pena, llévame a bailar' cerca del inicio del suyo. Ambas artistas se dedicaron mutuamente palabras de admiración y levantaron a la gente de sus asientos en varias ocasiones, pero, mientras que a la primera aún le falta crecer mucho, la segunda demostró por qué acumula premios y mueve masas de gente.

Si juntamos a una artista con carisma con seis músicos talentosos y una legión de técnicos, el resultado es un espectáculo digno de admiración. Si encima esa artista canta jotas, es capaz de brindarnos momentos de emoción contenida, coquetea con los ritmos latinos e incluso con la electrónica, el éxito está asegurado. Rozalén demostró anoche que es capaz de moverse con soltura entre distintos géneros y que lo hace todo con gran maestría, salvo lo de rapear: el único momento frío del 'show' fue cuando tocó Mis infiernos', un tema en el que canta con el rapero Kase.O y en el que se atreve a hacer cosas que aún no había hecho en su carrera.

La albaceteña, que se encuentra inmersa en la presentación de su sexto álbum de estudio, 'El abrazo', cantó anoche más de veinte canciones, homenajeó a su tierra, dejó claro que lo de 'Vivir' es de fenómeno fan y puso al público a bailar durante casi todo su concierto. Ella misma terminó bailando como una posesa junto al público mientras sonaba el 'Flying Free'.

Anoche, cerca de 3000 personas disfrutaron del concierto de Rozalén, una artista con un currículum cargado de premios, que triunfa por ser, como ella misma dice, una persona normal. «Mucha gente me dice que si gusto es porque parezco una tía normal», señalaba hace algunos días en una entrevista en este medio. Lo cierto es que anoche pudimos ver a una artista cercana que lo mismo se emociona al rememorar su niñez, que habla abiertamente sobre feminismo o reivindica sus orígenes.

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