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Un experimento y cinco mil almas. Así puede resumirse el acontecimiento musical vivido en el Palau de Sant Jordi de Barcelona escenario del macroconcierto musical celebrado el pasado sábado. En el escenario la banda Love of Lesbian y en la grada un público ... pletórico y con un test de antígenos rápido (TAR) en el bolsillo. Solo así podían acceder a este recinto para disfrutar de una actuación que ya ha sido calificada como histórica y que ayer fue noticia en una gran parte de los periódicos del mundo que lo han calificado como un «regreso al futuro». ¿Y qué opinan en Cantabria músicos, programadores, y promotores? ¿Sería factible una experiencia similar?
Aparte de las ganas, que las hay por todas las partes y del optimismo generalizado que siempre proporciona la música en directo y más en estos tiempos de pandemia, programadores y promotores en Cantabria ven inviable un experimento similar en suelo patrio y eso que la Comunidad fue pionera en esto de recuperar la música en vivo.
Desde el Gobierno de Cantabria, Gema Agudo, directora general de Acción Cultural, recuerda que «desde que acabó el confinamiento y con las medidas de seguridad pertinentes, nosotros no hemos parado y hemos ido por delante». Eso sí, tanto como para poder celebrar un concierto similar al de Barcelona no lo ve claro. «No nos vemos capacitados para poder organizar algo semejante», señala Agudo quien, en cualquier caso, valora el experimento como algo muy positivo para el futuro cultural a corto plazo y sobre todo da un gran importancia a que promotores privados e instituciones públicas hayan remado de forma conjunta por el mismo bien común. «En cualquier caso confiemos en la situación sanitaria mejore, las vacunas lleguen para todos y que más pronto que tarde podamos disfrutar de este tipo de conciertos tal y como los disfrutábamos antes».
Santander aún no se ha pronunciado sobre la posible celebración de sus festivales de verano y el concejal de Cultura del Ayuntamiento Javier Ceruti se muestra prudente. En cuanto a la posibilidad o no de que la capital de Cantabria sea escenario de un concierto como el que Love of Lesbian ofreció este fin de semana su respuesta es tajante. «Nos debemos a las recomendaciones de Salud Pública, ni un paso más ni un paso menos», afirma. Y añade que habrá que esperar quince días para comprobar el efecto epidemiológico de la actuación del Barcelona.
Para Guillermo Vega, que lleva 17 años organizando festivales musicales en Cantabria, como Música en Grande o el año pasado el 'Vive la vida' en Torrelavega, la celebración el pasado sábado del concierto podría definirse como un rayo de luz y una gran noticia para todos «aunque desgraciadamente no lo veo viable para un lugar como Cantabria». El motivo, tal y como señala, es que para poder asistir a este evento los espectadores han tenido que hacerse un test de antígenos que garantizara la seguridad de todos «y me parece casi imposible pedir algo así en esta región. Dejando aparte que si el público quiere hacérselo por su cuenta tiene que pagar una importante cantidad de dinero que podría salir más caro que la entrada, tampoco hay suficientes laboratorios en la región como para hacer 5.000 test en 24 horas de antelación».
En cualquier caso, para Vega, fundador y director de Mouro Producciones, se nota que hay ganas de hacer cosas, tanto por parte de público como de instituciones y música, y eso siempre es una buena noticia, pero sigue convencido como ya declaró a este periódico recientemente que lo más factible y probable este año será organizar ciclos de un máximo de mil personas en exterior e incluso algo más en lugares cerrados con gradas y con un 50% de aforo como podría ser el Palacio de Festivales o Deportes. En este sentido Mouro Producciones ya trabaja en una propuesta similar a la que hizo el año pasado en Torrelavega, el ciclo 'Vive la vida' y que llevó hasta La lechera músicos de la talla de Loquillo, Pablo López, Ara Malikian... en una serie de conciertos que se seguirán en silla y con mascarilla.
Y si para Guillermo Vega el concierto del fin de semana ha sido un rayo de luz, los músicos, grandes perjudicados por la pandemia y todo lo que conlleva, celebran que por fin sus instrumentos y voces vuelvan a sonar en directo y ante una gran masa de público.
Marina Iñesta, compositora, guitarrista y voz de Repion afirmaba ayer que «ojalá se pueda repetir la imagen del pasado sábado en Barcelona y proliferen este tipo de conciertos». Su grupo, que está a punto de presentar nuevo disco, pudo actuar el pasado verano en el Museo Etnográfico de Muriedas con el ciclo 'La Cultura Contraataca' del Gobierno de Cantabria y este fin de semana seguía 'con los dientes largos' la actuación de sus colegas en el Sant Jordi. «Es una buena noticia para los músicos y un avance. Ojalá se tome nota del buen resultado», asegura.
El que no lo tiene tan claro es Nando, guitarrista de La Fuga. Como casi todo el mundo en el sector celebra la vuelta de la música en vivo a los escenarios pero en el caso de la mítica banda de Cantabria prefieren ir con cautela. Recuerda que La Fuga no ha vuelto a ofrecer un concierto desde antes de marzo del año pasado «porque nos tomamos muy en serio la normativa sanitaria y, aunque tenemos ganas de volver al escenario, creemos que no se pude hacer de cualquier forma porque puede ser perjudicial y que hay que ser cauteloso». Así que, concluye, «reconozco cierta emoción por este tipo de eventos pero me parece que no deja de ser un experimento y bastante complicado. Creo que lo mejor para remar en la misma dirección es seguir las normas establecidas hasta ahora».
Pepe Santos, director del Aula de Música de la Universidad de Cantabria también aplaude la iniciativa. «Es una manera muy loable de capear el temporal y una gran noticia que demuestra que hay ganas de música en directo. Valoro y mucho el esfuerzo de los organizadores y me gustaría que se repitiese», opina.
Antígenos y mascarillas
Desde el principio se anunció como una experiencia piloto y experimental impulsada por la plataforma Festivals por la Cultura Segura «sin distancia social y en un entorno seguro» y la celebración del concierto el sábado ante un grupo de 5.000 personas –las entradas se agotaron en ocho horas– con una prueba de antígenos obligatoria que aseguraba el riesgo abrió telediarios el pasado domingo.
Para facilitar al público interesado la posibilidad de acceder al recinto la organización habilitó tres salas para poder hacer la prueba (Luz de Gas, Razzmatazz y la Sala Apolo).
Pero esto no fue la única novedad pues la obligatoriedad de mascarilla, un control de temperatura y la disponibilidad de hidroalcohol a lo largo del recinto, así como una clara diferenciación por grupos tanto del acceso, como al servicio de bar y lavabos eran la prueba de que el del sábado no fue un concierto normal, pero sí lo más próximo a lo que se hacía antes del covid. «El mundo nos está mirando», reivindicó al principio del concierto el líder de la banda, Santi Balmes, que se emocionó o al recordar que esta era la primera vez en un año que Love of Lesbian pisaba un escenario. ¿Irresponsabilidad en pandemia o el primer día del futuro de la música en vivo?
Horas después del evento la organización celebraba el resultado y reitera «para el público del Sant Jordi era más seguro estar dentro que fuera paseando por la calle o en una terraza» y en un comunicado posterior recalcó que espera que «el civismo y la emoción» que supuso esta prueba suponga «un ejemplo de unidad del sector de la música en directo, de la comunidad científica, y de administraciones y patrocinadores comprometidos» en buscar soluciones y metodologías que permitan volver a programar conciertos masivos.
Pero no todo han sido parabienes y también ha habido críticas, una de las voces que ha hecho publico su desacuerdo ha sido el investigador Sergio Alonso, del grupo de investigación biológica computacional y sistemas complejos Biocomsc de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), quien recuerda que el test de antígenos no tiene una fiabilidad del 100%, ya que no detecta el coronavirus hasta que no se ha desarrollado la infección, por lo que no se puede garantizar que todos los asistentes al concierto no estuvieran contagiados y que no hubiera ningún asintomático.
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