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¿Saben cuando uno se pone nervioso porque está esperando algo, o a alguien? Esa sensación fue la que invadió la Campa poco antes de las 22:30 horas cuando Alejandro Sanz se subió anoche al escenario en la capital cántabra. Su nombre, que figuró ... entre las apuestas de promoción del Año Jubilar Lebaniego 2023, es de esos que se reconocen en cualquier parte; todo el mundo ha cantado alguna canción del madrileño alguna vez, y eso, en lo musical, es lo más parecido a sentar cátedra.
Las ganas de ver a 'Sanz', título del último álbum del artista, se palpaban desde los jardines de Piquío cuando sólo eran las 20:00 horas: «vamos todos en el mismo sentido, ¡y vamos a lo mismo! Qué ganas de verle». Para algunos era su primer concierto del cantante; para otros, la cita de anoche ya era segunda vuelta: «yo me bajé a verle a Madrid en 2019». Lo que seguro fue igual para todos los asistentes fue la sensación de haber hecho lo correcto comprando la entrada para ver a un artista que, aunque no se encuentra en su mejor momento personal, sigue recurriendo a la música en directo para canalizar el ruido. Basta revisar la letra de 'La música no se toca' —tema incluido en el repertorio del artista anoche— para corroborarlo: «pasaréis, pasarán los tiempos, se irán los momentos, ya lo veréis. Pasarán los imperios, las guerras, los besos y dónde miréis, quedarán los versos y los porqués. Recuérdalo, esta canción; la música no se toca».
Un poco antes a la actuación de Sanz tuvo lugar la de Marta Soto. La artista, anunciada a escasos cuatro o cinco días del concierto, salió al escenario pasadas las 21:00 de la noche. Y aunque muchas veces a los artistas que abren les toca tener el aplomo de lidiar con la impaciencia del público y las adversidades meteorológicas, la de Huelva cogió todos los elementos que tenía en contra, como la lluvia, el hielo pendiente de cortar y un posible anonimato para gran parte del público presente, y con tan solo siete canciones le dio la vuelta a la tortilla, consiguiendo el aplauso de los asistentes y llenando solo con guitarra y voz un escenario por el que después pasaría una banda de diez músicos. Bravo por quienes ven los contras y los vuelcan a su favor.
A las 22:40, tras cambio de escenario y quitarle la lona a los instrumentos, —lona con la que tuvo que convivir Marta Soto durante su actuación— el cantautor comenzó su espectáculo con un vídeo biográfico: «Soy el hijo de María y de Jesús, la de Alcalá y el de Algeciras. Yo el más pequeño de dos, mi hermano mayor de agosto; de diciembre 18 yo». Aquel niño al que le gustaba la poesía, el flamenco y su bujío estaba, gracias a esos gustos, ante 13000 personas en Santander. Un público que, por cierto, protagonizó algunas imágenes curiosas: chubasqueros, paraguas en alto y bolsas de publicidad del Magdalena en Vivo cual gorros convivieron entre los outfits del público. Falta hizo, porque el chaparrón no fue pequeño.
El madrileño trajo a la Magdalena una puesta en escena en la que no escatimó en pantallas, con 3 en formato biombo y dos laterales que hacían accesible el concierto hasta el fondo del recinto. Y así, siendo visible, el madrileño interpretó 'No es lo mismo', 'Lo que fui es lo que soy', 'Quisiera ser' o 'Mi Marciana'. Todo acompañado de unos coros que daban otra dimensión a las canciones.
«Entonces qué, ¿¡hay concierto o no Santander!?». Y, capricho del tiempo, se hizo la lluvia, que lejos de espantar al público, le dio más ganas de continuar con el espectáculo. De rojo y con gafas de sol, el artista cantó todo lo escrito, y un poco más. Presentó un setlist de 29 canciones en las que el sonido fue mejorando poco a poco a medida que se fue desarrollando la noche, que comenzó con mucho reverb y los instrumentos muy altos, a pesar de la calidad instrumental de la banda que acompaña al artista y lo unidos que parecían todos sobre el escenario. Vaya por delante.
A mitad de espectáculo, sumidos en un ritmo funky que trató de ponerle humor y ritmo a ese chaparrón que no cesaba, el público, bajo la lluvia, empezó a corear el nombre de quien arriba, desde el escenario, agradeció al público su presencia bromeando: «ayer el tiempo fue más benévolo, ¿no?». Climatología aparte, las canciones siguieron su curso. Por la Campa sonaron 'Desde cuando', 'Contigo', 'Looking for paradise' y también, claro, las no poco coreadas 'Corazón Partío', 'Viviendo Deprisa' y '¿Lo ves?', muy coreada por el público cuando vieron que Alejandro Sanz se sentaba al piano para interpretarla.
«Ustedes y yo tenemos una relación extraña, pero bonita. ¿Quieren que toque otra?». La respuesta se la pueden imaginar. Un sí rotundo. Y a partir de ahí, el madrileño hizo un guiño a Cuba con el malecón habanero atardeciendo de fondo, como si el artista tratara de unir pegado al Cantábrico dos mares y dos muelles lejanos. «Viva la vida, y viva la música». Palabras de Alejandro Sanz. Y la Campa, viendo ese apellido proyectado en las pantallas, feliz.
La noche de este sábado —la última del Magdalena en Vivo y, en cierto modo, un epílogo de las fiestas y de la Semana Grande— se puede resumir en un público devoto, entre los que estuvieron otros artistas de la tierruca, como Rulo; unas canciones con personalidad, una incertidumbre de si quedarse o irse (la lluvia siempre se deja caer por los festejos), y un 'show' que, seguro, dará mucho que hablar. Señoras y señores, Alejandro Sanz y su banda. Una banda, por cierto, con gran presencia femenina. Por ese y todos los motivos que dio anoche para celebrar su concierto, desde aquí gracias y hasta la próxima.
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