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Ayer no sólo ganó Argentina. Puede que los pibes del otro lado del charco ganaran un Mundial, y está bien; desde aquí, felicidades. Pero es que a 7.000 km del lugar que este domingo acaparó casi todas las atenciones, hubo jugadores que también saltaron ... al campo.
Egon Soda y Sidecars trajeron su música a Santander como parte de la programación del festival Magdalena Winter y se enfrentaron a uno de esos contrincantes que nadie quiere tener enfrente: un recinto más vacío de lo deseado. ¿Resultado? Le ganaron el partido, con ventaja desde la primera parte: «quisiera daros la gracias a todos en este día raro, en esta hora rara; lo fácil sería buscar el ángulo bueno desde atrás para hacer la foto y que parezca que esto es un recinto lleno, pero nosotros estamos mucho más acostumbrados a salas medio vacías que a las de sold out, y esta es la realidad de nuestro oficio. Quien diga que no, miente. Algunos días fracasas, otros no, y después de todo lo que llevamos como banda para mi esto es un éxito». Al César lo que es del César, y Juancho —vocalista de Sidecars— hizo anoche honor a la verdad. Aunque le costara la voz.
Padres, hijos, parejas, grupos de amigas y músicos de otras formaciones que esta vez observaban el escenario desde abajo disfrutaron de dos bandas a las que les queda pequeño el término. Más que bandas, disfrutaron de familias, de personas que empastan bien y hacen de su puesta en común algo grande, algo que va más allá. Egon Soda primero; Sidecars, después.
Sobre las 21:00 horas salieron los primeros a escena, con advertencia incluida: «Buenas noches Santander, apenas quedan cuatro copias de nuestro último disco y cuando se agoten no habrá más. Aprovechen». Por delante tuvieron sesenta minutos para presentar en su práctica totalidad las canciones de su último trabajo, 'Bellaurora' (2022), haciendo de esa hora un tiempo valioso en el que demostrar que son ellos y no otros los que tienen la capacidad de dar vida a las canciones que mejor abrazan la lengua castellana, con Ferrán Pontón a los mandos de la composición.
Salieron, saludaron, recordaron —camiseta mediante— a las chicas Gilmore y, a medio camino, le dedicaron una canción a Keith Richards —Rolling Stones— por su 79 cumpleaños: «en verdad está dedicada a mi madre, pero hoy va a ser para Keith, que ahora mismo es lo más parecido que puedo encontrar». Por seguir con las efemérides, los de Barcelona también recordaron que con este, ya son quince los años que llevan en activo. Un activismo que no arrastra consigo grandes oportunidades de ver a la banda a pleno rendimiento. Precisamente por eso, ayer fuimos afortunados al escuchar eso de: «terminamos con 'Escápula' y con ella os besamos y abrazamos. Gracias».
Cambio de instrumentos, y a seguir. A las 22:30 salieron Sidecars, dispuestos a cumplir el objetivo de presentar en directo las canciones de su último disco, 'Trece' (2022), acompañando su espectáculo con un mapa de constelaciones en pantalla trasera y un despliegue instrumental para llenar varias furgonetas. Si no lo creen, hagan la prueba de organizar en un mismo vehículo un órgano con su correspondiente altavoz, teclados, guitarras, bajo, batería, platillos y tambor aparte, y me cuentan.
En esa presentación banda-público, consultar la hemeroteca hizo de la fecha algo especial: «buenísimas noches Santander, es un placer gigantesco estar aquí dos años después de empezar la gira más dura de nuestra vida, en la que estaba incluida Santander. Tocábamos el mismo día que hoy, un 18 de diciembre, así que de nuevo: ¡bienvenidos! Somos pocos pero somos fuertes». Quizá 'resiliencia' sea una buena palabra para la ocasión.
Sonaron las nuevas, 'El Paisaje del Terror', 'Filomena', 'Modo Avión', pero también los temas que pusieron a la banda en el mapa allá por 2010, como 'Fan de ti', incluida en el disco 'Cremalleras' y esas canciones que han ido consolidando un sonido a medida que han pasado los años. Es difícil preguntarse quién no ha cantado 'Contra las cuerdas' y no sentirse apelado. Sonaron tantas y tan bien, que olvidarse un par de versos en 'Los Amantes' ni siquiera es destacable, aunque sucediera.
Sidecars es esa banda que se ha ganado a pulso tener su propio público y a la que, como apuntan desde sus propias filas, dan sentido una chaqueta con los flecos más bonitos de España, el nuevo que llega y encaja en una familia de hace años, el tipo que sabe tocar 400 instrumentos y se pega con todos ellos, unas patillas que ahora tienen canas pero pueden presumir de formar parte de todo esto desde el principio, un hermano mayor lleno de tatuajes, y un tipo que ayer terminó con el cuello y la garganta en barbecho: «llevo tres días hinchándome a medicamentos, y aunque me quede sin voz, os prometo que acabo el show. Os pido disculpas». Lo que no sabe Juancho es que no hay nada que disculpar y sí mucho que agradecer a ese amasijo de huesos, en el mejor de los sentidos. Y acabar cantando las tres últimas canciones del repertorio por él fue lo mínimo que podíamos hacer.
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