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Tras recorrer Estados Unidos de costa a costa el pasado verano, Jimmy Barnatán regresó con innumerables experiencias y una pregunta rondándole la cabeza. ¿Por qué no hacerlo en casa? Recrear el viaje que Jack Kerouac hizo en su tierra, en latitudes más próximas (y verdes, ... dicho sea de paso).
Esa idea tomará forma en los próximos meses con un proyecto que nunca se ha hecho antes en Cantabria y que se presenta esta noche en el Rvbicón (20.30 horas), en lo que podría considerarse la etapa cero de un viaje singular.
Así, Barnatán recorrerá los 102 municipios cántabros con un equipaje ligero, pero de amplísimo calado: la música. Más concretamente, el blues. Al modo de los viejos Old Medicine Shows que viajaban por el antiguo oeste, en lugar de utilizar una diligencia, Barnatán, junto al guitarrista Sergio González, al que el blues le surge de las manos casi sin querer, dedicarán tres meses, de junio a septiembre, para llenar de música espacios donde es algo habitual y otros donde la música en directo es una rareza. Desde centros culturales, locales vecinales, algunos festivales o bares de los de toda la vida, a boleras o plazas del pueblo o «praos», dice. De Laredo al Valle de Villaverde o Treviso. Un centenar de conciertos que democratizarán el acceso a la cultura en las zonas despobladas que no suelen estar incluidas en las programaciones institucionales, porque no rentan, ni en público, ni en votos.
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Una apuesta personal a la que se ha sumado Siderit, que, para la ocasión, incluirá en unas botellas de whisky y ginebra especiales el código QR desde el que poder escuchar las canciones. «Todo está hecho aquí, por nosotros, no estamos vendiendo humo, sino un retrato de lo nuestro».
«Quiero conocer de verdad mi casa y hacerlo cantando, con música, barriendo literalmente Cantabria con blues, soul y rythm and blues –explica el también escritor– Tratando de conjugar el folclore propio con el foráneo, pero que es nuestro también». Parte para ello de lo que considera un «idioma universal», como define a la música. «Hay cadencias o sonidos a los que la gente puede no estar tan acostumbrada, pero hay un lenguaje común».
La idea es contagiar a toda la gente que irá a verlos, de todos los rincones de la comunidad, con su amor por la música, que se transforma o convierte en alegría. «En estos tiempos convulsos en los que hace falta felicidad, la música nos puede hacer pasar momentos muy buenos», defiende.
Sergio González, el guitarrista y compañero de aventuras de Barnatán desde hace años, rememora otras giras, también largas, de muchos conciertos, pero nunca concentrados en tres meses y en formato banda. «Esta vez somos los dos solos y cerquita de casa, que a veces conoces un montón de sitios, pero al lado de donde vives no –dice–. ¡Yo espero sobrevivir!».
La tercera pata del proyecto es Bámbax, también músico que en esta ocasión ejerce como productor de los temas compuestos para el proyecto, que define como «una maravilla, una hazaña». Es en su estudio donde han trabajado previamente. Afirma que se trata de «Un proyecto bonito para acercar a Cantabria el blues, que quizá no es nuestro folclore, pero de la manera bonita en que ellos lo hacen, va a ser el quid de esta gira».
El público «mucho», espera Barnatán, va a tener ocasión de adentrarse en territorios nuevos a base de acordes y notas, pero también para los ejecutores de los sonidos se abren posibilidades. «Vamos a hablar con mucha gente, a conocerlos y a tener la oportunidad de que ellos nos conozcan a nosotros. Va a ser un intercambio muy peculiar, porque no se ha dado antes. No creo que ningún músico cántabro haya tocado en todos los municipios». Y a este músico en concreto, cuya cabeza no deja de pergeñar ideas en distintos formatos, esta le ha supuesto un buen esfuerzo; han sido meses de gestionar todos los detalles del proyecto, alejándose de las instituciones y tratando con vecinos, negocios, «los bares de los pueblos», encontrar una respuesta mayoritaria positiva «y algún no», e ir cuadrando el centenar y pico de bolos. Pero se le nota ilusionado, con ganas y dispuesto a ser, como los aventureros del lejano oeste, un pionero en la conquista del territorio, con la voz rasgada y un remedio milagroso: el blues.
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