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Hay fórmulas en un directo que nunca fallan, y anoche, tras la amalgama de ciclos y festivales que han llenado la agenda este verano, la de Pablo Alborán fue una de ellas: piano, voz y silencio contenido. Un espectáculo en formato semi acústico que, con ... apenas esos tres elementos, trató de hacer más cálida La Plaza —o al menos intentarlo, que la brisa ayer no estaba de buenas—, y terminar el verano de la mejor manera posible: en un concierto.
La anteúltima jornada de La Plaza en Santander, y que me perdonen los Windsor, comenzó a las 21:00 con puntualidad británica cuando Marta Soto apareció sobre el escenario acompañada del pianista Rodrigo Carmona para hacer sonar los acordes de 'Ya lo sabes': «tú que has sido mar y suelo firme al mismo tiempo, hoy toca decir adiós». Hay frases que marcan desde el principio la forma y el fondo de toda una velada, y esta es un buen ejemplo.
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Con ritmo pausado, anoche la propuesta de Soto no llenó La Plaza a pesar de contar con el gorgorito exacto en la voz y demostrar que talento no le falta. La onubense invitó a los presentes a través de la canción a subirse con ella al metro ('Hoy en el metro') y trató de darle alguna que otra oportunidad al público a la hora de marcar el ritmo con palmas —sin demasiado tino—, pero este, que no por soberano tiene siempre la razón, no respondió como debería. «¿Están los cuerpos preparados?», preguntaba para responderse a sí misma: «os veo dudosas».
Anoche su canción de autora se perdió entre las conversaciones de quienes estaban en grada, pero dejó rastro para quien quiera seguirlo al sonar 'Tantos Bailes', 'Te pienso' 'Entre otros cien' o 'Quiero Verte', temas de la segunda parte de su concierto que de haber sonado en un recinto más pequeño, habrían conseguido captar mejor la atención de los presentes.
Lo de Pablo Alborán anoche fue como la montaña rusa de cierto parque temático: «de cero a cien en tres segundos». En proporción inversa, cuanto menos tiempo quedaba para las 22:30 más personas ocupaban un asiento en La Plaza, y al llegar la hora, apenas había hueco en las localidades de los laterales.
«Muy buenas noches Santander, penúltima fecha de la gira en España. Gracias por estar aquí, hay muchísima gente que ha viajado para el concierto de hoy y se lo agradezco de corazón». El malagueño llegó, tocó 'Hablemos de amor', se llevó el aplauso de su público y procedió a las presentaciones para, de seguido, hacer un guiño en clave personal a la ciudad: «que sepáis que mi abuelo nació aquí en Santander». El aplauso que había dejado de sonar volvió a activarse, como hizo durante toda la noche cuando el nombre de la ciudad salía de la boca de Alborán, y allí, en La Plaza, comenzaron a sucederse canciones de gran parte de la discografía del artista, como 'Contigo', 'Miedo' o 'Solamente Tú'. A lo largo de la jornada contó con un muy buen sonido y con la complicidad del público cuando hizo falta. Un público, por cierto, que no dejó de llamarle 'guapo' en ningún momento. Serán los genes del abuelo.
Quizá por genética, quizá por espejo y el poder de verse reflejado en él, el malagueño no sólo agradeció al público la compra de su entrada, sino que también tuvo unas palabras para quien abrió su concierto anoche: «muchísimas gracias a Marta Soto, por sentir la música de esta manera. Ojalá más artistas como tú». Ambos comenzaron su carrera subiendo versiones a Youtube, y anoche el destino quiso juntarlos en Santander, donde a mitad de espectáculo Alborán tomó los mandos de la nave espacial para poner rumbo a uno de los mejores momentos de la noche, cuando al sonar 'Saturno' la Plaza se iluminó a golpe de linterna.
Hasta allí llega el cancionero del artista, capaz de hablar sobre cómo las personas acabamos con las cosas que queremos partiendo de la historia de un dios que devoraba a sus hijos, y hacer de ello una canción con más de 232 millones de reproducciones en la plataforma que le vio nacer.
El otro gran momento de la noche no fue un momento sino un acierto, y pasa por lo audiovisual. Con una apuesta por paneles rectangulares ilustrados con un cielo de estrellas y ubicados detrás del músico —de los músicos—, la imagen de Alborán proyectada en las propias pantallas del escenario y cámaras estratégicamente posicionadas, algunas de ellas incluso con ángulo directo a las teclas del piano, la narrativa del concierto dio un paso más allá en esto de las performances.
Y al finalizar, baladas como 'Quien', sorpresas como 'Te he echado de menos', no incluida en setlist, tono festivo con 'Tabú'... y carretera y manta. Mejor dicho, 'Carretera y Manta'.
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