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«Empezamos la gira dando las gracias a todos y la quiero acabar igual: dando las gracias a todos por habernos esperado. Nos habéis esperado muchísimo y ahora venimos a pasarlo bien en vuestras fiestas. ¡Buenas noches Santander!». A quien saluda primero nada malo puede ... reprochársele, salvo quizá haber movido un concierto cuatro meses en el tiempo de marzo a julio pasando de inaugurar a clausurar una gira. Al margen de eso, que no es poco, anoche llegó el momento de mostrarse ante los fieles -en todos los sentidos-, y ahí, tanto Fito como los Fitipaldis se consagraron: el Palacio de los Deportes, un espacio cerrado, vibró. Literalmente.
Vicisitudes aparte, lo cierto es que anoche a Fito le vinieron a ver desde distintas zonas del norte de España; gente que programó su viaje en base a la compra de sus entradas en Santander y gente que, aún con sus entradas en mano, casi se queda sin disfrutar del concierto. ¿El motivo? Que había entradas falsas.
La primera fecha de las dos que los Fitipaldis programaron en Santander como cierre de gira se saldó anoche con pista y gradas llenas, con un público intergeneracional -aunque la balanza se inclinase a favor de los mayores de 50-, con personas buscando entradas de última hora en los exteriores del recinto y con un Palacio de los Deportes cubierto por el vaho que causa esa concentración de mucha gente en los lugares cerrados. De haber incluido en el puesto de merchandising abanicos, estaríamos ante otro posible 'sold out'.
Previa a esa sensación de bochorno fue la actuación de la banda invitada, Morgan, que abrió la jornada con puntualidad británica a las 20.30 horas. La formación, que viene de sufrir cambios logísticos tras la salida de Alejandro Ovejero al bajo, presentó en sus sesenta minutos de protagonismo las canciones que componen su último álbum, 'The River and the Stone', y a pesar de trabajar estilos diferentes en lo sonoro, no es de extrañar que sean ellos quienes acompañen a los Fitipaldis en esta gira. Ambas formaciones hablan el mismo idioma: el respeto por la música y el disfrute del oficio, aun con todo lo que conlleva.
Y eso, que es de agradecer, no está de más resaltarlo ahora que media España está enfrentada con la otra media tratando de dar respuesta a si a un concierto sin músicos sobre el escenario se le puede llamar realmente 'concierto'. Reflexionen sobre el asunto. Aquí, a falta de uno, hubo un total de diez músicos. Una lástima que el público no le prestara tanta atención a los cuatro primeros -Morgan- como a los Fitipaldis; hace tiempo que dejaron de ser promesa para ser parte activa del panorama musical nacional.
Nina -vocalista-, que también es de las que saluda al público y por tanto de las que nada malo puede decirse, se dirigió a los asistentes para agradecerles su presencia y, de alguna manera, lanzar una petición: «Es un honor tocar este ratito para vosotros. Muchísimas gracias; que seáis muy felices y que os cuidéis y os cuiden mucho». Se despidieron tras interpretar 'Paranoid Fall', un tema que la colaboradora de DMúsica Sara Morales ya reseñó el año pasado en sus redes sociales como 'el temazo' del disco, cuando aún este no estaba publicado.
'Another Road' fue la canción de cierre de la banda madrileña con la que, parece, Ekain Elorza -batería- se animó a lanzar las baquetas a las primeras filas, de entre las que asomaba una bandera pirata. De alguna manera su letra ya anticipaba lo que estaba por venir: «People moving round and round (...) short dresses and old bands that's what's all about». Vestidos cortos y viejas bandas. Ya que el tiempo anoche no acompañó para lo primero, vamos con lo segundo.
'Cada vez cadáver' es el disco y gira homónima que ha hecho regresar a Fito con canciones nuevas tras siete años. Canciones que, a pesar de su novedad, tienen el poso de toda una vida. Ese discurso añejo de sus letras, de quien ha vivido y muchas veces se ha equivocado, es parte de su triunfo: «Tuve media vida para equivocarme y ahora estoy sentado en medio del camino. Al cantar no sé si quiero confesarme o me da lo mismo», escribe en 'Las Palabras Arden', tema incluido en este último disco. Supongo que con un ejemplo sea suficiente para entender el porqué llena allá donde va: porque conecta, y lleva haciéndolo veinticinco años -que son los mismos que ésta que escribe-.
El bilbaíno llegó ayer a Santander tras vivir una de las experiencias más emocionantes tanto en lo personal como en lo profesional: tocar en San Mamés ante casi 47.000 personas. Unos antecedentes contra los que si bien no se puede luchar, anoche el público de Santander estaba en la obligación moral de igualar. Y respondió: dos horas y cuarto en las que no hubo apenas lugar para el silencio; difícil, por otra parte, cuando una pantalla de grandes dimensiones te permite ver al detalle el espectáculo. Por un momento, Fito fue nuestro cine de verano.
A mitad de película -de concierto-, y tirando de R&B, el líder de los Fitipaldis llamó a escena a quienes antes habían abierto la jornada. Lo hizo entre risas y palmas: «Que salgan los Morgan», con los primeros golpes rítmicos de 'Quiero Gritar', tema interpretado por ambos grupos, haciendo del escenario una fiesta: «una de las mayores alegrías de mi vida es compartir escenario con esta grandísima banda», sentenció Cabrales. Por momentos solo se echaba en falta a Carlos Tarque, quien compartió canción en ese San Mamés que tan prolífico le fue al exlíder de Platero y tú. De ellos nada se escuchó.
Quienes no salieron a escena porque fueron protagonistas desde el minuto cero fueron Boli Climent (bajo), Javier Alzola (saxo, maracas y pandereta), Goki Giménez.(batería) y desde Madrid, en las guitarras, el señor Carlos Raya. De todos ellos, comentaba el de Bilbao, «algunos no sé cómo siguen conmigo y con otros ha sido un verdadero placer trabajar y grabar este disco». Ya ven que un nombre puede estar consolidado y sin embargo, sus miembros, ser volátiles.
A la postre: los clásicos. 'Antes de que Cuente Diez' y 'Soldadito Marinero'. Hay cosas que pueden anticiparse incluso desde antes de llegar al lugar de destino, desde el atasco que generan los grandes conciertos. El de ayer lo fue: grande el concierto, y grande el atasco. Pero de vuelta a casa, cuando ya conocimos la historia de aquel niño al que pilló la guerra, el atascó se disipó. Camino directo, como el que toman las canciones de Fito cuando se trata de llegar, de remover y hacerte pensar. Como diría Vetusta Morla: «Que a tu banda favorita aún le queden muchos años». .
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