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Yo no soy soso, pero…
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Yo no soy soso, pero…

Jueves, 6 de febrero 2025, 13:23

«¡Bona nit, Sabadell! Somos Parquesvr y venimos de la periferia de Madrid», saludó Javi Ferrara, con cara de pocos amigos. Pero solo para corregirse enseguida: «¡Mentira, vivimos todo en el centro!» y arrancar con '1992', uno de los primeros singles de esta banda singular, la aventura de un promotor musical –entre otras cosas, del festival Sound Isidro– que en 2019 decidió subirse a los escenarios rodeado de un supergrupo, con músicos amigos reclutados de otras bandas.

Con entradas agotadas casi desde el mismo día del anuncio, la mítica sala Niágara se quedaba pequeña, con algunos fans rondando la puerta en busca de una entrada disponible. Y sin suerte, porque nadie quería perderse las letras satíricas y la voz contundente de Ferrara, apuntalada por el sonido salvaje y radical de la banda, que parecía incluso mejor que en las grabaciones de estudio. Todo, claro, con la ventaja de tener a un palmo al grupo, que iba subiendo revoluciones a medida que avanzaba la noche.

Y eso que a Ferrara no hace falta que se le caliente la boca; lo mismo se mete con los lectores de Kafka o con los Borbones que con los bebedores de té matcha –¿qué tiene de malo, tío?–, democrático total. También con el público local: «nos habían dicho que la gente en Santander era un poco sosa; pero claro, igual aquí estáis muchos de Torre-Las-Vegas, ¿no?».

Aunque no todo iba a ser desmadre, entre 'Alfredos' y 'Debo leer a Baudelaire', la irreverencia de 'Juancarlismo', la parodia mitómana de 'Almodóvor y Amenábor', que por cierto dedicaron a Fernando Trueba y a José Luis Garci, o el gamberrismo de colar un sampler del himno del PP en 'Ansiedad'; las canciones más melódicas de la noche, 'Tu nombre es una puerta sin cerrar' o 'Arde, quema, duele' fueron coreadas con tanta furia como los temas más frenéticos. Eso sí, poca queja podía tener la banda del público: se las sabían todas de memoria, y las cantaban con entrega absoluta. Algunos con tanta pasión que acaban botando encima del escenario. O luciendo gorrito de ciclista, de lunares como el maillot del rey de la montaña.

Porque las dos cumbres de la noche serían el inenarrable 'Pero' –«Yo no soy racista, pero…»– y el 'Lance Armstrong' que guardaron para el bis, toda una descarga de adrenalina que cerraron con una promesa a lo MacArthur: «Volveremos, Santander». A ver si es pronto.

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