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La música cántabra se ha quedado muda. La noticia de la muerte de Dani Simons en un accidente de moto en Santillana del Mar fue extendiéndose como la pólvora a medida que avanzaba la tarde del miércoles. Nadie se lo creía. «No puede ser. ... No puede ser. ¿Seguro que es él?», decían sus conocidos echándose las manos a la cabeza presos de la incredulidad. Simons tenía 51 años y era muy querido, reclamado y respetado. «Una de las mejores personas que he conocido», es una de las frases más repetidas del día.
Este viernes, Don Dani Simons (así aparece en su esquela) será incinerado a las 13.00 horas en Raos y su funeral se oficiará a las 16.00 en la iglesia de los Salesianos (General Dávila).
El músico había tocado en infinidad de bandas aunque 'The perdidos al río' era su 'niña bonita'. En este grupo tocaba temas propios junto a Sergio González, David Costas y su hermano Freddy. Pero es que, según cuentan sus colegas de profesión, sacaba horas para tocar con quién le llamara. «Oye, ¿puedes venirte a este bolo?» y a Simons le faltaba tiempo para decir que sí y cubrir a quien hiciera falta. «Sabía abordarlo todo. Era el mejor bajista que había en la región. Un virtuoso», aseguran muchos de esos compañeros.
Tocaba en la Orquesta Malassia –una de las más valoradas de Cantabria–; y ha formado parte de varias agrupaciones como la banda de Jimmy Barnatán, 14 Cuerdas, The Jammers, La Mala Hierba, Ivalo, Chebú, la Big Band, Con las Ganas, JazzTwoman, Highlanders o Parus, entre otras. Era también un habitual en la sección de contrabajos tanto de las orquestas de cámara como de las sinfónicas. «Todos le querían y sentían un gran respeto y devoción a su forma de tocar». Ya fuera jazz, funky, rock, blues, flamenco… «Todo lo hacía bien. Tenía siempre una predisposición que es difícil de encontrar y un gusto muy especial; le daba un toque personal a cualquier tema».
Los mensajes no cesaron durante toda la jornada: «Era un pequeño gran duende» que sabía de la importancia de los graves en cualquier canción. «Su legado perdurará en cada nota que resonó en los escenarios y en cada enseñanza transmitida a sus alumnos». Y es que Simons disfrutaba muchísimo en las aulas. Dio clases en la Escuela de Música de Santa María de Cayón, en My Music Box o en El Almacén de las Artes de El Astillero. «Era muy trabajador». Fue alumno de contrabajo de Alex Zabala Madariaga, profesor del conservatorio Ataúlfo Argenta donde Simons inició sus estudios.
Su vida tuvo banda sonora desde crío ya que su madre, la acordeonista Vera Simons, inculcó a sus tres hijos su pasión por la música. De hecho tuvieron una orquesta con la que recorrieron gran parte de España y en 2018 publicaron el disco 'Crazy Accordion Trío' en el que Vera tocaba el acordeón acompañada a la percusión por su hijo Freddy y al contrabajo y bajo eléctrico por Dani. Esta holandesa llegó a Santander con 21 años y el pasado mes de octubre recibió un emotivo homenaje en el Gran Casino de El Sardinero en reconocimiento a su labor en el diseño y vestuario de trajes de época y en el mundo del acordeón. Dani Simons estaba especialmente orgulloso de ella y hace unas semanas invitaba a sus seguidores a ir a ver la exposición de moda histórica que su madre tenía en el antiguo Ayuntamiento de Comillas con trajes inspirados en la moda de la época renacentista. «Totalmente realizados a mano, puntada a puntada», comentó en sus redes.
Y es que el músico fallecido hacía sentir bien a cualquier que tuviera cerca. «Tenía una templanza, una forma de hablar, de vivir, que siempre aprendías de él». Su inteligencia emocional y su seguridad eran directamente proporcionales al humor que desprendía. «Siempre que te veía venía a darte un abrazo y preguntarte cómo estás. No me puedo creer que ya no esté». «Nada va a ser igual».
Las frases se repitieron por WhatsApp, en las llamadas con voces entrecortadas, en los textos que acompañan cada una de las publicaciones que, desde el respeto y cariño, sus allegados han compartido. Todos ellos coinciden en que «su partida deja un vacío irreparable en la escena musical cántabra y en los corazones de quienes tuvimos el privilegio de conocer su talento y su calidez humana». «Un ejemplo de persona» que ha dejado muda a la música cántabra.
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