Canciones como terapia a cargo de David Ruiz, de La Moda, y Refree

Canciones que acompañan, ayudan, sostienen y unen, se han sucedido (con mayor o menor acierto) día tras día. Algunas impregnadas de elementos comerciales (no hemos cambiado tanto) y otras entendidas como una suerte de terapia. Ese proceso casi medicinal, no se aplica solo a quienes las escuchan y hacen suyas. Al otro lado, intérpretes, compositores y músicos canalizan emociones lanzándolas al vacío, haciéndolas comunes.

David Ruiz, compositor e identificable vocalista de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, La MODA, trabajaba junto a sus compañeros en el próximo disco de la banda cuando la situación hizo fundido a negro y todo se detuvo. En realidad, todo no.

Cinco canciones emergieron como respuesta individual. «Ha sido mi manera de asimilar lo que estaba pasando -explica- No lo he pensado mucho. Me he lanzado porque la situación era la que era. Quizá nunca hubieran visto la luz de otra manera». En ese proceso de cambio se incluye la nomenclatura del proyecto; nostalgia.de.los.autobuses.

Desde 'Colectivo nostalgia', la banda burgalesa trabaja con el ecléctico Räul Fernández, Refree, en la producción. Remitirle a él el germen de esas canciones fue un paso natural. David le envió 'Delfines', la primera composición y le invitó a sentirse libre. «Creo que este proyecto lo hemos entendido de una forma muy concreta, atado al momento y tenía que seguir así en lo musical y lo poético», explica el catalán. De una grabación hecha en casa, apenas con guitarra, voz y un portátil, a unos matices simples, que no fáciles. «Con los años he entendido que la complejidad no va a atada a la densidad sonora o la multitud de timbres, sino a encontrar los elementos adecuados, y ese ha sido mi trabajo fundamental», detalla respecto a su labor de producción el que ha sido compañero de faenas de Rosalía, Silvia Pérez Cruz o Lee Ranaldo.

El resultado, tras la iniciática 'Delfines', se irá conociendo en las próximas semanas, una cada lunes. «La música en los últimos tiempos se devora y ahora más aún. Para evitar que un EP completo dure un día hemos decidido ir aplazando cada single», razonan, apostando de nuevo por la pausa como forma de movimiento. Una libertad que pueden permitirse.

Quienes esperen una prolongación del sonido de La MODA en este '2.0.2.0', pueden ir olvidando esa aspiración. Más allá de la rasgada tonalidad de David Ruiz, las similitudes se acaban y las cinco canciones viran hacia terrenos más inquietantes. «Esto no es para todo el mundo -matiza el cantante- Puede que no les llegue, pero como en el blues o el flamenco, se cantan las penas y dejan de ser tan duras». El ejercicio de composición ha servido para quitarse la inquietud propia. Para Refree, la luminosidad va in crescendo: «Hay un acto narrativo en lo musical y en lo lírico que muestra optimismo más que lo contrario. Se va aclarando la luz al final».

Con números y cifras variables cada día que se traducen en historias humanas, con pérdidas y distancia, la poesía no es ajena al sentimiento colectivo. Así lo expone Ruiz: «Estamos acostumbrados a que casi todo acabe bien, pero estos sentimientos forman parte de la vida de las personas». Confiesan que ninguno de los dos había trabajado antes con esta distancia impuesta. «Esto también nos ha hecho espabilar y con las herramientas que teníamos poder sacar lo mejor», dice el cantante. Para el productor, el confinamiento implicaba la pérdida de algunas referencias: «Yo reacciono mucho a pequeños gestos. Si veo que por la cara no les acaba de convencer ya sé que a lo mejor me estoy pasando por aquí o por allá. Te sientes más en la cuerda floja». Además, este parón le ha propiciado el periodo más largo que rememora ajeno a la música. Como oyente y como profesional, no recuerda un día de los último cinco o seis años en que la música no estuviera presente.

Bajo ese hilo en equilibrio, la red de seguridad que ambos han compartido ha sido la confianza en la creatividad ajena. «David tiene una personalidad muy fuerte a nivel letrístico y tiene una manera de entender la vida y la poesía muy reconocible. Estas canciones son casi un vómito poético», destaca Rëfree. El autor coincide, deseoso de reencontrarse con los suyos, pero inmerso en esta aventura musical reconfortante. «Era importante hacer este proyecto para poder sacudirme etiquetas y juicios que pueda haber sobre lo que hago y lo que hace el grupo. Cada uno de nosotros tiene otras inquietudes y está muy bien que podamos trascender a la camiseta de tirantes, porque somos mucho más y tenemos planteamientos muy variados». Reconoce, en cualquier caso, que este proceso ha sido como convertirse en chef; «Sales un mes a cocinar a otros restaurantes y regresas con recetas nuevas y muchas más ganas».

«Casi todos los domingos son un último recuerdo», canta en 'Delfines'. En sus recuerdos, más allá de estas ocho semanas, hay un mundo diferente, que se asomaba menos a las ventanas y no hacía tanto caso al vecino. Tienen ganas de contacto, «de relaciones humanas» y ambos se muestran prudentes sobre la lección que sacaremos de todo esto, si es que hay alguna. «Tengo miedo a que cuando se abran completamente las puertas de las jaulas y empecemos a correr todos, volvamos a donde estábamos sin aprender nada. Confío en que sí, que valoraremos algunas cosas y los políticos velarán por la sanidad pública o los hospitales y cuando venga la siguiente ola estaremos preparados», confiesa Räul. David hace un repaso por todos los elementos que componen el sector musical, tan perjudicado. Agentes, promotores, artistas, técnicos, salas… «Quiero pensar que cuando todo se empiece a reconstruir, no nos dejarán atrás».

«Hay una grieta en todo. Así es como la luz penetra», canta Leonard Cohen en uno de sus versos más recordados entre los cientos magistrales que se alojan para siempre en la memoria. La grieta que nos ha puesto al borde del abismo, arroja luz en forma de canción. Y no les dejará indiferentes. «Hay que ser valiente y eso me lo debo a mi forma de entender el arte», dice un tipo humilde de Burgos que rezuma verdad en cada palabra. Cojan el relevo y siéntanse más libres en la visión ajena. Al fin y al cabo, también para eso sirve el arte.

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