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Como en casa. Así se siente Jorge Cánovas encima de un escenario, un sentimiento que siempre deseó tener cuando en el año 2012 decidió dejar su puesto de trabajo para dedicarse exclusivamente a lo que realmente le hacía feliz: la música. Desde entonces, no ha ... parado de actuar, recorriendo distintos puntos del mapa nacional. Además, con el lanzamiento de su primer disco, 'A corazón abierto', ha abierto una nueva etapa que continuará con su segundo trabajo que verá la luz en la próxima primavera.
-Sí. Con cuatro añitos ya tenía claro que me quería dedicar a la música, sin embargo, las circunstancias de la vida pueden llevarte por otros lados.
-Desde 2012. Antes también había cantado, pero fue en ese año en el que me decidí a dar un paso adelante. De hecho, yo tenía un puesto fijo en el Ayuntamiento en el sector de la limpieza y lo dejé para volcarme en lo que me gusta. Gano menos dinero, pero soy muchísimo más feliz.
-Mucho. Yo separo dos aspectos. Uno es el reconocimiento social y otro es ganarte la vida haciendo lo que te gusta. Estamos acostumbrados al reconocimiento social y, lógicamente, conseguir eso en los tiempos que estamos viviendo es sumamente difícil, pero al margen de esto, a mí me vale mucho la pena porque vivimos muchas experiencias. Conocemos mucha gente, otros músicos... y nos retroalimentamos de este tipo de cosas ya que, en muchas ocasiones, los proyectos no son económicamente gratificantes.
-Yo empecé y sigo haciendo homenajes a artistas consagrados, pero a parte de esto decidí que quería hacer algo mío. He cambiado mucho por supuesto y en marzo del pasado año saqué el disco 'A corazón abierto' con 12 temas de los cuales siete están enmaquetados. Además, si todo va bien espero sacar un segundo disco para primavera. Este será mucho más maduro y profesional y, sobre todo, será un trabajo en el que no he dependido del gusto de nadie, únicamente del mío. Soy mi propio productor ejecutivo y musical así que no tengo ningún problema en ese sentido.
-Creo que un artista siempre tiene la meta de que le aplaudan por lo que ha creado él mismo. Cuando me subo a un escenario y me aplauden por interpretar una canción de otro artista es muy bonito, pero cuando lo hacen por un tema propio es algo brutal. Personalmente, a mí me es más fácil crear músicas que prepararme temas de otros, sin embargo, a la hora de gustar es más fácil lo otro porque el público ya reconoce las canciones de artistas consagrados. Siempre ha sido mi sueño y nunca lo he visto peligrar. Este disco ha sido el inicio de una nueva etapa que, mientras tenga ideas, no va a parar. Lo que sí ha sido difícil es poder ganarme la vida con la música.
-Siempre digo que hubiera sido cantante. A partir de aquí, me hubiese dado igual. Tanto es así que he tenido una empresa de transporte, un pub, carteras de seguros... No tengo ninguna vocación a parte de la música. Mi pensamiento era que tenía que vivir y para ello intentaba trabajar en un sitio que estuviese cómodo y donde mejor me pagasen, no tenía otra aspiración en ese sentido.
-Sí. Al final, la música es una industria y, como toda industria, lo que quiere es ganar dinero para mantener ese negocio por lo que hay personas que eligen lo que vamos a escuchar. Entonces, queramos o no, nos habitúan a un tipo de música como está pasando ahora en España con el reggeaton. Eso no significa que no haya artistas con talento al margen de esto, pero cuesta mucho más hacerse un hueco y que te dejen un pequeño espacio para que te escuchen porque somos muchos. A mí me gusta todo tipo de música bien hecha, pero cuando se focaliza tanto en un solo tipo, no es una buena situación para los artistas emergentes.
-Siempre hay un poco de nervios, pero yo cuando realmente me pongo nervioso es cuando la gente paga por verme. No sé si es un sentido de responsabilidad u otra cosa, pero me viene a la cabeza el esfuerzo de la gente por salir de casa y pagar una entrada y me pongo nervioso, aunque es verdad que nunca entro en pánico. En cierto modo son unos nervios que me agradan y, además, cuando ya estoy encima del escenario se me pasa todo y es cuando empiezo a disfrutar. De hecho, cuando estoy en un bolo y tengo otro seguido soy feliz porque sé que eso no se acaba ahí y en unos días volveré a subir a otro escenario. Es como una droga.
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