Rodrigo Cuevas
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Rodrigo Cuevas
PAULA DÍAZ
Santander.
Jueves, 30 de noviembre 2023, 01:00
Para Rodrigo Cuevas (Oviedo, 1985) el folclore está lleno de dobles sentidos, figuras retóricas e imágenes: «Es como las letras de los raperos, si no estás en su pandilla no sabes de qué están hablando», dice. Consciente de ello escucha a Josefa, Edelio, Nieves y ... Mariluz, «cantadores patrimoniales», como él los llama, y trata de incorporar la manera que tienen de entonar los cantares a su trabajo. El más reciente, 'Manual de Romería' (Sony Music) sonará mañana, a las 21.00 horas, en Escenario Santander.
-Acaba de ser galardonado con el Premio Nacional de las Músicas Actuales por el Ministerio de Cultura. ¿Lo siente como un reconocimiento personal o como un reconocimiento a todo un costumbrismo popular?
-Creo que el premio es para toda la gente que hace sus cosas con el folclore y trabajamos con la tradición. Al final lo que hacemos no sería posible sin toda la gente que nos lo enseñó. Lo siento como colectivo; no sé si todo el mundo lo sentirá así.
-En parte, usted ha sido el rostro visible.
-Bueno, sí. Siempre tiene que haber gente que lo lleve a lugares más visibles, y que sirva de referente para esto.
-«A mí el amor siempre me acompaña, así que canto a los ríos y a la montaña», canta en 'Allá Arribita'. ¿Se siente afortunado de cuanto tiene y le rodea?
-Pues sí, me siento bastante afortunado, la verdad. Tengo una familia que me quiere, amigos divertidísimos, vivo una vida alejada de cosas muy tóxicas y tengo salud mental y física. ¿Qué más se puede pedir?
-Decía en una entrevista reciente que el folclore depende de la transmisión.
-Yo creo que sí, que sigue dependiendo de la transmisión aunque ahora tengamos otros canales más rápidos y más masivos. El folclore tiene que transmitirse oralmente porque sino hay muchas cosas que te pierdes. Al final no es solo la canción o el baile, tienes que aprender unas formas de crear las letras y saber qué significa todo el temario del que habla, porque está lleno de dobles sentidos, figuras retóricas, de imágenes... Si no conoces el entorno en el que están creadas, mal. Es como las letras de los raperos, ¡madre mía! Si no estás en su pandilla no sabes de qué están hablando. Con el folclore pasa un poco lo mismo.
-'Manual de cortejo' fue su primer disco; ahora presenta 'Manual de romería'. ¿Ve a la sociedad muy perdida para componer tantos manuales?
-(Risas) Encima me he metido en un jardín tremendo, ¡ahora tengo que hacer un tercero! Yo creo que la sociedad está, estamos, un poco despistados, perdidos, en un momento de transformación de los valores y pérdida de muchos de ellos. El humanismo y lo humano está viviendo un momento en el que no emocionan. Más bien todo lo contrario; produce más emociones el desprecio. Y la gente es más capaz de sumarse a eso que a un valor mucho más sereno como lo humano. Entonces creo que sí, que nos hacen falta bastantes manuales ahora mismo.
-¿Recuperar el teatro de La Benéfica en Infiesto ha sido su manera particular de contribuir a esa transmisión de la que habla?
-Pues sí. Hay mucha más gente metida en ese proyecto, pero yo la sensación que tengo es que estoy en deuda todo el tiempo con la gente de los pueblos que me enseñaron tantas canciones que luego utilizo en el escenario para ganar dinero y hacer mi proyecto personal. Siento que al final eso lo tengo que devolver de alguna forma, entonces para mí La Benéfica es una forma de devolverle al pueblo tantas cosas que yo cogí de él.
-¿La cultura puede ser un revulsivo para las zonas despobladas?
-Sí. Fíjate, la cultura es mucho más transformadora que cualquier otra historia. Al final es lo que hace llegar todo a la gente; lo que le hace sentir una afinidad y un apego a las cosas. A través de la cultura sientes un vínculo con el entorno, el territorio, el paisaje, con la comunidad, lo colectivo, la sociedad... Con todas esas cosas que son necesarias y útiles. Sin un hecho cultural que nos explique las cosas no vamos a ser capaz de desarrollar un apego por ellas, y nos van a parecer inservibles, de usar y tirar. Yo creo que la cultura hace que no nos matemos unos a otros.
-A la hora de componer un álbum, ¿busca primero el concepto -el cortejo, la romería- y luego las músicas que puedan representarlo?
-Fueron dos caminos diferentes. En 'Manual de cortejo' yo hice una selección de canciones tradicionales que quería trabajar e interpretar, y al final cuando las tuve todas me vino el nombre del disco. Dije: «jolín, al final esto habla de la gran fuerza de creación cultural, que no es otra cosa que el cortejo». Entonces me pareció un manual de cortejo. Y en el 'Manual de romería' fue un poco al revés. Sí que partí de un concepto, que era el de romería, el de celebrar, disfrutar, darse cuenta de todas las cosas guapas que tiene alrededor y disfrutar de ellas. Y el resto vino solo. Fueron dos caminos diferentes.
-¿Por qué ha elegido un productor del otro lado del charco para producir canciones que homenajean la identidad asturiana?
-Pues eso, como el concepto de la romería, fue un planteamiento iniciático. Pensé: «quiero generar mucha más tensión artística entre el origen y el resultado». Yo estaba enamorado de Eduardo Cabra -Visitante, exmiembro de Calle 13- y quería trabajar con él; me busqué esta excusa del disco para justificarlo.
-¿Cuánto de autobiográfico hay en este álbum?
-Bueno, hay bastante autobiográfico, sí. Me gusta mucho hablar de las travesuras que hacemos en el pueblo, de cómo nos divertimos... Todo eso está en el disco, porque la gente piensa que al estar en un pueblo llevas una vida contemplativa y que no hacemos nada más que leer y mirarnos el uno al otro. A mi la gente viene y me dice: «claro, estás allí, tan desconectado...». Y yo le digo que de desconectado nada, que no paramos.
-Josefa Diebra, Edelio González, Nieves Rodríguez y Mariluz Cristóbal se han sumado a esta romería poniendo sus voces. ¿Quiénes son?
-Son la gente que fuimos a grabar a estos sitios y que para mí son como de los últimos cantadores que aprendieron a hacerlo en su casa, con sus vecinos o en el baile. O sea, cantadores patrimoniales, que le digo yo. No manifestaron interés por el folclore sino que era la música que había y la cantaban. Punto. No había más. De esa gente queda poca, y tienen una forma de cantar, de adornar y de sentirlo muy peculiar que me parecía esencial plasmarlo ahí. Realmente la referencia son ellos.
-Ha agotado entradas para tres fechas en el Centro Niemeyer de Avilés en quince minutos. Nadie es profeta en su tierra, decía la Biblia, pero...
-Es que la Biblia está escrita hace tantos años que se equivoca en muchas cosas. Es una mitología preciosa y a mí me encanta, pero es eso, una mitología. El problema viene cuando te lo tomas como una realidad. Pero por lo de Avilés sí, estoy muy agradecido y encantado. ¡Y en marzo!
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