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Jairo Zavala, en una de las fotografías con «sugerencias» de su último disco. JUAN PÉREZ FAJARDO
Depedro: «Fijarse en las cosas pequeñas es un acto de rebeldía hoy en día»

Depedro: «Fijarse en las cosas pequeñas es un acto de rebeldía hoy en día»

Con su noveno disco de estudio, 'Un lugar perfecto', el músico madrileño regresa el viernes a Cantabria

Martes, 19 de noviembre 2024, 01:00

«Soy un tío de palabra. Tengo una canción que dice 'volveré el año que viene' y lo llevo a rajatabla», bromea Jairo Zavala, Depedro, si bien hay algo de cierto en su afirmación, pues con cada disco regresa a Cantabria. Lo hará, de nuevo, el viernes (20.30 horas) para presentar 'Un lugar perfecto' (Calaverita Records, 2024), en Escenario Santander, su noveno trabajo de estudio, en el que, por primera vez, cede los bártulos de la producción. Reconoce estar «muy contento, porque es un privilegio tocar en directo, presentar canciones nuevas y ver cómo conectan emocionalmente con el público después de tantos años».

-Unos cuantos años, otros tantos discos, ¿ha logrado encontrar ya la clave para que le resulte más sencillo componer?

-Pues no. Siempre miro hacia atrás y veo mi historia como un parpadeo, como si estuviera recién empezando. Todavía tengo el hambre, la curiosidad y me mueve el día a día y eso viene de la mano con la inseguridad y el nerviosismo, porque hago algo que me importa mucho y tengo ganas de que salga bien.

-Estas nuevas canciones, ¿bajo qué paraguas común considera que se amparan?

-Creo que en estas nuevas canciones hay un hilo conductor, que puede ser un poco pretencioso resumir en una palabra, pero sería esperanza. Una palabra un poco tramposa, porque incluye, etimológicamente, la espera. La espera tiene que ser activa, no puede ser pasiva. No puedes esperar a ver plantadas semillas y que nazcan sin más; hay que regarlas, hay que trabajar, añorar y anhelar que se convierta en un árbol que dé sombra y nos cuide. Esa reflexión orbita por las canciones de este disco.

-En este trabajo hay mucha percusión, armonías corales, un cuarteto de cuerda incluso y todo parece llevar hacia lo folclórico.

-Sí, este disco tenía una querencia de hacer un tributo a mucho de lo que yo he sacado. A devolver un poco a esas fuentes de inspiración, en forma de decorar las canciones con esos cueros, esas maderas, esas cañas de bambú, esos viajes a África y ese camino eterno por la cordillera de Latinoamérica que tanto me ha inspirado.

-¿Establece distancias y distinciones entre esas dos orillas que son una fuente de inspiración?

-Me gusta más pensar en norte y sur del mundo. Una de mis patas siempre está en el sur, sin menospreciar al norte, que tiene en este disco mucha más relevancia.

-¿Un homenaje por lo que representa para usted o para la cultura global?

-Para la cultura global de hoy en día. Creo que necesita más reconocimiento, porque está implícito en muchísimos ritmos que se utilizan y se han utilizado siempre. Nunca está de más.

-Ha hablado mucho de caminos y rutas, pero le ha costado un tiempo seguir a otra persona que haga las funciones de productor.

-Pues desde luego. He tenido que tener un proceso personal y decir: ahora es el momento y encontrar a Gustavo Guerrero, que me ha ayudado a hacer un disco sin que yo sea el que gobierne el barco de la producción. Era el momento idóneo para que alguien abriera otros cajones, me empujara a bordes desde los que me daba miedo mirar. Me ha ayudado mucho y ha sido un proceso en el que he aprendido.

-De Platón a El Graduado, la imagen del disco también está llena de referencias.

-Me gusta sugerir, porque las imposiciones y acciones muy dramáticas, consiguen siempre lo contrario, una reacción adversa. En la sugerencia y los preámbulos surge la inspiración. Y cuando la gente está inspirada, surgen cosas maravillosas. Esas reacciones tan duras generan mucho ruido en un momento, pero no perduran después, porque te han agotado emocionalmente y no vas a recurrir de nuevo a esa fuente. Las cosas que más me interesan, que releo o vuelvo a ver, son las que me hacen cosquillas en el corazón o en el cerebro.

-¿Esas cosquillas se las producen cada vez cosas más pequeñas y cotidianas?

-Ahora mismo es un acto de rebeldía hacer eso, en un mundo de inmediatez y rebeldía. Esa es mi venganza (ríe).

-¿Por eso esta vuelta consciente a lo artesanal?

-Exactamente. Hacer lo que mucha gente se ha olvidado de hacer. Intento aportar mi granito de arena y decir que esas carreteras secundarias están muy vivas y hay mucha gente que respira y late así.

-En anteriores trabajos apelaba a fronteras, diferencias, migraciones. Este trabajo parece más ligado a la tierra.

-No sé si me estoy haciendo mayor y me estoy dando cuenta de que las cosas más importantes, están muy cerca. La naturaleza, por supuesto, juega el rol más importante de todos. Soy una persona muy pragmática, aunque no lo parezca, pero veo que esas energías existen y hay que respetarlas.

-En ese proceso de hacerse mayor, siente que se reconoce un sonido propio y reconocible

-Eso lo tiene que decir la gente que me escucha. Yo trabajo durísimo para conseguir una voz propia, porque me parece que es mi principal herramienta de comunicación.

-Lo de que el amor nos salve, como dice unos de los versos, ¿es una opción o una utopía?

-Nos tiene que salvar. Ya lo decía Víctor Jara; el mundo se mueve porque existe el amor. Es el motor de nuestro movimiento. Que nos salve, pero por favor, en calma, que ya tenemos bastante drama en nuestro día a día.

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