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Jim Morrison. Enciende mi fuego
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Jim Morrison. Enciende mi fuego

Cincuenta años sin un mito de la cultura pop del siglo XX, poeta eléctrico e icono de la irreverencia, el exceso y la autodestrucción

Viernes, 25 de junio 2021

Uno de los cementerios más singulares del mundo es el de Père-Lachaise, en París. Dos detalles insólitos le convierten en algo especial. ... El primero, que los habitantes de la zona lo utilizan como si de un parque público se tratase. El segundo, que alberga una de las tumbas más célebres y visitadas del mundo: la de Jim Morrison. No se trata, ni mucho menos, del único huésped ilustre y dedicado a las artes -intramuros también reposan los restos de Edith Piaf, Isadora Duncan, Gillaume Apollinaire o Maria Callas-, pero sí del que más visitas recibe. Tantas, que la necrópolis acabó por poner un servicio de vigilancia especial, tras los repetidos actos de vandalismo. Al parecer, los fans de Morrison no se conformaban con dejarle ofrendas -desde flores y cartas de amor hasta porros de marihuana o generosos riegos de cerveza y tequila-, sino que algunos se empeñaban en llevarse algún recuerdo como souvenir. Primero desapareció su busto, después las placas que rezaban «James Douglas Morrison, 1943-1971», y una enigmática inscripción, en griego: «En memoria del héroe llevado por su demonio». Pero este artista idolatrado medio siglo después de su muerte por generaciones que no pudieron llegar a conocerle en vida no representa una moderna recreación del héroe clásico, sino tal vez la cima del gran movimiento cultural de la Edad Contemporánea: el romanticismo.

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