Hace ya seis años que Xavier Güell (Barcelona, 1965), director de orquesta y uno de los productores musicales mas insignes del panorama nacional, cambió la batuta por el bolígrafo en un afán de transmitir música por medio de la palabra. «Ahora hago música con la ... literatura», dice. A lo largo de su carrera ha dirigido la London Philharmonic Orchestra, la Royal Philharmonic Orchestra o Orquesta Nacional de España, entre otras, y también es creador de festivales como el Promúsica. Ahora, tras cinco novelas, inicia la trilogía 'El cuarteto de la guerra', en el que habla de la relación del poder con el arte. Y empieza con Béla Bartók, un compositor que eligió el exilio voluntario porque no soportaba el nazismo, tal y como narra en su libro 'Si no puedes, yo respiraré por ti' (Galaxia Gutenberg), que presentará mañana, viernes, a las 19.30 horas, en el Ateneo.
-Háblenos del proyecto 'El cuarteto de la guerra'.
-Es, sin duda, el proyecto más importante que he hecho nunca para unir música con literatura. Para lograr que la palabra suene y ese sonido sea un viaje de ida y vuelta entre la literatura y la música. 'Cuarteto de la guerra' revisa, por otra parte, los totalitarismos que surgieron durante la Segunda Guerra Mundial desde nuevas perspectivas.
-¿Qué pretende con esta tetralogía?
-Habla fundamentalmente del exilio interior y del exilio exterior. De aquellos que decidieron quedarse en sus países aun a riesgo de ser sometidos a todo tipo de presiones y de aquellos que optaron por marcharse. Unos por las fuerzas de las circunstancias puesto que eran perseguidos principalmente como judíos y otros, como es el caso de Bartók, que no tenía necesidad de dejar Hungría, lo hizo con la convicción de que permanecer bajo la dictadura de Horthy, en su país, y de Hitler y Mussolini era algo intolerable que no podía soportar. 'Cuarteto de la guerra' habla sobre la relación del poder con el arte y de cuando el poder quiere manipular el arte persiguiendo sus propios objetivos políticos. Y, sobre todo, el proyecto plantea situaciones limites que de alguna forma agrandan al ser humano.
-¿Qué tipo de situaciones?
-Beethoven siempre decía: «No te limites a ser lo que eres. Llega a tu límite». Y esto, llegar al límite, es lo que muchas veces se encuentra el ser humano como consecuencia de unas situaciones dificilísimas que tiene que afrontar. También los cuatro protagonistas de 'Cuarteto de la guerra': Béla Bartók, Richard Strauss, Dimitri Shostakovich y Arnold Schoenberg, que por la fuerza de las circunstancias tuvieron que sacar lo mejor de sí mismos para enfrentarse a las durísimas condiciones con las que se encontraron.
-¿Por qué estos cuatro?
-'Cuarteto de la guerra' también es un poco como 'Cuarteto de Alejandría' de Lawrence Durrell. Es la misma historia contada desde prismas diferentes por cuatro protagonistas distintos. Me interesaba escribir sobre esa situación límite, sobre esa entrada del infierno que significó la Segunda Guerra Mundial y los años previos de alzamiento de la dictadura de Hitler en Alemania y Stalin en la Unión Soviética y ver como respondieron estos músicos. Como luchaban también por poder mantener su voz, su obra, viva y que no decayera pese a las circunstancias que les tocó vivir.
«El objetivo es unir música y literatura y hablar de la relación entre el arte y el poder»
-Y empieza con Bartók.
-Sí. Bartók no es judío. Tiene una situación privilegiada tanto en su Hungría natal como en el resto de Europa, pues es uno de los compositores más reconocidos de su época. Con una estabilidad económica, familiar y emocional absolutamente sólida. Pero lo arriesga todo, sin que nadie se lo pida, con el único objeto de dejar constancia de su radical oposición a los totalitarismos de su tiempo. Ello le llevó a una aventura que le salió absolutamente mal.
-¿En qué sentido?
-Llega Nueva York al final de 1940 y al hacerlo pierde su estabilidad emocional y efectiva. Su salud se deteriora, incluso pasa dificultades económicas, y lo que es más grave: su voz, su capacidad creativa se apaga. Un año antes estaba en plena forma creativa y compuso muchas de sus mejores obras. Y al llegar a América esa capacidad creativa se le acaba. Eso le destroza absolutamente, pues no es capaz de componer nada durante las cuatro primeros años de su exilio. No será hasta final del 44 cuando, por unas circunstancias que se explican en el libro, tiene la oportunidad de componer su concierto para orquesta que se presenta con la Sinfónica de Boston y que es un gran éxito.
-¿El público norteamericano le entendió?
-Precisamente este concierto para orquesta lo relanza con el público norteamericano, que antes no entendió su música. La encontraba demasiado violenta, agresiva. Con ritmos demasiado percutivos y con las influencias de un folclore centroeuropeo que ni siquiera sabían ubicar en el mapa. Todo esto hizo que la música de Bartók les resultara difícil y fuera rechazada durante la mayor parte de su estancia en Estados Unidos.
«Está dedicada a Béla Bartók, que eligió el exilio porque no soportaba el nazismo»
-Falleció en Estados Unidos. ¿Cómo fueron sus últimos días?
-Él tuvo una ultima obsesión antes de morir, que era escribir un concierto para su mujer, Ditta, que era veinte años más joven que él. Ella era su segunda esposa y sabía que no iba a poder dejarle nada en herencia y por eso quería escribirle un concierto a su medida, para que cuando él falleciera ella pudiera darlo a conocer por todo el mundo y así obtener recursos económicos para seguir viviendo.
-¿Qué se va a encontrar el lector de 'Si no puedes, yo respiraré por ti', una biografía o una novela?
-Yo no hago biografías. Yo hago interpretaciones. Como director de orquesta lo que siempre hago es meterme en la partitura hasta hacerla absolutamente mía y lo mismo hago al escribir. Procuro conocer también todos los documentos que pueda sobre los autores ya sean biografías, cartas, testimonios... hasta el punto de tener una identificación absoluta con el personaje.
-¿Cuándo publicará el siguiente libro de la serie y a quién está dedicado?
-Se titula 'Nadie logrará conocerse', estará en las librerías el próximo 15 de octubre y está dedicado Richard Strauss que con 70 años decidió quedarse en Alemania tras el triunfo del nacionalsocialismo que pensaba iba a durar poco.
-¿Está alejado por completo de la dirección de orquestas y de la música?
-Ahora hago música con la literatura y estoy feliz. He encontrado mi propio jardín particular.
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