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Si le ofrecieran elegir una única cosa que hacer en la vida, Ramoncín (Madrid, 1955) elegiría el escenario. «Un concierto a la semana», dice. No ... dista mucho de la realidad; en los últimos 48 años ha construido una carrera musical pionera en el rock en español, aderezada con teatro y televisión. Con un repaso a muchos de sus temas imperecederos y también canciones nuevas, esta noche llega a Cantabria (Escenario Santander, 21.30 horas).
-Llega a Cantabria dentro de una gira que tiene mucho de revisitar su trayectoria
-Bueno, es que no he dejado de hacerlo nunca. He estado tocando siempre y este es un momento en el que estoy muy a gusto con la banda, los temas están funcionando muy bien, he entendido qué necesitaban y, sobre todo, he hecho una buena selección de canciones de todos los discos, que tienen sentido todavía hoy.
-¿Cómo sabe lo que necesita una canción?
-Primero que te produzca una sensación personal. Que te sientas cómodo. Las canciones se pueden tocar o interpretar y yo creo en el sentido de la interpretación. Esa es la formación teatral que tuve desde muy joven. Sabes lo que va a ocurrir, puedes volverte al grupo, darle una vuelta más...
- Pero tiempo pasa y la sociedad cambia
-Otro aspecto es que lo que estés diciendo tenga un sentido: yo soy el autor de mis canciones. Puedes cantar «soy un chaval barrio bajero», pero, ¿qué sentido tiene hacerlo con 68 años? Hay otras que parece mentira que se mantengan después de 40 años, como 'La chica de la puerta 16' que dice «mujeres que a nadie pertenecen», algo que encaja cuando pones las noticias y ves que hay 55 mujeres muertas este año, un año canalla que puede ser el de más asesinatos en lo que va de siglo. Algo espantoso. Y esa canción se podría ser de ayer.
-¿Se deja aconsejar en esta materia?
-No. Cuando he estado haciendo teatro, este verano, era una pieza más del engranaje. Podía sugerir, pero con mis músicos tengo una relación personal, alguien propone algo, reflexionas sobre ello, probamos en el local y se hace o no, pero en la parte relativa a quitar o poner elementos, te equivocas tú, porque eres el responsable de todo.
-Utiliza el verbo reflexionar. ¿Es algo que hace de forma habitual?
-Reflexiono permanentemente en mi vida. Sobre todo. Sobre los errores pasados, lo que hice y no tenía que haber hecho. No se puede vivir sin espejo retrovisor. Es fundamental. Olvidar el pasado es muy complicado para afrontar el futuro. En la obra que he estado representando, los problemas eran los mismos mil años antes de Cristo. El amor, el dinero, el poder, el sexo... Eso no ha cambiado. Somos lo que somos y por tanto el pasado es lo que te va poniendo los escalones. Siempre escribo lo mismo cuando me piden un autógrafo; salud y futuro. En mi caso, como leo mucho, comprendo lo que significa el tiempo que estamos aquí y lo que significados. Puedes tener la suerte de que, tras tu vida, algo quede de ti en un libro, un disco, un pensamiento, pero poco más. La vida es una carrera de obstáculos que siempre termina mal y hay que pasarlo lo mejor posible.
-¿Lee mucho porque es una forma de aislarse del ruido?
-Odio el ruido. Has dado con la clave. Hay más ruido que nunca, además. Todo el mundo tiene derecho a opinar, se repite. Sí, pero no todas las opiniones son respetables si vienes a justificar el holocausto o el maltrato a las mujeres. Y de eso está lleno el mundo ahora. Las barras de los bares donde había cuatro o cinco, en las redes sociales se han convertido en cuatro o cinco millones. Todo el mundo tiene algo que decir, casi siempre sin reflexionar. Nos está convirtiendo en menos profundos, los titulares están por encima de cualquier cosa. O en la música, donde lo que vayas a hacer tiene que conectar con la gente en ocho segundos o lo desdeñan.
-¿Y cómo gestiona esa prisa alguien que lleva cincuenta años de carrera?
-No me lo planteo. Igual es un error. A lo mejor con el nuevo disco hay que hacerlo, pero creo que uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. Con ese nivel de pensamiento, 'Dark side of the moon' o el 'Sgt's Pepper' no habrían existido. Es imposible. No puedes escribir o componer pensando en lo que van a hacer los demás. Qué tristeza pensar, además, que un chaval que tenga ahora 16 años, morirá a final de siglo sin saber quién es Shakespeare o ver 'Casablanca'. Es tremendo.
-Respecto a su afirmación; ¿qué diría que es lo que usted tiene que hacer a día de hoy?
-Cuidarme (ríe). Cuando digo que tengo 68 años, no me suena mal. Cuando lo veo en un periódico pienso: de mí no están hablando. A doce veranos de cumplir 80 años, ves a la gente haciendo cosas magníficas. ¿Cómo está Paul McCartney? ¿Y Dylan? ¿Qué disco han hecho los Stones? No te queda más remedio que pensar que el tiempo es limitado, que nos hace más humanos y asumirlo. Antes contaba la vida por veranos y ahora por días.
-Como canta en 'Tormenta en la carretera', ¿el mundo entero ignora lo que le ha costado llegar hasta aquí?
-Sí, no somos tan inmensos. Estamos un rincón de Europa con una historia maravillosa y relaciones familiares que se dan en pocos lugares, pero solo estamos vivos para el entorno en que vivimos. Cuando eres una persona conocida, el entorno supera los 40 vecinos y familiares y se convierte en 47 millones, donde cabe de todo. El mundo tiende a ignorar la vida de los demás. Has leído El Quijote, pero ¿sabes cómo murió alguien como Cervantes? Hay un muñeco que canta y graba discos, el conocido y luego estás tú y tienes que diferenciar muy bien.
-¿Los ha confundido en algún momento?
-Yo no. He sabido siempre exactamente quien soy. No sé si es una virtud o un error, pero no he abandonado jamás mis principios, ni mis raíces. Ayer estaba en la bodega de mi barrio, con mis amigos, a la que iba a comprar vino para mi abuelo con ocho años.
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Ana del Castillo
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